Puebla, ¿inteligencia política?

  • Elmer Ancona Dorantes
Los poblanos y poblanas no merecen una clase política insensata. Merecen más y mejor.

En algunos estados las elecciones para escoger gobernador fueron competidas y briosas, incluso hasta álgidas y rudas; no obstante, la transición se dio en forma pacífica y elegante y los contendientes perdedores salieron a reconocer el triunfo de sus adversarios. Eso es democracia. Eso es inteligencia política.

 

Me llama la atención el caso de Yucatán donde el priísmo gobernó los últimos dos sexenios –nada mal, por cierto, en el caso del priísta Rolando Zapata Bello- y tuvo que ceder el mando a un político panista que ganó limpiamente los comicios después de haber administrado magistralmente la alcaldía de Mérida. La diferencia de votos fue mínima. Cambiaron las banderas.

 

El caso de Veracruz también es emblemático. El gobernador del Estado tuvo que admitir, públicamente, la derrota electoral de su propio hijo e hizo un claro reconocimiento de la victoria del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Duele, pero dignifica.

 

De Morelos ni qué decir. No hubo tiros blandos en la cancha (“Ti-ri-ti-tiiii-tosss”, diría el “Perro” Bermúdez), sino tremendas zancadillas y empujones para sacar de la contienda al “Cuauh”, quien con tremendo “zambombazo” y varias “cuauhtemiñas” metió el gol que le dio el laurel a los partidos que lo postularon (Morena, PES y PT) y, por supuesto, a sus seguidores.

 

Algo parecido sucedió en Guanajuato, Jalisco, Tabasco y Chiapas. Los políticos con el peso de la derrota, de manera respetable y honrosa, levantaron el brazo a sus oponentes y admitieron que los sufragios no les favorecieron. Las constancias de aprobación fueron extendidas y todo se dejó listo para continuar con la vida democrática.

 

La triste y hasta ahora vergonzante historia sólo se mantiene en un estado: Puebla, donde el proceso democrático estuvo lleno de escándalos, acusaciones y empujones. La sinrazón se mantiene y, lamentablemente, la clase política está en boca de todos.

 

Al igual que muchos poblanos, yo no sé quién ganó o quién perdió. La última palabra la tiene el Tribunal Electoral, máximo órgano de justicia en la materia. Ningún candidato puede levantar el brazo ganador hasta que se resuelvan las controversias en los órganos jurisdiccionales.

 

Sin embargo, deja un mal sabor de boca el que la dignidad, la honra, el prestigio de todo un estado, de todo un pueblo, de gente buena y amigable como son los poblanos, se vea vulnerada por la mala actuación de sus políticos.

 

Tal parece que la inteligencia política está muy devaluada, corroída y manoseada en este estado. Su noble y hermosa gente no se merece esto. Los poblanos merecen mucho más que eso.

 

En Puebla no puede predominar la ineptitud, necedad, tontera, desavenencia, estulticia, ignorancia, inconsciencia y torpeza de una clase política que lo único que le interesa es el poder por el poder mismo, la riqueza ilimitada.

 

No hablo de todos los políticos, por supuesto. No debemos generalizar porque en todos los partidos políticos y gobiernos hay personas honorables. En lo particular me gustó mucho la actitud caballerosa, inteligente y razonable de Eduardo Rivera Pérez, quien no tardó en reconocer no sólo el triunfo sino las virtudes de su competidora, quien administrará la alcaldía de Puebla. Eso es inteligencia política.

 

Si no es por políticos “huachicoleros”, es por políticos arbitrarios; si no es por una casta de políticos ambiciosos y desmedidos, es por otra gris e intranscendente.

 

Creo –estoy seguro- que Puebla se merece mucho más que eso. Los poblanos deben trabajar arduo, incansablemente, para sacar del poder a esos funcionarios públicos, legisladores, que no piensan ni velan por el interés del Estado, de la sociedad, de las familias, sino por el interés propio.

 

Es tiempo de que la Inteligencia Política sea el sello distintivo de una nueva generación de políticos poblanos que se entregue con pasión, estrategia, entusiasmo, con amor y misericordia, a esta hermosa gente que lo único que quiere es vivir en democracia y progreso.

 

Un pueblo inteligente, culto y educado no merece tener castas envueltas de ignorancia. Necesita Inteligencia Política.

 

@elmerando

elmerancona@hotmail.com

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.