Por Ale Salcedo

Después de la desafortunada pérdida de la gobernadora Martha Erika Alonso, hubo una disputa interminable por quién sería nombrado el gobernador interino. El día de ayer por fin se designó a Guillermo Pacheco Pulido. Sólo quienes estuvieron involucrados en la elección de esta figura temporal, sabrán las verdaderas razones por la cual lo eligieron... Pero el único problema que sobresale de esta elección es la falta de comprensión de cómo puede esta decisión dañar la reputación de las instituciones y la imagen de nuestro Estado.

Lo primero que notamos es la falta de comprensión de la verdadera necesidad de Puebla y los poblanos. Desafortunadamente, en los medios de comunicación se percibía una disputa individualista por parte de los partidos en la Cámara de Diputados. Todos querían que uno de los suyos fuera el gobernador interino, nadie estaba dispuesto a ceder. Esto nos habla -nuevamente- de las verdaderas intenciones que todas aquellas figuras de cargo popular tienen.

Tanto fue el “berrinche” e individualismo, que si uno de los suyos no veía por el bien de su partido, se le castigaba… Mucho se habla de ello; sin embargo, ciertamente ante una situación crítica, más allá de darle calma a la población, generaron más incertidumbre dejando muchos “hilos sueltos”. Por lo que será prudente que quienes están a cargo ahora, sean conscientes de la crisis por la que el Estado atraviesa y su toma de decisiones vaya más allá del color de un partido.

Este tipo de acciones no solamente daña a la imagen de Puebla, también fisuran aún más la percepción y reputación que se tiene de las instituciones y, siendo honestos, nadie en el país puede darse ese lujo. Las Secretarías, Cámara de Diputados, Gubernatura, Presidencias, son instituciones que constantemente se encuentran en tela de juicio por la ciudadanía y todas y cada una de sus decisiones serán juzgadas y criticadas; no importa qué tanto digan o hagan, la percepción que se tiene de ellos por parte de la ciudadanía es que no ven por el bien de los poblanos. Pero la decisión de quién estará a cargo del Estado los siguientes meses ya fue tomada, así que ahora lo que les queda a los partidos es buscar quién suplirá el resto del sexenio de Martha Erika Alonso.

Si alguien con cabeza fría realmente comprende qué es lo que la ciudadanía desea, tal vez podamos ver una micro campaña electoral decente con propuestas realistas y a beneficio del Estado de Puebla. Dejando así la labor más compleja: mantener a flote la reputación de las instituciones. Que se rijan bajo la ley y que cumplan transparentemente con su deber; no sólo tenemos en juego la gubernatura sino también la percepción de quienes la desean, procuran y trabajan. Puebla pide y necesita reconectar con su esencia, un gobierno que sea coherente y que sus habitantes perciban seguridad y les de credibilidad de manera URGENTE.

Para muchos puede ser algo que no importe, pero el hecho de cómo se comporten en estos momentos dichas instituciones afectará significativamente la forma de percibir las elecciones. Recordemos que imagen es comunicación y en todo momento enviamos mensajes que son percibidos por quienes nos rodean; y, por consiguiente, será de vital importancia tratar con cautela el futuro político del Estado para traer un bienestar social bastante demandado por la población. Por ello, en Proyector: Esencia y Percepción, sabemos que en todo momento se debe considerar a las audiencias metas, atender sus necesidades y, coherente y estructuradamente, generar una estrategia de comunicación que beneficie a todos y no solamente a unos cuantos. Grandes oportunidades se avecinan -esperemos que sean eso y no amenazas-. La pregunta final aquí sería: ¿comprenderán esto los que dirigen nuestro Estado o nos mantendremos con la “típica” idea que señala a los gobernantes como frívolos egoístas? Incluso como estrategia y oportunidad política, deberán pensar en cómo atraer nuestra atención, pero sobre todo ganar nuestra confianza...