La democracia moderna
Introducción
Una de las discusiones recurrentes acerca de la Democracia es si lo nuevo es la democracia indirecta representativa o lo sería la democracia directa. En esta discusión se recurre a pretender la posibilidad de emular la democracia original de los pueblos que la inventaron y la practicaron, tal sería el caso de los griegos. Esa fue hasta donde sé sabe la época de las formas de democracia directa. El contexto fue el de una ciudad pequeña, la polis, y la situación propia de la estructura social de la época, incluso con la existencia de esclavos. Los ciudadanos podían dedicarse a las cosas públicas por tener prácticamente resuelto el quehacer cotidiano. En fin en ese contexto se podía practicar una suerte de democracia directa.
En una sociedad moderna con las dimensiones y la complejidad de las actuales, la democracia y sus formas de organizarla tiene que ser más compleja que la descrita en las proclamas de los que reivindican la democracia directa como la única forma de adoptarla como forma de acceso al poder y como sistema político de gobierno. Al respecto, conviene rescatar lo que es esencial en el funcionamiento de las democracias en las ciudades de la antigüedad, principalmente las Griegas. Debemos considerar que la democracia de los griegos contiene un significado correspondiente a la sociedad que existió en el siglo V antes de Cristo, pensar que la democracia de hoy puede ser asimilada a la que se desarrolló en ese tiempo podría significar pasar por alto dos mil años de cambios. Debemos aceptar que la democracia helénica se concebía como una relación simbiótica con la Polis, la que no constituía una ciudad estado, más bien era una ciudad comunidad. La aparición del estado fue muy posterior y significó la aparición legítima y sistemática de estructuras de mando social de autoridad, poder, coacción; que inciden en la sociedad como un todo.
La democracia Hoy
En la democracia moderna con la existencia de estructuras estatales, con repúblicas estructuradas para sociedades integradas por millones de ciudadanos la opción hasta ahora conocida es la democracia indirecta, la democracia liberal que ha permitido resolver un añejo problema: el de conjugar el sistema democrático con la seguridad de la libertad individual del ciudadano, lo que ha significado la instauración del sistema democrático constitucional.
De modo reiterado se plantea la exigencia de una mayor democracia que se traduce en la propuesta de que la democracia indirecta se combine con formas de operación que son propias de la democracia directa e incluso se llega a proponer la posibilidad de substituir la primera por la segunda. El planteamiento es ya añejo, uno de los más notorios en la reivindicación fue Rousseau que afirmó: la soberanía no puede ser representada, por lo que el momento de poder del pueblo se reduce al momento en que elige a sus gobernantes, después vuelve a ser subordinado.
Por diversas razones el mismo reconoce que el ideal de democracia, la directa no ha existido ni podrá existir, son demasiados los requisitos que se deberían reunir. Refiriéndose a la democracia directa, en su conocida obra “El contrato social” afirma: que si hubiera un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres.
Para profundizar en la construcción de un sistema democrático se tiene que definir sus componentes y sus contornos, por las circunstancias de la sociedad moderna debemos aceptar de que solo es viable una democracia indirecta que deberá ser al mismo tiempo representativa en su sesgo de representación delegada o en el de fiduciaria, entendiendo que un estado democrático implica un poder legislativo representativo pero también un poder ejecutivo representativo, así como el poder judicial, en pocas palabras, todo el estado.
Para nosotros la democracia representativa significa el hecho de que las deliberaciones colectivas, las deliberaciones que involucran a toda la sociedad no son realizadas con todos los integrantes de la sociedad del mismo modo, que las decisiones tomadas son tomadas por los representantes de toda la sociedad y no por todos los que forman parte de ella, más bien, por las personas elegidas para tal propósito, aquí si elegidas por todos los ciudadanos, para este fin.
En otras palabras, un estado democrático representativo es un estado en el que las deliberaciones políticas son realizadas y sus decisiones correspondientes tomadas por los representantes elegidos, lo mismo da que ellas se realicen en el parlamento en la presidencia de la república, en los órganos de gobierno de las entidades federativas, los órganos de gobierno municipales, en los órganos colegiados de los poderes o en los órganos autónomos.
