Estados Unidos, Francia y el Estado Islámico

  • Oscar Barrera Sánchez

Los ataques realizados en territorio francés, el viernes 13 de noviembre, con un saldo de 132 personas muertas y decenas de heridos, no es más que una forma de reactivar la economía norteamericana y la europea. La fórmula empleada por los Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001 ha sido recurrente en los últimos años, mismos de una profunda crisis del capitalismo. Esta receta se ha vuelto caduca pero efectiva, ya que sigue siendo el mismo discurso, originado tras la caída de la Unión Soviética y el motivo de intervención estadounidense en el mundo. El Estado Islámico no es más que el dispositivo de control, vigilancia e intervención de los países dominantes sobre los dominados, con materias primas útiles para los primeros.

Es sabido que ISIS fue formado por Estados Unidos (del inglés Islamic State of Iraq and Syria) es una organización formada y estrenada por el gobierno de los Estados Unidos y financiada por este país, al igual que por Israel y Arabia Saudita y, lo que busca es bajar los precios del petróleo, desestabilizar los mercados financieros que muestren la solidez de economías emergentes y potencialmente potencias económicas y militares, como es el caso de Rusia. Del mismo, es evidente que el enemigo tras la caída del bloque socialista en 1991, el Islam, es el arma y la víctima de los ataques. El Estado Islámico no es islámico, ni fundamentalista, como lo han querido vender a la opinión pública. Este grupo fue creado para desestabilizar a países como Irak y Siria y mantener bajo presión a Irán. La creación de estas milicias financiadas por occidente implicaba para los países europeos y Estados Unidos una constante oportunidad de invadir una de las regiones más ricas en petróleo y mantener a raya a Rusia y a Irán.

El Estado islámico, al igual que Al-Qaeda son agrupaciones con una mentalidad occidental, basta identificar que los yihadistas, principalmente, son jóvenes británicos, franceses, italianos y demás europeos que son reclutados en sus países, con discursos occidentales, no islámicos. Así, occidente (claro, los países ricos) crean sus enemigos para poder a invadir a sus verdaderos enemigos, con el pretexto de protegerlos, ayudarlos y llevarles la modernidad a sus vidas. Una nueva forma de colonialismo es lo que se ha venido gestando en el Medio Oriente islámicos, a través de estos grupos financiados por los países ricos.

De esta manera, Estados Unidos, Inglaterra, España, bajo el gobierno derechista de José María Aznar y, ahora Francia han sido los países en los cuales se han llevado a cabo “los atentados”, que curiosamente viven crisis económicas constantes y, con la “guerra” (que no es una guerra porque no hay la misma fuerza de los ejércitos para combatir; lo que hay es una invasión y un ataque artero) reactivan los mercados interno y externo y, con ello, la economía no sólo de sus países sino de su región.

Por otra parte, se exalta el nacionalismo que, reacciona contra toda diversidad. Las puertas a los migrantes africanos, sudamericanos y, obviamente, árabes se cierran ante las olas de desplazados en esa región, producto de una guerra que ha provocado y sostenido occidente. Cualquiera es sospechoso después esos ataques, pero si se es blanco o europeo, se es menos sospechoso. Si se es musulmán, seguro es un terrorista. Entonces, ¿dónde quedó la libertad, la igualdad y la fraternidad de la Revolución Francesa? ¿dónde quedó el uso de la razón? Patrañas de una revolución hipócrita y cuya herencia farsante articula el pensamiento moderno. ¿Hollande actúa como un socialista? Él actúa como un vulgar lacayo del imperio, del capitalismo, que prefiere asesinar a los suyos y a los Otros, para favorecer un sistema económico que cada vez muestra mayor debilitamiento y falta de legitimidad política.

Pues de nueva cuenta, Estados Unidos y sus aliados occidentales arman guerras para beneficiarse, aunque en sus designios corra sangre de civiles que no tienen nada que ver con sus planes, no sólo franceses, sino sirios, afganos, libios, iraquíes, entre muchos otros más. No hay ciudadanos de países más valiosos que de otras naciones, pero parece que la vida de un francés es más importante y apreciada por la farsante moral capitalista, blanca y occidental que la de cualquier ser humano del mundo, basta encender la televisión y observar todo el desplegado de marketing político de los hechos. Basta revisar el Facebook y las portadas azul, blanco y rojo, para darse cuenta de la enajenación y del trabajo mediático. ¿Y los muertos en México con armas alemanas, norteamericanas y francesas? ¿y las muertes históricas con armas y financiamiento de los países ricos para desestabilizar gobiernos democráticos?

Una nueva “guerra” para enriquecer a los ricos, a costa de la muerte, el sufrimiento y la desestabilización de los más pobres, como siempre. Estados Unidos, Inglaterra, Francia y demás compinches los beneficiados. Claro, los gobiernos y las corporaciones, aunque sus súbditos ciudadanizados sigan cantando La Marsellesa, en Francia o en el mundo.

Picaporte

Pues dice Hillary Clinton que Estados Unidos sí metió las manos en el golpe de Estado contra el gobierno de Manuel Zelaya, en Honduras, en 2009. Nada de extrañarse, los gringos siempre lo han hecho. Pero con todo eso, la gente les sigue creyendo en Medio Oriente.

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.