Niños de la bestia

  • Eduardo García Anguiano
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Los niños migrantes estacionados en las fronteras, barbarie moderna del continente americano.

Hace unos días los medios de comunicación reprodujeron diversas noticias sobre la difícil situación de los niños estacionados en las regiones fronterizas de México y Estados Unidos de América.

Este problema de migración salvaje no es nuevo, quizá sea tan antiguo como las balsas de cámara de llanta del Suchiate; incluso ha habido el tiempo suficiente para producir películas como: “La vida precoz y breve de Sabina Rivas”, adaptación fílmica, a su vez, de un libro de Rafael Ramírez: “La Mara”.

Lo novedoso del asunto tal vez sea que hoy todos tienen algo de culpa, aunque se refiera que el país responsable del problema es otro, porque todavía hace algún tiempo los discursos públicos de las naciones expulsoras y las de tránsito, dirigían sus baterías al país receptor de los migrantes y viceversa.

Separemos los comentarios por el lugar que ocupan en la familia:

Primera oleada.- Mientras el problema fue principalmente de hombres, la migración era legal y/o tolerada y justificó el actuar en términos de seguridad, cuando de manera ilegal entraban los migrantes trabajadores a un país.

Segunda oleada.- Más tarde el fenómeno pasó al género femenino, las mujeres protagonizaban las historias de vejaciones en el trayecto del terror, asunto que ya no apareció como un tema de ilegalidad del migrante, sino de explotación del ser humano, como se aprecia en la película aludida.

Tercera oleada.- Hoy el problema llega a la niñez y la situación se presenta como tragedia humanitaria; al parecer se ha tocado fondo al ser los menores de edad quienes prefieren sortear lo que el trayecto de la “bestia” representa, porque desean llegar con sus familias o mantener la esperanza de una vida mejor.

Mientras que este fenómeno sólo se analice bajo la visión de la migración y de ciertos aspectos del desarrollo las soluciones serán parciales, porque un breve diagnóstico nos dice que los migrantes son: enganchados en su país de origen por mafias, los vigilan durante el trayecto y buscan asegurar el pago en el lugar de llegada, además, otras se aprovechan de ellos durante el viaje.

Por lo que a la lógica demográfica y sus medidas consecuentes, debe adicionársele la de la seguridad pero a la inversa: el objetivo a neutralizar no es el “migrante transgresor”, sino las mafias de traficantes del destino humano.

Movimientos migratorios siempre habrá, más en un mundo globalizado, lo que puede detenerse y sancionarse es el tráfico de humanos que imitando el estilo esclavista, ha construido un escenario de barbarie como en siglos pasados.

Hoy los niños de la “bestia” viven a manera de drama las palabras del viajero y escritor suizo Nicolás de Bouvier: “Uno cree que va a hacer un viaje, pero enseguida es el viaje el que lo hace a él.”

                                                                                                              @EGAnguiano

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Eduardo García Anguiano

Sociólogo y maestro en Administración Pública. Ha laborado en el gobierno federal y gobiernos locales en áreas de seguridad y gobierno. Ha sido profesor en la Universidad de las Américas Puebla, el IMIDECIP y el INAP. Escribe la columna Operación Seguridad.