El cambio debe ser dual

  • Xavier Gutiérrez
Ningún presidente del país podrá cambiar a éste de la noche a la mañana. Los mexicanos, la clave.

Los intentos de manipulación de la gente a través de los medios son incesantes.

Y en tiempos de campaña se multiplican al infinito. Todos lo hacen, pero es particularmente perverso este proceder  por los poderosos, por los grupos fácticos.

Pero lo triste es que, en países como el nuestro, hay combustible para alimentar tales fuegos.

Por decir algo, desde 1968 para acá, han puesto en práctica de  todo. Y lo más triste es que esos métodos, esas armas y recursos se siguen empleando, casi iguales que entonces.

El cuento de que llegarían los comunistas a comerse a los niños. Que te quitarían casas, trabajo y dinero. Que el país se derrumbaría a pedazos de un día para otro. Eso y mil cuentos más era el arma para aterrorizar a incautos. ¿Eraaa? ¡¡Lo sigue siendo…!!

Esas paparruchas, como de cura de San Matías Tlalancaleca,  o de fanático trasnochado (perdón por el pleonasmo) de la Puebla de los sesenta, siguen circulando hoy en día.

Pero esto no es lo grave, lo grave es que aún hay reductos de terreno fértil donde germina esta propaganda cerril e ingenua.

Claro, hoy no tiene el peso de aquellos tiempos donde los pocos y monopolizados medios ejercían una dictadura brutal. El control de conciencias mediante la mentira, el terror y la amenaza era implacable.

Y, aunque parezca increíble, hoy en día, sí, en mayo de 2018, mensajes similares brotan y circulan y ¡surten sus efectos en ciertos núcleos sociales! Y no hablamos de la gente de remotas comunidades de la provincia del país. No, aquí mismo y ahora.

Uno registra cómo en entre vecinos, parientes, amigos, conocidos, incluso con nivel profesional universitario, ese tipo de mensajes encuentran eco y generan reacciones reaccionarias.

De paso está decir que el nivel universitario no vuelve inmune a nadie.

Lo que es terriblemente cierto es el paupérrimo grado de cultura política que se respira. O ya no digamos cultura, sencillamente el nivel de información es francamente parvulario.

Eso, eso precisamente marca un punto de vulnerabilidad de nosotros los mexicanos.

Esa pobreza informativa, escasísimo nivel de conciencia crítica, ignorancia burda y maciza, tristísimo nivel educativo, convierte a regulares porciones de mexicanos en carne de cañón sujeta a la manipulación de los poderosos.

Personas que uno consideraría de aceptable nivel cultural, se creen informaciones tendenciosas, notas truqueadas, chismes populacheros. Y a todo esto le dan grado de verdad científica indiscutible. Y más que eso, la recirculan a través de las redes.

Como dijeran los empresarios en su hipócrita desplegado: Así no.

(Y digo hipócritas porque se quieren dar baños de pureza cuando, antes y ahora, han sido y son parte del juego del poder; han saboteado con dinero la democracia; han hecho alianzas con el poder en la oscuridad y por encima de la ley; y dicen ahora que por ellos 9 de cada 10 mexicanos tienen empleo: falso, no crean los empleos per sé porque no son madres de la caridad, lo hacen para ganar dinero, lo cual es legítimo, pero que no se erijan en benevolentes criaturas salvadoras de la patria. Olvidan que cerca del 60 por ciento de la población laboral está en la economía informal… Y claro no actúan así todos… uno por uno. Se cierra el largo paréntesis para dar paso a comerciales…).

No, así no se puede aspirar a un país mejor en todos sentidos, si en cada individuo no se da, desde dentro, desde su formación y su conciencia, una aspiración responsable a una vida digna y respetuosa.

¿Con qué cara y autoridad se pide o exige un mejor gobierno, un gobierno de primer mundo, si no superamos nuestra cultura de país subdesarrollado de cuarta?

Por fortuna hay cada día sectores más educados, concientizados y responsables. Pueden no tener un juicio académico, pero la aspiración por una vida mejor, la formación cívica, el sentido de patria y el camino de la cultura, construyen un sendero cada vez más ancho y plural.

En estos segmentos, tienen perfectamente claro que ningún presidente del país va a cambiar a México de un día para otro; que la erradicación de vicios y la solución de grandes problemas no vendrá de modo mágico ni producto de un milagro. Esas son concepciones falaces más producto de la ignorancia que de otra cosa.

Por una sencilla razón, elemental razón: el cambio parte de los mexicanos. De todos nosotros. Y ese cambio que anhelamos, el que soñamos y admiramos en otros países, debe ser práctica diaria de cada uno. En lo micro y en lo macro.

Esos pelafustanes que se pasan los semáforos en rojo; que gritan insultos a todo mundo desde el anonimato de las redes; el comerciante que roba en el peso de los productos; el que escamotea los derechos de los trabajadores; el trabador que hace su tarea “a medias” o de pésima calidad; el que hace trampa en los exámenes; el que imparte clases de modo improvisado; el que arregla un coche o presta un servicio “al ai se va”, esa y una larguísima lista de gentuza de baja ralea, no son los mexicanos que representan a este país.

Esos, triste es decirlo, son los antimexicanos. Así no es  la mayoría responsable de este país.

El cambio es dual. El cambio que se exige arriba debe practicarse abajo.

El cambio es bipartito, si no no es cambio.

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.