La Cayaca

  • Alejandra Fonseca

¿Quién recibe a la Cayaca ahora? Ha llegado el 24 de diciembre y no hay nadie en el aeropuerto. Ninguno de sus tres hijos, dos mujeres y un hombre, ni sus nietos mayores la han venido a recibir como antes lo hacían. Trae regalos para todos pero la carga se le hace más pesada cuando la soledad y el abandono son evidentes.

Su hijo mayor de 60 años, se olvidó de su madre debido a que va a pasar el primer año de navidad con su primera nieta. Las otras dos hijas estaban ocupadas con sus propias familias y no recordaron que su madre llegaría para convivir con ellas.

Todo es diferente cuando la Cayaca llega. Cada año cuenta diferentes acontecimientos. Habla de salud, de cambios de hábitos como propósito del nuevo año que se aproxima y de muchos otros temas. Pero toda esa plática de ahora fue silencio y mutismo durante mucho tiempo. Sus hijos, a la Cayaca, se le olvidaron 40 años.

Cuando era chamaca la Cayaca se iba a casar con un muchacho pero huyó del matrimonio para después huir con otro hombre. En la primera huída su papá le quemó todo el ajuar de novia y nunca le perdonó que se hubiera ido con otro el día de su boda. En la segunda huída ella fue la que quemó barcas y se fue a vivir a otro lugar con su nueva familia.

Después de parir 3 hijos: un hombre y dos mujeres, el padre de los chamacos los abandonó cuando la pequeña tenía apenas 7 meses de edad. Y ella se fue a buscar trabajo como empleada doméstica en el Distrito Federal y lo encontró. Durante 5 años, no venía pero mandaba dinero. Y en una de esas sus patrones cambiaron de residencia y se fueron a vivir a Puerto Rico, llevándosela. Ahí encontró un nuevo amor y tuvo otros dos hijos. A los anteriores, cuando se fue, los dejó encargados con su hermana y no los volvió a ver ni a saber nada de ellos, ni tampoco a mandar dinero. Nunca supo que rodarían entre familiares y vecinos. Que los hijos malvivían y eran maltratados, que el cuidador en turno les recordaba que estaban triplemente abandonados; primero por su padre, después por su madre y al final por quien estaba al cargo recordándoles que eran arrimados. Y la Cayaca no se inmutaba, ni sabía ni le interesaba.

Hace 10 años la Cayaca se acordó que tenía tres hijos en México. Entonces se dejó venir. Buscó a sus hermanos para preguntar por sus hijos. Venía cargada de regalos, como si los regalos sanaran heridas de  40 años de abandono. Como si los hubiera guardado cada año en su recuerdo. Pero no había recuerdo, sólo era un montón de regalos vacíos de significado y comprados con urgencia del momento.

En esos días los hijos se enteraron de que la Cayaca los estaba buscando. Pero tanto rencor y resentimiento, tanto olvido y abandono no se pueden desechar así como así. Su presencia los confundió porque la Cayaca siempre llega en Navidad: tiempo de perdón, de esperanza, de reunión familiar y del “nada pasa” y hay que darse una nueva oportunidad. Los hijos la han perdonado. Pero saben que los regalos son pura envoltura porque el corazón que necesitaron nunca estuvo dentro…

 

alefonse@hotmail.com

 

 

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes