Noticias desde Ucrania

  • Herminio Sánchez de la Barquera
Los países occidentales deberán definir cuál será su papel en la política internacional de seguridad

En esta columna que perpetramos cada viernes haremos una breve revisión de las repercusiones más recientes que está provocando la guerra en Ucrania, sufrido país que sigue resistiendo la criminal invasión rusa y que se encuentra en una situación verdaderamente crítica. La razón de esto es que los Estados Unidos tuvieron que detener el flujo de ayuda militar debido a los pleitos internos del Partido Republicano, que se ha venido convirtiendo en un verdadero obstáculo para la vida institucional estadounidense y en la guarida de Donald Trump, delincuente que insiste en volver a ser presidente de ese país. No cabe duda de que la democracia se encuentra en serio peligro no nada más en México, sino en muchos países. Lo malo es que mucha gente no entiende que no se trata de votar por tal o cual candidato o candidata, sino que debemos determinar qué tipo de régimen político queremos tener: o un régimen democrático de libertades, por muy imperfecto que sea, o un régimen autoritario, del que después ya sea casi imposible librarnos.

En cuanto a la situación militar en Ucrania, el congelamiento de la ayuda estadounidense para las fuerzas armadas que defienden los frentes de batalla ante Rusia ha provocado no solamente que los ucranios hayan fracasado en su contraofensiva del año pasado, sino que han tenido que pasar a la defensiva, dejando en manos rusas la iniciativa militar. Esto significa que las fuerzas invasoras han ganado en dinámica y en impulso, por lo que la más urgente tarea de Ucrania debe ser, primero, estabilizar el frente antes de volver a pensar en una contraofensiva. No olvidemos que las guerras las gana quien tiene más municiones, y ese es precisamente el mayor problema ucranio, pues su ejército requiere, en promedio, entre 7 000 y 9 000 municiones para su artillería diariamente, para poder hacer frente a la ofensiva rusa. En los últimos meses no dispone ni siquiera de la mitad de esa cantidad. Además, los aviones de combate F-16, prometidos por varios países europeos, siguen sin llegar al frente de batalla, por lo que Rusia ha logrado hacerse con una indiscutible superioridad aérea a lo largo de todo el frente.

Recordemos que en esta misma columna advertíamos en el verano de 2023 que Ucrania se enfrentaba a un reto enorme en su contraofensiva: derrotar a un enemigo muy poderoso sin tener para ello la necesaria cobertura aérea. Los aliados de Ucrania siguen sin cumplir con sus promesas de proporcionarle los medios para enfrentarse con éxito a la Fuerza Aérea rusa para que las tropas de tierra tengan mejores condiciones de resistir la invasión y de pasar en algún momento a la contraofensiva. Lo ideal para ello sería tener los medios necesarios de defensa antiaérea, además de aviones de combate suficientes. Por ahora, Ucrania no tiene ni lo uno ni lo otro.

La guerra en Ucrania ha provocado grandes repercusiones en el mundo. Como podemos leer en el más reciente informe anual sobre gastos militares que genera el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), dicho conflicto es la causa principal de que en el año 2023 los presupuestos militares hayan aumentado en el mundo entero en un promedio de 6.8% (ya quitando los efectos de la inflación). Este informe fue dado a conocer el lunes pasado. El aumento entre los años 2022 y 2023, según este último reporte, ha sido el más pronunciado desde el del año 2009. Lo curioso es que los países europeos, por ejemplo, han preferido aumentar sus gastos de defensa, anteponiéndolos al fortalecimiento de sus medidas diplomáticas.

Los Estados Unidos siguen siendo quienes más invierten en el sector defensa, y aumentaron su presupuesto frente al de 2022 en un 2.3%; China sigue en segundo lugar e incrementó sus gastos en un 6%, mientras que Rusia, debido a su guerra en Ucrania, se volvió a colocar en tercer lugar de gastos militares, aumentándolos en un 24% frente al presupuesto de 2022. En Europa, la Gran Bretaña, a pesar de sus condiciones críticas, sigue siendo el país que marcha a la cabeza en gastos militares, seguido de cerca por Alemania. Ambos países incrementaron sus gastos en 2023 en un 7.9% y un 9%, respectivamente. Ucrania, impelida por sus necesidades de defensa ante la agresión rusa, tuvo que aumentar sus gastos militares en un 51%, siendo el país que registró el porcentaje más elevado del 2022 al 2023. Su presupuesto de defensa representa el 58% de su presupuesto nacional.

