Por fin las elecciones internas del Partido Acción Nacional llegarán a su fin este día en medio de acusaciones, guerra sucia, intento de democracia, los panistas quieren elegir presidente y los poderes en juego intentan intervenir.

Este día se mide la capacidad de imponer o impedir dirigencias, estrategias y cuadros futuros a nivel nacional y particularmente en Puebla, donde el activismo del gobernador ha llevado el escenario a extremos impensables dentro de la filosofía del llamado "bien común".

Cecilia Romero, presidenta interina del PAN enfrenta hoy un conflicto de los grupos en pugna y seguramente se prepara para el escenario de la impugnación; así los revelaba en una entrevista el viernes por la tarde al precisar que los panistas habían fomentado siempre el debate, la discusión y el derecho a disentir, pero ahora se ha llegado a terrenos peligrosos de extrema confrontación.

Por vez primera el PAN se enfrenta a una metodología de elección de militantes, directa, sin la experiencia de haberlo hecho antes y donde las leyes del mercado y las técnicas de su conquista aportan nuevos elementos de confrontación.

Nunca antes un presidente del PAN ha llegado por voto directo de todos los militantes, la democracia había sido un tanto elitista, sin pensar en el dedazo como sucede en el PRI. Por tanto han intervenido otros factores ajenos a la ideología, la filosofía, o los principios de Acción Nacional.

El prestigiado politólogo, analista e investigador Moisés Naim describe en su último libro los canales a través de los cuales se ejerce el poder en la actualidad. Merece la pena repasarlas para entender lo que ha sucedido en el PAN las últimas semanas y cómo los aspirantes encajan en las definiciones.

El canal de "La fuerza", contempla amenazar con el empleo de la fuerza como elemento contundente en situaciones extremas para "lograr que otros hagan o dejen de hacer algo".

"La fuerza -escribe Naim- puede ser un ejército conquistador, un policía con sus armas y su capacidad de arrestar y encarcelar...".

Otro canal se denomina "El código", es decir la obligación moral de no causar daño a los otros, "las tradiciones, las costumbres culturales, las expectativas sociales, las creencias religiosas y los valores transmitidos a través de las generaciones... la moral". El código, asegura Naim no emplea la coacción, sino que activa nuestro sentimiento de obligación moral.

El canal de "El mensaje" podría llamarse también como el poder de la publicidad que obliga o induce a "comprar el producto". Interviene en su ejercicio "la capacidad de persuadir a los otros, hacerles ver la situación de tal forma que se sientan impulsados a promover los objetivos o intereses del persuasor".

Y finalmente el canal de "La recompensa". Moisés Naim parte de la frase "No lo haría ni aunque me paguen" y considera que lo normal es lo contrario, la gente acepta una recompensa a cambio de hacer cosas que en otro caso no haría.

"Cualquier persona -dice Naim- con la capacidad de ofrecer recompensas materiales dispone de una importante ventaja a la hora de lograr que otros se comporten de manera coincidente con sus intereses".

Tal vez el lector llegue a la misma conclusión que el reportero, el uso de la fuerza es empleado cuando la recompensa, los ideales, la moral, no han convencido al otro de hacer lo que uno quiere; la diferencia de su uso está en si quien la ejerce es un tirano o un gobernante benévolo y demócrata, aunque en ambos casos se basa en la coacción y como dice Naim "les obedecen porque saben que, de no hacerlo, pagarán las consecuencias".

así las cosas el principio filosófico del partido podría quedar hoy en letra muerta: “Acción Nacional es una organización permanente de todos aquellos que, sin prejuicio, resentimientos ni apetitos personales, quieren hacer valer en la vida pública su convicción en una causa clara, definida, coincidente con la naturaleza real de la nación y conforme con la dignidad de la persona humana”

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