Reflexiones en torno al XIV Congreso de Investigación Educativa

  • María Teresa Galicia Cordero
Educación amenazada. Grandes desigualdades prevalecen. Someten a la política los bienes a cuidar.

En días pasados, asistí al XIV Congreso Nacional de Investigación Educativa del Consejo Mexicano de Investigación Educativa,  COMIE, en San Luis Potosí, que tuvo que ver con los  aportes y desafíos de la investigación educativa para la tranformación y la  justicia social.

Rosa María Torres, presidenta actual del COMIE, afirmó  que estamos en la región más desigual del mundo refiriéndose a America Latina, en donde hablar de educación es imperativo ante una realidad diversa en la que prevalence la  desolación social y que amerita preguntarse: ¿cuáles son las batallas decisivas que la educación debe enfrentar?

Su respuesta -que comparto-  es que los investigadores debemos de cumplir con nuestra obligación en un tiempo en el que México  requiere de niveles de reflexividad agudos,   dentro de una comunidad científica que también debe ser una comunidad moral,  apostando siempre por lo nuevo y por lo joven,  con una fuerte adhesión a la justicia social  en un  país marcado por una creciente desigualdad.

Pablo Gentili, por su parte,  conferencista inaugural,  expresó ante un auditorio abarrotado  que hoy como nunca la educación y el derecho a la educación en América Latina están amenazados a través de cuestionamientos provocadores: ¿Vivimos en una sociedad democrática, en una escuela abierta y con un derecho a la educación sostenido? ¿Se garantizan aprendizajes relevantes  y significativos en los diversos contextos  en nuestras realidades complejas?.

No debemos de olvidar que la lucha por la inclusión tiene que ver  con la humanización y que el derecho a la educación se procesa y se fragua en una educación pública universal y homogénea  a través de un proceso desigual, ya que los sistemas educativos en America Latina han logrado avances en el acceso universal pero no por ello  son menos desiguales.

Las dinámicas de fragmentación, división, segmentación y diferenciación que existen  en la escuela pública tienen que ver con el monopolio del conocimiento en América Latina a través de  un proceso de encapsulamiento del espacio público,  en donde la democracia es un bien que combaten los grupos conservadores , así la escuela pierde sentido  por el tipo de escolarización que se legitima a través de procesos de evaluación en campos muy estandarizados con parámetros homogéneos, centralizados, que penalizan, culpabilizan y  discriminan a los docentes.  

Fuera de la escuela está la democratización del saber, ¿será verdad entonces que todos necesitamos los mismos conocimientos para acceder de forma exitosa a la modernidad?

Y aquí tendría que pensarse  entonces cuál es el sentido de la educación hoy, o mejor dicho, de la escolarización  cuando se cosifica al saber y no se potencian las diferencias. Hay que recordar que en  las regiones más pobres,  lo único que existe a veces es una escuela a nivel territorial, ¿a quién entonces le toca defender a la escuela pública?

Según Gentili, es una tarea compartida para nosotros los investigadores, porque esa defensa tiene que ver con una escuela pública en la que se construya, en la que exista pasión por lo que se hace, en la que se fomenten los sentidos y saberes en contra de la discriminación, porque investigar tiene que ver con el compromiso, con la acción y transformación  con sentido, con ese sentido derivado de  la construcción de una sociedad más justa y mejor.

Estas reflexiones abrieron el Congreso Nacional en el que a través de ponencias, conferencias, seminarios, páneles, presentaciones de libros, conversaciones educativas, presentación de revistas y de resultados de investigación, se conoció, debatió, criticó y reflexionó  sobre el estado actual del conocimiento de la investigación educativa.

En este momento estoy viajando a Madrid y llama mi atención  una reflexión en el periódico  escrita por Bellot, referida al conflicto independentista: “la educación es un arma tan potente y tan poco valorada por los gobiernos, independientemente de su color (…) todos han intentado hacer política con ella y así obtener beneficios electorales hasta el punto de ser incapaces de ponerse de acuerdo en un modelo educativo (…) ahora recogemos lo que se ha sembrado  y consentido durante varios años, no sé si estamos a tiempo de darle la vuelta a esto, lo que sí tengo claro es que sera cuestión de mucho tiempo y de no cometer más errores en nuestro sistema educativo”. ( pag.   17, El Mundo,  7/12/2017).

Es justo comentar que no asistió al Congreso el hoy exsecretario de Educación Pública y en su lugar lo representó el  subsecretario de Educación Básica de la SEP, Javier Treviño Cantú,  quien pareció no darse cuenta del evento al que asistía, ya que su discurso se centró en todas las bondades del modelo educativo impulsado por Nuño y en donde estuvo ausente la reflexión crítica sobre la situación educative actual del país.

En este momento  todo cambia, la mirada está puesta en la elección del 2018 y me pregunto ¿dónde quedó entonces todo ese interés y compromiso enunciado por los representantes del gobierno federal por la educación pública?

Y pienso también  en el verdadero interés por la educación pública en nuestro estado, ¿qué tan legítimo es? Cierto, los investigadores tenemos tareas pendientes, pero que ay de quienes diseñan a modo las políticas públicas sobre educación.

Al tiempo… tiempo. 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.