Porrismo político y “billetazos”
- Elmer Ancona Dorantes
El triunfo que no obtuvieron en las urnas ahora lo quieren ganar a “billetazos”. Así de lacerante fue la postura de Yeidckol Polenvsky, líder nacional del Movimiento Regeneración Nacional, al referirse a la presunta “compra” de diputados de Morena que quieren hacer algunos “obsequiosos” gobernadores.
"Queremos mandar un mensaje a los gobernadores porque andan muy obsequiosos con nuestra gente, queriendo robarnos a nuestros diputados para quedarse con lo que no ganaron limpiamente (…) Se buscó a nuestros legisladores electos para sobornarlos, con el fin de frenar la mayoría que tiene nuestro partido en algunos congresos legislativos”.
La historia es simple: la dirigencia de Morena advierte que si no son sobornos encubiertos o descarados son “sospechosos viajes al extranjero” que han ofrecido a sus candidatos triunfadores, tema que les preocupa porque –aseguran- están intentando “romper” con las mayorías legislativas y con los ayuntamientos obtenidos limpiamente en las urnas.
¿Será que el “porrismo” político sigue los mismos pasos que el “porrismo estudiantil”, que ha puesto en jaque a la Máxima Casa de Estudios, principalmente a su Rector y cuerpo académico? ¿También quieren poner en jaque y darle mate a Morena antes de tiempo?
¿Es tan grande la perversidad y oscuridad de la gente del poder que está dispuesta a pagar lo que fuere, con tal de quitarle el control total al “Movimiento Sensación” en los congresos de los estados, en los ayuntamientos?
¿Serán tan débiles, vulnerables, ingenuos, torpes o ambiciosos algunos de los candidatos morenistas que triunfaron (¿limpiamente?) en las urnas, como para dejarse seducir con “viajes de trabajo” al extranjero, sin haber comenzado oficialmente sus funciones como alcaldes o legisladores?
El Movimiento Regeneración Nacional hace bien en ir despejando esas dudas porque, de no hacerlo, podría generar un “sospechosismo” incalculable que dañaría su credibilidad ante el electorado, sin haber comenzado a gobernar. Eso le costaría votos en un futuro cercano.
Los más dañados serían los propios ciudadanos que podrían pensar, por ejemplo, que los candidatos morenistas ganadores, junto con su dirigencia, pactaron previamente el triunfo con los gobernadores y alcaldes en funciones.
Que el único fin fue hacer perder a los “malévolos” candidatos de “derecha” para repartirse el pastel entre los amigos de siempre (“izquierdistas” y “centristas”), sin distinción de colores partidistas.
Los ciudadanos podrían imaginar –por qué no- que el partido entrante está hecho de la misma naturaleza que el partido saliente, por lo que igual hubiese sido votar por uno que por otro. “A fin de cuenta son lo mismo y viven de las mismas prácticas corruptas”, cuestionarían. La transformación estaría valiendo poco o nada.
Peor tantito, si la dirigencia nacional de Morena no sale a frenar públicamente esas artimañas en las que pudiese estar involucrada su propia gente, estarían expuestos a sufrir dolorosas rupturas internas generadas por las facciones que integran el Movimiento. Un partido roto o dividido no sirve a nadie.
Es cierto, es urgente que las comisiones de Honor y Justicia de los partidos involucrados en estos nacientes escándalos investiguen a fondo la turbia forma de actuar no tanto de los “gobernadores obsequiosos”, sino de sus propios candidatos ganadores, para no sufrir quebrantos innecesarios.
Por supuesto, será muy complicado comprobar una presunta “doble moral” o “doble careta” de sus políticos triunfadores, pero es ahora o nunca cuando pueden detener esos escándalos porque después la factura les podría venir demasiado elevada.
Si algún político de su especie se está “saliendo del huacal” tan prematuramente, que lo detengan y aclaren su forma poco transparente de actuar, no vaya a ser que a ese candidato triunfador lo compren fácilmente o que arrastre a más militantes en su sombría motivación.
La transparencia, lo hemos recalcado hasta el cansancio, es el mejor y mayor activo que tienen los partidos para demostrar a la ciudadanía que quieren gobernar bien, sin prácticas corruptas, sin oscurantismos, sin componendas.
El “porrismo político” debe ser erradicado de una vez por todas porque durante décadas ha golpeado, vulnerado y herido a nuestras instituciones; ha detenido la marcha y torcido el rumbo de nuestro querido México. Y todo lo ha hecho a “billetazos”.
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Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.