¿Vive el PAN en Puebla su mejor momento?
- Marcelino León Ochoa
Algunos dirán que sí porque como nunca antes en su historia, cuenta con un Gobernador, la mayor bancada de diputados locales, decenas de alcaldías gobernadas –incluida la capital- y más de cuatro años por delante en el ejercicio del poder.
Otros dirán que estamos peor que nunca, que hemos perdido el rumbo y la identidad, que la Institución ya no es lo que era en sus orígenes y que hubiera sido preferible perder el poder pero conservar el partido.
El debate sobre ambas posiciones no es nuevo y suele ser apasionante pero también muy desgastante. Tratando de asumir una posición lo más objetiva posible y habiendo vivido diversas experiencias a lo largo de casi 20 años en el PAN, reconozco que la posición del partido en Puebla es única y envidiable. Vamos, es lo que soñamos alcanzar en algún momento y hoy lo tenemos.
El PAN puede presumir, junto con otras fuerzas políticas, que Puebla ha cambiado. De tres años a la fecha Puebla tiene un nuevo rostro y una nueva actitud. Los avances en infraestructura, crecimiento turístico, estabilidad política y seguridad son evidentes. Las y los poblanos –y quienes nos visitan- lo reconocen.
El trabajo conjunto -nunca antes visto- entre el gobernador Moreno Valle y el alcalde Eduardo Rivera ha rendido frutos extraordinarios. La gestión saliente del alcalde Rivera posiciona a Puebla capital en los primeros lugares en diversos rubros, haciéndola referente nacional e internacional. No me queda la menor duda que la nueva administración encabezada por Tony Gali continuará y alcanzará nuevas metas, para beneficio de los poblanos.
Sí, el PAN en Puebla vive una circunstancia inédita, pero debe aprender de otras experiencias y procesarlas adecuadamente para seguir teniendo vigencia y futuro.
Aunque en 2015 y 2016 viviremos procesos electorales, la mirada debe estar puesta en el 2018. Por eso, sería un error para el partido dedicarse estos cuatro años a administrar la abundancia, a ceder posiciones, a hacerse a un lado, a desaparecer de la escena política dejando que quienes ejercen el poder hagan y deshagan –aunque lo hagan bien- sin que el partido emita opiniones y recomendaciones e influya en la agenda de los temas y acciones a emprender.
Ahora bien, aunque muchos liderazgos se forjan en la experiencia del ejercicio de gobierno, estos tres primeros años de alternancia en el estado y los que vienen, que sumados dan casi ocho años, deben servirle al partido para formar nuevos cuadros, de mujeres y hombres preparados en lo técnico y administrativo pero también en el humanismo político. Esta tarea es urgente e impostergable.
El 2018 no sólo representa un reto enorme a nivel estatal, que es mantener el poder, sino que también abre la puerta al desafiante escenario nacional. Por eso, además de hacer buen gobierno, es importantísimo que el PAN le apueste a su gente, que invierta y trabaje en sus militantes, simpatizantes y liderazgos sociales. Debemos entender que el capital político tarde o temprano se agota pero el capital social se multiplica.
El humanismo político que enarbola el partido debe traducirse, además de mejoras en infraestructura, en acciones y programas de desarrollo humano y social concretos. La agenda legislativa y de gobierno debe contemplar esta situación y entonces sí, nos fijaremos como partido metas más altas que nos darán rumbo y futuro.
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Politólogo. Maestro en Gestión Pública. Coordinador de asesores del grupo de regidores PAN.
Catedrático en UPAEP. Ex regidor del Ayuntamiento de Puebla 2011-2014