Ya empiezan a darse los análisis sobre la composición de los congresos federales que resultará de la elección de este 1 de julio. Consulta Mitofsky publicó hace unos días escenarios probables para esta composición. No sobra recordar lo obvio: la división de poderes está ante todo para evitar que el poder político haga demasiado daño. Al dividirse el poder político se le debilita, con una doble consecuencia: no puede hacer tanto mal, pero su capacidad para hacer el bien también queda mermada.

Aunque se menciona poco, hay que recordad que los legisladores federales electos este año serán los primeros que podrán reelegirse desde 1933. La posibilidad de reelección hace más probable que estos legisladores se orienten a sus electores, a los ciudadanos de sus distritos o estados, pues de ellos dependería su permanencia en el cargo.

Hasta ahora, todo parece indicar que MORENA será la primera fuerza en ambas cámaras, pero sin superar el 50% de la votación. En ese sentido continuamos con lo mismo desde 1997 en la cámara de diputados: sin mayorías absolutas, solo mayorías simples. En otros aspectos habrá cambios muy importantes.

El PRI, que había sido mayoría siempre mayoría relativa en la Cámara baja (excepto en el trienio 2006-2009) pasa ahora al tercer sitio. En el primero estará la coalición MORENA, PT y PES. En el segundo la alianza entre el PAN, el PRD y MC.

Dado que estas alianzas se hicieron más para ganar una elección que para ejercer un gobierno, surge la pregunta sobre cómo mantendrán, si es que mantienen, su unidad, su disciplina parlamentaria, sus lealtades. Con MORENA parecería que no hay problema, pues es un partido centrado en su líder. Pero su composición es tan heterogénea que no se vea fácil la unidad de este partido a la hora de las votaciones más polémicas. Al menos así parece cuando se ven como candidatos a diputados plurinominales a personas con trayectorias políticas tan diversas como Gabriela Cuevas y Porfirio Muñoz Ledo, o en el senado a Germán Martínez y Napoleón Gómez Urrutia.

Más complicado va a ser mantener unidos a los legisladores del PT y del PES. El primero, como es sabido, es un partido de origen maoísta salinista. No es claro qué queda de ese origen en el PT, quizá muy poco o nada, pero sí parece ser una organización muy distinta al PES. Partido de origen cristiano y conservador. Creo que el ciudadano promedio, o digamos, el 90% de los ciudadanos, no tienen una idea mínimamente clara sobre lo que estos partidos son. Pero por lo poco que sabemos, son muy distintos.

Las lealtades o la disciplina del Frente (PAN, PRD, MC) tampoco se ven fáciles ni claras. ¿Hay algo que una a estos tres partidos, fuera de la alianza electoral? ¿Quedará algo de eso al ejercer sus funciones legislativas? ¿Tienen una agenda parlamentaria común y clara? ¿Será su prioridad política o se perderán en un conjunto de intereses particulares?

Junto con MORENA; el cambio más drástico es el del PRI. Según la encuesta citada tendría entre 54 y 72 diputados. Tercera fuerza, no muy lejana de la cuarta, el PES. El PRI sobrevivió a los doce años fuera del ejecutivo federal gracias a la presencia que mantuvo en las gubernaturas y en las cámaras. Su futuro, si se da esta débil presencia en el congreso federal, es más incierto que nunca.

Pero no sólo el PRI enfrenta la incertidumbre. El poder legislativo federal está en una situación similar. Vamos a tener las cámaras más fragmentadas en la historia del país. El anterior sistema de partidos se ha diluido. Hay coaliciones y partidos de identidades poco claras, en algunos casos, o sin identidad, en otros. Lo que va a pasar en el poder legislativo mexicano es una incógnita.

Algunos estados, quizá muchos, han resuelto este problema con dinero. Se “incentiva” a diputados de la oposición mediante apoyos económicos para que cooperen. En el ámbito federal no se ha dado. No se ve una solución viable, o fácil.

Esperemos, por el bien de todos, que la incógnita sobre el funcionamiento del Congreso de la Unión se resuelva de manera favorable al interés público.