Ya instalados en este nivel de análisis, podemos realizar una segmentación metodológica, clasificar el sistema político democrático en dos grandes aspectos el que tiene relación directa con las formas de acceso al poder, principalmente el sistema político electoral frente a lo que sería el sistema político de Gobierno o sea las formas en que se desarrolla el proceso de gobernar.
La separación es más bien de carácter metodológico, ambos aspectos siempre se desarrollan de modo imbricado, tal estrategia nos permite efectuar el análisis con mejor perspectiva de conocimiento. Así tenemos que, la cuestión relacionada con las formas democráticas de acceso al poder se encuentran muy avanzadas, los integrantes de la sociedad, ciudadanos, en los marcos de la ley y de las instituciones democráticas creadas para el efecto, resuelven, en los momentos y con los mecanismos definidos por la ley, quiénes integraran el cuerpo institucional de los que tendrán la responsabilidad de gobernar y, por tanto, de tomar las decisiones que se orientarán a resolver los problemas más importantes urgentes o no, de nuestra sociedad. Ya tenemos procesos de elección que normativamente aseguran la pluralidad, niveles mayores de equidad y resultados legítimos que se traducen con frecuencia en la alternancia de los que ejercen el poder de gobernar.
En donde se localiza el principal reto es en resolver como los gobiernos electos democráticamente, los nombrados por los ciudadanos, procederán a convertir su gestión en una forma de gobernar democráticamente.
Un primer asunto a resaltar es que el proceso de elección se guía por el criterio democrático del principio de la mayoría, mismo que deja de ser suficiente, aunque sea necesario, para la toma de decisiones, el criterio permanecerá como signo de legitimidad, pero los elegidos para gobernar tendrán que asumir que su gestión gubernamental se orientará a gobernar para el conjunto de la sociedad , para definir lo conducente el gobierno deberá recurrir a pulsar a través de un método, diseñado con ese propósito, lo que se deberá entender como el interés general de la sociedad de que se trate. Solo así podrá encontrar el grupo gobernante indicios de lo que constituye gobernar de manera plural participativa e incluyente, es decir, democráticamente.
El asunto es cómo garantizar que efectivamente en ese proceso se mantendrá la conexión de los ciudadanos con las decisiones que el gobierno tiene que tomar de manera reiterada y sistemáticamente.
Para lograr un control democrático, de parte de la ciudadanía, se tendría que definir los métodos de vigilancia que aseguren el cumplimiento del principal compromiso de los elegidos para tomar las decisiones correctas tendientes a resolver los problemas que formula el desarrollo de la sociedad, se tendría que establecer las consultas sobre temas esenciales, muy específicos, y cuando la situación lo amerite el referéndum revocatorio del mandato. Así tendríamos una democracia indirecta, con instrumentos para ajustar, con la participación de todos los ciudadanos, la circunstancia a la vigencia del poder democrático.
En este propósito existen diversas tendencias, las más sobresalientes son: las que reivindican la democracia directa: la plebiscitaría, la de referéndum y otras que tienen diversas vertientes. frente a ellas se encuentran las distintas opciones que se identifican con el ejercicio de la democracia indirecta en las que destacan las relacionadas con la denominada democracia participativa, y las que de plano piensan que los elegidos para gobernar deben tener el pleno derecho para tomar las decisiones de políticas con el justificante de que son autoridades representativas. Tenemos la hipótesis de que lo que ha hecho falta es reconocer que lo viable en las actuales circunstancias es la democracia indirecta y que sería muy plausible rescatar la representatividad y acompañarla de instancias colegiadas representativas que aseguren la pluralidad, es decir, que las diversas opciones de política, resultado de los procesos de elección de autoridades, no solamente sean escuchadas, sino que además, sean tomadas en cuenta en el proceso de la toma de decisiones.
En la propuesta se rescata el carácter representativo de las estructuras de gobierno democrático y representativo reforzándolo con instancias colegiadas representativas que aseguren la posibilidad de que la representatividad de las diversas opciones se refleje en la estructura de las decisiones, iniciando con la decisión sobre las políticas y sus prioridades dentro de los planes de gobierno.