Entre poética y política
- Fidencio Aguilar Víquez
Octavio Paz, él lo decía de sí mismo, era ante todo poeta, pero influyó en la formación de una perspectiva, de una visión y de una conceptualización del proceso democratizador en el mundo, en Hispanoamérica y en México, sobre todo en nuestro país.
Soledad Loaeza escribe sobre él lo siguiente: “Desde 1968 y hasta mediados de los años noventa, Octavio Paz participó en forma pertinaz y apasionada en el debate en trono a la democratización mexicana. Sus observaciones y reflexiones a propósito de la historia y de la política, del Estado, de la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y del papel de la intelligentsia fueron un referente en la discusión pública del último tercio del siglo XX. Con todo ello Paz escribió un capítulo significativo en la historia de las transformaciones del sistema político que pusieron fin al régimen autoritario.” (Loaeza, 2009: 155).
Esas reflexiones del también Nobel de literatura apuntaban al nuevo horizonte de las grandes transformaciones mundiales que tenían cabida a partir de la caída (impensable en su momento) del Muro de Berlín; seguía la democratización de los países latinoamericanos que, no sin sangre, pasaban de los regímenes militares a incipientes democracias que caminaban dudosamente; y desde luego advino la alternancia en México, impensable en otros tiempos y hoy, incluso, ya pieza arqueológica para las nuevas generaciones.
José Woldenberg, por su parte, señala: “El panorama y el debate intelectual en México serían otros sin Octavio Paz. Referencia obligada, polémica, ilustrada, incisiva, contundente, su obra generó y genera los más álgidos debates y obliga a un encuentro cargado de pasión. No se le puede ni se le debe leer con distancia, descuido, impunemente.” (Woldenberg, 2009: 199).
Desde luego, muchos vimos con esperanza y optimismo la caída del Muro de Berlín, el fin de la guerra fría, la caída de los regímenes militares en América, la democratización del país, la transición democrática sui generis, la alternancia y demás, pero, no obstante, tal como están las cosas hoy mismo, surgen nuevas y grandes dosis de escepticismo sobre la política, sobre las instituciones políticas, en particular sobre los partidos políticos y, en suma, sobre la forma y el modo de hacer política.
El propio Octavio Paz nos lo recuerda crudamente en El laberinto de la soledad:
La mentira política se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente. El daño moral ha sido incalculable y alcanza a zonas muy profundas de nuestro ser. Nos movemos en la mentira con naturalidad. Durante más de cien años hemos sufrido regímenes de fuerza, al servicio de las oligarquías feudales, pero que utilizan el lenguaje de la libertad. Esta situación se ha prolongado hasta nuestros días. (Paz, 2008: 134).
Este texto nos debería forzar a estar permanentemente atentos: ningún cambio, por muy benéfico que sea, en sí mismo garantiza que haya mayores libertades, mejores condiciones para acceder a una vida más digna y humana, si no tomamos en cuenta que toda política tiene esa dosis de gas peligroso que es la mentira política, la corrupción y la impunidad.
¿Cómo vencer o controlar esos lastres si no han de ser eliminados total y radicalmente, puesto que lo humano de suyo es imperfecto? Apelando constantemente a la razón, y lo más racional en la esfera política son, en medio de la pluralidad, y del caos de la pluralidad como dice Hannah Arendt, los pesos y contrapesos, es decir, contar con el otro, con el distinto, con el diferente, con el que no piensa ni siente lo mismo que yo. Donde no hay contrapesos, simplemente, la mentira política, la corrupción y la impunidad campean.
En otro pasaje del mismo Laberinto, Paz sostiene:
Como todos los hombres. Como ellos, vivimos el mundo de la violencia, de la simulación y del “ninguneo”: el de la soledad cerrada, que si nos defiende nos oprime y que al ocultarnos nos desfigura y mutila. Si nos arrancamos esas máscaras, si nos abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empezaremos a vivir y pensar de verdad. Nos aguardan una desnudez y un desamparo. Allí, en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres. (Paz, 2008: 210).
Violencia, simulación y ninguneo, son el modus operandi del poderoso cuando no tiene contrapesos, que atropella y cachetea a los otros por el simple hecho de tener el poder, sin percatarse del todo que la primera y principal víctima es él mismo, como bien lo enseñó Sócrates: porque no está a la altura de sus pasiones, porque éstas lo someten y lo dominan.
Pero, en efecto, más que la mirada política de Paz, que ya de por sí tiene una fuerte carga de diagnóstico objetivo, lo que plantea de fondo es su poesía: sólo en la desnudez y el desamparo, en la soledad abierta, podemos descubrir a los otros, también solitarios, pero que buscan como nosotros algún sentido.
Termino con un breve fragmento de un largo poema, “Piedra de sol”: “nuestra unidad perdida, el desamparo / que es ser hombres, la gloria que es ser hombres / y compartir el pan, el sol, la muerte, / el olvidado asombro de estar vivos” (Paz, 2006: 227).
Referencias bibliográficas:
Loaeza, Soledad (2009): “Octavio Paz en el debate de la democratización mexicana” en Stanton, Anthony, editor (2009): Octavio Paz. Entre poética y política, El Colegio de México, 327pp.
Paz, Octavio (2008): El laberinto de la soledad - Postdata - Vuelta a El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica (Popular, 471), México, 3a. ed. 1999, 6a. reimp., 351pp.
Paz, Octavio (2006): Obras completas, 11. Obra poética 1 (1935-1970), Edición del Autor, Círculo de lectores (Barcelona, 1996), Fondo de Cultura Económica (México, 2ª. ed. 1997), 4ta. Reimpresión, 588pp.
Woldenberg, José (2009): “Octavio Paz: remembranza” en Stanton, Anthony, editor (2009): Octavio Paz. Entre poética y política, El Colegio de México, 327pp.
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Es Doctor en Filosofía por la Universidad Panamericana. Autor de numerosos artículos especializados y periodísticos, así como de varios libros. Actualmente colabora en el Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV).