Infancia y trabajo

  • Alejandro Armenta Mier
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La Organización Internacional del Trabajo (OTI) define al trabajo infantil como toda actividad económica llevada a cabo por personas menores de 15 años de edad.  Entonces, el trabajo infantil es la participación de una niña, un niño o un adolescente en una actividad en el marco de la economía formal o informal para su propia subsistencia o para contribuir a la economía familiar al margen de la protección jurídica y social prevista en la ley.

Existen actividades formativas, no consideradas como trabajo infantil, ya que no afectan su salud o desarrollo personal ni interfieren con su educación de los niños y las niñas, es decir, son acciones positivas, tales como ayudar a sus padres o madres en la casa, asistir a un negocio familiar o ganarse dinero para gastos personales fuera de las horas de la escuela y durante las vacaciones escolares.

México cuenta con una población de 32.5 millones de niños (INEGI, 2010) de los cuales 28.9 millones tienen  entre 5 y 17 años de edad, lo que representa el 25.4% de la población nacional. Y se registran alrededor de 4 millones de niños en el campo laboral.

Los factores relacionados con la existencia del trabajo infantil son principalmente de naturaleza económica, demográfica y socio cultural, como lo es la pobreza, el desempleo, los insuficientes recursos de las familias, las condiciones inesperadas en la familia como la muerte o el abandono, la violencia intrafamiliar, la discriminación de Género, la ignorancia y patrones culturales nocivos arraigados, la baja escolaridad de los padres de familia, la percepción  de la educación como un gasto y no una inversión además de la migración, entre otros.

De la población infantil ocupada en México (2011),  1.8 millones (59.7%) labora para un familiar, mientras que 1.2 millones de niños y niñas (40.3%) lo hace con un no familiar o por su cuenta -80 mil 970 menos con respecto al 2009-; de los cuales 687 mil están en el grupo de 5 a 13 años de edad y 1.1 millones en el grupo de 14 a 17 años de edad.

Entre las principales ocupaciones de los niños y las niñas que labora con un no familiar, 26 %  son trabajadores industriales, artesanos y ayudantes; 26.9% son trabajadores en servicios domésticos y personales. (6.9% y 20.0% respectivamente); 18.2%  son trabajadores agropecuarios; 15.4% son comerciantes y empleados de comercios y establecimientos; 5.7%     son vendedores ambulantes y trabajadores ambulantes en servicios; y 7.9%   realizan otros trabajos.

 Si bien entre 2009 y 2011, ha disminuido de 10.8% a 10.5%  la tasa de ocupación infantil, esto se debe  principalmente al cambio demográfico en la estructura poblacional del país, y  a los resultados de las políticas públicas, en particular, las becas otorgadas a las niñas y los niños para su permanencia en la escuela.

De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en 2011, la mayor parte de la población infantil ocupada con un no familiar contribuye con menos de la mitad de sus ingresos o no aporta a su hogar. Sólo una tercera parte de las niñas y los niños aportó la totalidad o la mitad o más de sus ingresos al hogar.

Por lo que si las niñas y los niños dejaran de trabajar, en el 56.2% de los casos, no habría impacto económico en el hogar y en el 43.4% sí se verían afectados.

Entre las entidades federativas con mayor tasa de ocupación se encuentran Guerrero, Colima, Michoacán, Oaxaca, Nayarit y Puebla.

En Puebla 21 mil 375 niños y niñas trabajan por que el hogar necesita de su aportación económica; 81 mil 3 porque el hogar necesita de su trabajo; 42 mil 835 por aprender un oficio; 37 mil 94 para pagar la escuela y/o sus gastos propios; 17 mil 133 porque no quieren asistir a la escuela; y 36 mil 735 por otras razones.

Siendo el nivel de ingresos de las niñas y los niños ocupados es en un 17% de hasta un salario mínimo; en un 13% más de 1 y hasta 2 salarios mínimos; en un 66% no reciben ingresos; en un 3% más de 2 y hasta 3 salarios mínimos

El trabajo infantil, en el corto plazo, contribuye al incremento del ingreso en el hogar, a tal grado que la aportación infantil representa entre 20 y 25% de los ingresos de las familias más pobres; pero en el largo plazo disminuye la formación del capital humano, ya que los menores trabajadores no asisten a la escuela o la abandonan antes de concluir la educación básica.

Por lo que al llegar a la edad adulta sus oportunidades de desarrollo, mejora económica y empleo se restringe a empleos poco calificados con remuneraciones muy bajas, reproduciendo la pobreza.

Instrumentar estrategias en las entidades federativas de mayor incidencia de ocupación laboral de niñas y niños entre 5 y 17 años de edad, entre ellas Puebla, será un importante desafío para los distintos órdenes de gobierno.

Además de fomentar la implementación de programas de transferencias económicas condicionadas para mejorar el acceso, la permanencia y la reintegración de las niñas, niños y adolescentes en el sistema educativo, retirándolos del empleo con el fin de que concluyan su educación básica y obligatoria.

 Así  también, será primordial, impulsar iniciativas de corresponsabilidad entre gobierno, empleadores, trabajadores, padres de familia y sociedad, para promover una cultura de cuidado y protección de la infancia y la adolescencia, que priorice su educación, recreación y desarrollo integral.

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Alejandro Armenta Mier

Maestro en Administración Pública, presidente del Senado de la República y presidente de la Comisión de Hacienda. Más de 34 años de su vida dedicado al servicio público. Mis principios: ser útil, agradecido y acomedido.