¡Dale, dale, dale!
- Elmer Ancona Dorantes
Por Elmer Ancona Dorantes
Estoy convencido de que, a estas alturas, quien rompa más piñatas será el próximo gobernador de Puebla ¿Por qué? Porque a toda la gente le gusta el folclor, le gusta tundir al “enemigo” con fuerte palo y arrojarse al piso a recoger la colación que caiga. Y si es de “a grapa”, mucho mejor.
Al grito de ¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino!, por lo menos a un contrincante se le ve el suficiente coraje para no salirse de la fila (dice que nunca se salió, que nunca se fue ni se ha ido).
A diferencia de los demás, no lleva venda en los ojos, por lo tanto, tiene muy claro el objetivo: dar uno, dos, tres batazos firmes para despedazar esa piñata que simboliza lo diabólico, lo perverso, lo rezagado, lo que daña al pueblo, al ciudadano. Bueno, al menos eso quiero suponer.
Este competidor, medio testarudo, medio respondón, medio ca…vernícola, ha dicho que su pegada es más fuerte y brutal que la de sus contrincantes internos (de los externos mejor ni hablar).
Asegura que aunque les ceda el artefacto golpeador (el palo), sus adversarios no le van a rasgar ni un centímetro a esta piñata –su piñata- porque él la creó, la diseñó y le dio forma. Copyright.
En la enorme fila de participación, en este gran jolgorio político rumbo al 2 de junio -la gran celebración-, ya se formó más de un advenedizo y oportunista; no quieren perder la ocasión para obtener, por lo menos, un pedazo de caña, un pequeño dulce, de esa apetitosa piñata.
En esa larga fila ya se dejan ver exóticos peregrinos de casi todos los colores: el verde, el rojo, el morado; incluso también se le ve a los “sin color”, a los tibios, mediocres y acobardados que únicamente aparecen cuando la piñata luce deslumbrante y exquisita.
Estos mediocres invitados –los colados, como siempre-, tienen las manos tan frágiles, tan sensibles, tan delicaditas, que temen sujetar ese palo con fuerza porque, dicen, se les van a romper las uñas “¡Uuuyyyyyy, mejor que la rompan otros! (Por sí mismos nunca han podido).
Pero el gran competidor se dice dispuesto a todo, a representar a todos, sin importar de donde vengan ni quien los haya invitado (claro, siempre y cuando tomen el palo con la izquierda, porque con la derecha nomás no se puede).
Aclaro una cosa: En lo personal no celebro ni festejo a este bateador de piñatas, únicamente hago ver que ya tiene experiencia rompiéndolas bien cuando las tiene enfrente. Simple y sencillamente lleva las de ganar ¿Entendido?
Hablando de Fiestas
En las otras fiestas no hay piñatas, no hay palo, no hay pastel ni dulces. No hay nada: no hay coraje, no hay disposición, no hay congruencia, no hay ganas de jugar ni de divertirse a lo grande.
Pese a su edad, los competidores, los festejados, no saben organizar una buena fiesta, una excelente pachanga; no saben ni jalar la soga para menear la piñata; su vasija está vacía, no lleva nada. Es pura envoltura. Está hueca. Esperan a que llegue “papi” y “mami” del centro del país para que les digan cómo hacer las cosas ¡Qué vergüenza!
Dicen entre ellos que hace mucho, pero mucho tiempo, solían hacer piñatas y fiestas de buena calidad, muy democráticas, pero han pasado tantos años que ya se les olvidó como forrarla.
Claro, llegó un día en que llegó un “reventado” de otra parte para enseñarles a pegar con fuerza, con bravura, con enjundia, para hacer añicos esa figura que cuelga de un lazo, pero ese “alguien” ya se fue. Ya no está.
¿Y ahora, quién volverá a enseñarles a pegar con destreza, con inteligencia? Bueno, mientras tanto y como buenos hijos de “papis”, estarán al cobijo de lo que venga del Centro.
Lo que quiere Puebla
Puebla se merece un bateador emergente de enorme capacidad, dispuesto a romperle la… piñata a quien se deje; un personaje, un competidor con energía, con el suficiente valor para ponerle un hasta aquí a los truhanes, a los sinvergüenzas, a los estafadores, a los saqueadores.
Puebla se merece una gran piñata que le dé colación, dulces, chocolates, frutas y demás delicias al mayor número de invitados, para que todos queden felices, contentos, satisfechos.
El 24 de diciembre a Puebla le “aguaron” la fiesta, se la tumbaron de un garrotazo espectacular; alguien llegó gritando “aquí se acabó la fiesta, cada quien para su casa”. Y todos enmudecieron.
Puebla no merece más “aguafiestas” de esta naturaleza; los poblanos merecen más que eso. Puebla está llamada a una gran fiesta democrática, con un gran golpeador de piñatas ¿Habrá alguien que quiera o pueda lograrlo?
@elmerando
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Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.