El arribo de Maximiliano (Primera Parte)

  • José Alarcón Hernández
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Las sociedades humanas, han transcurrido por diversas formas de gobierno, desde la sociedad esclavista, hasta la globalización, de la economía, de las finanzas y de la técnica.

Así, gobernaban los esclavistas, los feudales, los emperadores, los reyes, hasta nuestros días en que se “eligen” a los gobernantes.

En fin, en la nación mexicana además de los Tlatoanis tuvimos al emperador Agustín de Iturbide y al emperador Maximiliano.

Las fuerzas liberales derrotaron al ejército francés en 1962; en 1963 se consumó el sitio de Puebla y en 1964 llego el emperador Maximiliano.

Ahora le comparto unos párrafos del libro “Un viaje a México en 1864”, que escribió Paula Kolonitz:

 “No hay lugar en el Nuevo Mundo cuyo aspecto tan mal satisfaga las ansias y la expectativa de quien llega con el ánimo lleno de esperanzas, como el de Veracruz”.

“La costa es plana, arenosa y sin vegetación. Las casas no tienen tejado y están construidas en línea recta, regulares, formando una vasta calle dando en todo la apariencia de un cementerio”.

“La Villa Rica de la Veracruz… es uno de los lugares más maléficos y malsanos del mundo... reina aquí la fiebre amarilla”.

“…Por la putrefacción de las plantas, el aire se impregna de mortíferas exhalaciones…La melancolía es mayor cuando se ven, sobre un escollo de coral, los restos de una nave francesa que aquí naufragó”.

“…No había ni una señal de vida… El nuevo soberano de México estaba frente a su propio imperio, en poco tiempo debía pisar su suelo, pero sus súbditos se habían escondido. Nadie lo recibía”.

“Nuestras impresiones fueron dolorosísimas y nuestro corazón estaba angustiado”.

“…El general Almonte…, esperaba en Orizaba la noticia del desembarque. Por el temor de la fiebre amarilla se conservaba lo más lejos posible de Veracruz”.

“De sus ocho mil habitantes, la mayoría son forasteros”.

“El prefecto y el Ayuntamiento habían ido al encuentro del general Almonte…Poco después apareció el comandante de las tropas francesas, el contralmirante Bosse…”

“Primero que nada nos aseguró que el lugar era el más infecto y que resultaba muy peligroso dormir allí”.

“…Dijo que se habían formado bandos con el propósito de hacer prisionera a la pareja imperial y que el general Bazaine no había tenido el tiempo suficiente para garantizar nuestra seguridad personal”.

“Almonte nos hizo la más favorable impresión. Él es hijo de aquel párroco Morelos que se hizo célebre durante la guerra de Independencia”.

 “Al caer la tarde tronaron todos los cañones del fuerte de San Juan de Ulúa”.

“Cuanto más se acercaba uno a la ciudad más pestilente se hacía el olor que es característico de Veracruz”.

“El temor a la fiebre amarilla les había impedido ir a recibir a sus nuevos soberanos, los cuales sólo tenían a su alrededor una escasa parte de la población que se había limitado a festejarlos con los acostumbrados arcos triunfales y los usuales petardos”.

“La acogida fue glacial”.

“Llegamos a Soledad, que es un lugarejo solitario y pobre en el cual habían hecho un cobertizo de madera adornado como mejor pudieron y donde nos fue servido un abundante desayuno”.

“Sus majestades viajaban en un coupé inglés que dio pruebas de la máxima solidez llegando íntegro y sano hasta la ciudad de México”.

“Estos vehículos eran transportados por ocho mulas, dos adelante, cuatro en medio y otras dos atrás”.

“Comenzaba la estación de las aguas, las nubes se hacían densas, se oscurecía el sol y con él las montañas, por lo que poco pudimos gozar de la vista del altísimo pico de Orizaba...”.

“Los lugares por donde pasábamos estaban en su mayor parte despoblados. Sólo de vez en vez…, encontrábamos cabañas hechas de carrizo y cubiertas de palma o de hojas de maguey”.

“Sorprendidos y curiosos, con aquella mirada dulce y melancólica, nos veían los macilentos y amarillentos indios. Con frecuencia los  hombres tenían entre los brazos a los niños y las mujeres acariciaban en el regazo alguna gallina, sentados uno junto al otro. La impresión que causan estos pobres seres inspira simpatía y casi compasión”.

“En Paso del Macho fue levantada a las prisas una sala de tosca madera que adornaron elegantemente y donde nos sirvieron una comida en la que hizo los honores el prefecto de Córdoba, señor Mendoza…”

“En Orizaba se debía dormir pero fue imposible porque no había medio de proseguir más allá de Córdoba”.

“Me sorprendió la gentileza que domina entre las más bajas clases mexicanas. Los cocheros, apenas llegan a las estaciones, estrechan la mano del ayudante usando la palabra señor. Entre aquella gente del pueblo jamás oímos una frase altanera…. Tienen una dulzura y una indiferencia capaces de desesperar al europeo impaciente, altanero, curioso como es”.

“Entretanto, hacía tres horas que había anochecido y cerca de las diez llegamos a Córdoba. En una enfiestada casa, grande y bella, se había dispuesto todo para albergar aquella noche a sus majestades”.

“A las dos de la mañana llegó la pareja imperial y a esa hora tuvo que recibir homenajes, oír discursos, responder y aceptar una cena que no acababa nunca…”.

“A las seis y media de la mañana siguiente volvimos a emprender el viaje atravesando una región rica y cultivadísima, pasando entre selvas, junto a villas y haciendas, campos de caña de azúcar, de maíz, de cacao, entre jardines de naranjos, de granados…”.

“…Había numerosos arcos de triunfo adornados de las bellas flores… todos tenían enormes deseos y ansias de un gobierno ordenado”.    

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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.