Campo e Industria, mayor población económicamente activa

  • Alberto Jiménez Merino

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), 644 mil 818 poblanos se dedican a actividades primarias; 555 mil 597 a la industria y ambos sectores suman un millón 200 mil 415 personas, equivalente a casi 50 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) del estado, cuyo universo es de 2 millones 542 mil 262 trabajadores.

También señala la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que 45 por ciento de los jóvenes padecen algún nivel de pobreza. Más de la mitad de la población en general son jóvenes menores de 30 años.

De acuerdo con los últimos estudios socioeconómicos, 62 por ciento de la PEA en el medio rural vive con menos de un salario mínimo, pero la mitad de ésta no registra ingresos formalmente. Son los que viven de trabajar como jornaleros: cortar leña, cazar, recolectar y pescar, generalmente con escasas técnicas o artes depredadoras, provocando una gran presión sobre los recursos naturales. En la industria la situación no es muy diferente, una gran proporción promedia los 3 salarios mínimos diarios.

Hay que recordar que la escolaridad en el campo es muy limitada, promedia los 3.3 años en los beneficiarios del PROAGRO, que contabilizan casi 150 mil productores en el estado y casi 2.8 millones a nivel nacional. Pero aun teniendo la oportunidad de seguir estudiando, la educación ambiental, la educación financiera y la educación alimentaria son tareas pendientes de la escuela, que se agravan cuando tampoco existe una orientación vocacional efectiva que permita ayudar a los niños y jóvenes a conocerse a sí mismos.

Más grave aún es el problema del desarrollo de las familias, cuando vemos que las revisiones curriculares en las instituciones educativas, invariablemente le dan prioridad a los que continúan estudiando. Pero casi nadie se preocupa por los que abandonan la escuela o sólo alcanzan etapas intermedias, debido casi siempre a problemas económicos o falta de cobertura del Estado mexicano.

Los resultados no pueden ser distintos a los conocidos por todos: baja productividad, acelerado deterioro de los recursos naturales, reducidos salarios, proclividad a la delincuencia e inseguridad pública en muy diversos niveles.

Esto ha provocado que se deteriore el tejido social a niveles muy difíciles de volver a tejer, si no aceleramos el paso en reconocer las causas y atenderlas y no sólo atender sus consecuencias, como en muchos casos ocurre hoy.

Hay que recordar que en el campo se identifican un poco más de 100 problemas, entre grandes, medianos, chicos y algunos menos importantes. Pero al analizar cada uno, hemos encontrado que tanto en el sector educativo, como en el gubernamental, no se están atendiendo ni siquiera 30 de estos.

Muchos problemas conocidos desde hace 50 años, no sólo no se han resuelto, sino que la mayoría se han agravado y mantienen esa tendencia.

Según INEGI, en más de 800 de los mil 200 ejidos de Puebla, con más de 200 mil ejidatarios, los jóvenes ya no se están quedando en el campo a reproducir las condiciones de pobreza de sus padres y han optado por migrar a las ciudades nacionales y al extranjero. Es la educación y orientación básica la que no está enseñando las opciones a seguir en el desarrollo personal, familiar y comunitario.

Si no preparamos a nuestros jóvenes como líderes de proyectos, si no formamos los recursos humanos que habrán de atender problemas específicos para conducirnos al desarrollo, seguiremos lamentando, echando culpas y viendo agravarse los problemas en un territorio rico en recursos naturales, capacidades individuales y colectivas.

Lo único que genera riqueza es la creación de empresas, pero el modelo de formación técnica y profesional todavía sigue preparando gente para trabajar en el sector público.

Ser universitario, a juzgar por las estadísticas, sigue siendo una ilusión para millones de jóvenes, porque la familia no cuenta con recursos y el Estado no está preparado para recibir a todos los que desean seguir una carrera universitaria. Necesitamos impulsar emprendedores.

Si una mayoría económicamente activa se dedica al campo y la industria, sería deseable que las políticas educativas y públicas se orientaran hacia esos sectores para fortalecerlos. No se requiere ser un gran estadista o un mago para saber lo que seguirá pasando de no hacerlo.

 

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Alberto Jiménez Merino

Ingeniero Agrónomo. Exrector de la Universidad Chapingo. Trabajó como secretario en 3 administraciones estatales. Consultor FAO. Tiene 3 Doctorados Honoris Causa y 15 libros escritos. Candidato del PRI a la gubernatura 2019.