Podemos afirmar que, en general, se ha fortalecido en el mundo, a resultas de la guerra en Ucrania, un concepto muy estrecho de lo que significa la seguridad nacional, pues esta no se circunscribe solamente al aspecto militar o al armamento que se posea. Al contrario de lo que podría pensarse, el rearme masivo que está ocurriendo en el mundo no nos hará vivir en un ambiente más seguro y tranquilo, sino que será, por el contrario, un mundo más propenso a la violencia. Obviamente, ante una agresión como la que sufre Ucrania, hay que ser muy inocente para creer que ese conflicto se resolverá negociando con Putin. Sí, es cierto: las guerras terminan negociando la paz, pero para eso hay que obligar al agresor a sentarse a negociar. Si cedemos ante él, el tirano terminará dictando las condiciones, por lo que la “paz” no será tal, sino sólo será una momentánea ausencia de guerra. Una vez recuperadas sus fuerzas, el autócrata se fijará su siguiente objetivo que, en el caso de Putin, puede ser Polonia o las repúblicas bálticas. Por eso hemos afirmado que a Putin hay que detenerlo en Ucrania o será después demasiado tarde.  

Aquí debemos ser categóricos: en caso de que las tropas de Putin llegaran a alzarse con el triunfo en Ucrania, el orden mundial que conocemos estará seriamente en juego. Eso no significa necesariamente que, inmediatamente después de la derrota ucrania, el mundo se sumerja en el caos y la guerra, sino que cambiará dramáticamente el papel predominante que los países europeos y los Estados Unidos juegan en el mundo actual como garantes –exitosos o no- de la paz, de la democracia y de la defensa de ciertos valores. Esto traerá consigo un cambio en aspectos tales como el suministro de materias primas, el fortalecimiento de los regímenes autoritarios –China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Bielorrusia-, el fortalecimiento de los populismos de diferentes colores en muchos países y la necesidad de las naciones emergentes de definir de qué lado se alinearán. Ideológicamente, por ejemplo, Morena es más proclive a estos regímenes autoritarios que a las democracias occidentales, por lo que un eventual gobierno de Sheinbaum, por muy pragmática que esta quiera aparecer, buscaría muy probablemente la cercanía y apoyo de los primeros. Los países occidentales deberán definir con más convicción –pero en una situación más precaria- cuál será su papel en la política internacional de seguridad, deberán armar con más recursos a sus fuerzas armadas, pues las tropas rusas estarán más cerca, y deberán estar ciertas de que un conflicto armado con Putin será, con cada día que pase, más probable. Quizá serán los europeos quienes más pierdan con este nuevo orden mundial, pues su nivel de vida muy posiblemente sufrirá una merma considerable.

Ante el fortalecimiento de los regímenes autoritarios, será muy importante ver qué papel juegan ciertos tontos útiles, como algunos partidos populistas. Un par de ejemplos lamentables son: la “Alternativa por Alemania” (AfD, por sus siglas en alemán, y el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), de quienes se ha documentado ampliamente que reciben dinero, apoyo e indicaciones del Kremlin. Gobiernos nacionales como el del autócrata Orbán en Hungría han mostrado en muchas ocasiones de qué lado late su corazoncito. Un caso verdaderamente patético es el de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cuyo patriarca Cirilo I acaba de emitir un decreto castigando por tres años al sacerdote Dmitrij Safronow, quien presidió las exequias religiosas de Alexei Navalni, el opositor más notable de Putin, quien muy probablemente lo mandara asesinar hace un par de meses. El padre Dmitrij ha sido suspendido de sus tareas sacerdotales sin que el decreto de marras mencione de qué se le acusa; no podrá impartir bendiciones, ni llevar sotana ni portar la cruz sacerdotal al pecho. Ha sido enviado a otra iglesia cerca de Moscú, en donde sólo será lector de salmos. Dentro de tres años se decidirá definitivamente si podrá seguir fungiendo como sacerdote. ¡Vaya delito, el de practicar la caridad cristiana!  

 

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Herminio Sánchez de la Barquera

Originario de Puebla de los Ángeles, estudió Ciencia Política, música, historia y musicología en Núremberg, Leipzig, Essen y Heidelberg (Alemania). Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Heidelberg.