Después de seis años de estar en los Pinos, Peña Nieto deja la silla presidencial y ahora pasará a la historia como uno de los presidentes que más polémica le ha dado a México. Pero bien, más allá de ser expresidente, habrá que cuestionarnos cuál es la estrategia de Peña en su futuro y qué imagen política deseará proyectar posterior a una imagen que actualmente luce bastante desgastada no solamente física sino también emocionalmente.

EPN quizás no quiera estar debajo del reflector por un largo tiempo, pero entonces qué medidas se tomarán para que esto no ocurra, qué función ocupará ahora o a qué se dedicará, son cuestionamientos que surgen a partir de este primero de diciembre.

Si bien, la imagen que se proyectó durante su sexenio careció de estructura, coherencia y estrategia, qué esperará entonces a la posteridad. Claro está que aunque crea y pida salir con laureles y gloria, su imagen y reputación ya estuvo bastante tiempo en la vox populi basada en bufonerías y que incluso a su salida lo sigue siendo. Sin embargo, habría entonces que recordar el dinamismo que tiene la imagen. La relatividad de la imagen puede ser un elemento que si utilizas de manera estratégica y puntual logra el objetivo que deseen.

Indudablemente, la falta de visión y planeación en su estrategia de comunicación es lo que generó innumerables series de  improvisaciones. Sí, tenemos claro que todo él como persona pública quizás pudo o no estar fríamente calculado y diseñado, pero el hecho de no haber evolucionado su esencia durante su cargo, no le permitió permear de manera positiva ante la audiencia meta (error que muchos políticos con cargo ganado hacen), pues la creación de una imagen deber respetar la esencia del emisor.

Los cambios siempre traen movimiento y con ello hay dos opciones: evolucionar o, bien, quedarse estancado. Esta será la pregunta que EPN deberá plantearse en torno a su imagen pública y con ello entonces trazar el camino a seguir.

En Proyector: Esencia y Percepción creemos que la única forma de hacer imagen tanto de entrada como de salida es con una buena estrategia, donde todos los puntos necesarios sean considerados (esencia, objetivos, receptor, contexto) y generen coherencia y congruencia con su audiencia meta. La base de la imagen son el fondo y la forma fuertes con bases bien establecidas y sabiendo para qué se está haciendo, y no improvisar en el camino con estrategias que no generen un impacto real.  Pese a toda la imagen que se creó durante estos seis años es aún posible crear un plan que permita reposicionar sanamente su imagen; recordando a todos los políticos que están a punto de ejercer formalmente su cargo que la moraleja es que: siempre tomará más tiempo y será más difícil reconstruir una imagen que construirla desde el origen. Ojo, no  les vaya a pasar como a EPN.