De individuos perversos a sacerdotes 'medio locos' calificó la Iglesia Católica a los curas violadores de cientos de niñas y niños en el mundo, evadiendo su responsabilidad moral y civil de denunciar estos delitos de lesa humanidad.

El ex sacerdote católico Alberto Athié, nos platicó esta semana en el noticiero Vértice 102 que la Santa Sede intenta defender lo indefendible, frente al informe de la ONU que documenta la protección institucional a los agresores sexuales.

Es inconcebible que el Vaticano desconociera la depravación del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, el hombre de confianza del Papa Juan Pablo II, a quien Athié acusa de omisiones graves.

Por eso, su oposición a la beatificación de Karol Wojtyla, dado su alto grado de responsabilidad en los casos de pederastia que presuntamente conocía y jamás se atrevió a acusar.

Maciel fue apartado de la vida clerical en el año 2006, sin embargo a sabiendas de sus gravísimos e inmorales comportamientos, el Papa Benedicto XVI también se desentendió de los abusos sexuales que cometió en contra de seminaristas y hasta de sus propios hijos.

Aunque los Legionarios ofrecieron perdón a las víctimas de Maciel sus atrocidades quedaron impunes. Imperdonables son sus pecados como el silencio de la institución que degradó el derecho de la niñez a crecer en una vida sin violencia.

También resulta inverosímil la protección que a finales de los 90's brindó el Cardenal Norberto Rivera Carrera al cura pederasta, Nicolás Aguilar; responsable de la violación de más de 200 niños en Tehuacán y Los Ángeles, California.

(Personalmente Rivera siempre me ha parecido un personaje frívolo y ambicioso; no me sorprende su respaldo inmoral a la pederastia que encubrió como Obispo de Tehuacán. Es ofensiva su representación eclesiástica y el apoyo que recibe de El Vaticano).

Por si fuera poco, Athié expuso un caso espeluznante dentro del drama de la pederastia. Un Nuncio polaco fue descubierto con 80 mil imágenes de pornografía infantil. Los niños fueron objetos de orgías sacerdotales y existe la sospecha que la Iglesia de República Dominicana formaba parte de una red internacional de tráfico de menores.

A pesar del descrédito internacional a los testimonios de las víctimas y sus familias por parte de El Vaticano, los defensores de derechos humanos con el enorme respaldo de la ONU han exigido a la Santa Sede entregar los archivos de los curas pedófilos a los tribunales de justicia para que sean perseguidos y condenados por sus conductas delictivas.

El Papa Francisco ha llamado a los sacerdotes pederastas y corruptos como la 'vergüenza de la Iglesia', al afirmar que estos personajes no tenían una relación con Dios sino una posición de poder y también de comodidad.

Pasar de los discursos políticos a los hechos llevará tiempo pero el Pontífice ha mostrado deseos de corregir el rumbo de la Iglesia y sus miembros, subrayando que esas malas conductas han convertido a la Iglesia en un emblema de “corrupción” en el mundo y en un motivo de “burla” de la gente.

"Los sacerdotes corruptos “no dan el pan de la vida, sino comida envenenada”" -dijo el Papa Francisco. Entonces ¿Por qué no entregar las cabezas de los curas, obispos y cardenales con responsabilidad directa e indirecta en los abusos sexuales?

El Papa debe reconocer públicamente que la Iglesia Católica falló a sus seres más vulnerables y aceptar las recomendaciones de la ONU para garantizar que nunca más será tolerado un acto de perversión entre sus filas; valdría la pena mejores filtros en la selección de los futuros seminaristas, en su salud mental y psicológica.

Estos crímenes son aún más condenables cuando se cometen en casas, escuelas o en estructuras de instituciones religiosas”, donde aparentemente los niños estarían a salvo de cualquier peligro.

La Santa Sede no puede permitirse continuar con el velo de complicidad a lo que Athié ha calificado como un crimen de Estado. Las culpas espirituales se expían en el cielo, los crímenes de lesa humanidad bajo las leyes de los hombres. Seguir ocultando el problema es profanar el mensaje de Dios.

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