¡Lo vale!

  • Alejandra Fonseca
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Si algo se vale es usar el espacio que se tiene para felicitar a las personas que amamos entrañablemente. Y hoy quiero felicitar a mi hijo por su cumpleaños número 28.

Mi hijo nació a las 6 de la mañana en parto psicoprofiláctico. Era lo novedoso en esa época, y lo importante para mí fue ayudarlo a nacer y apoyarlo con todo en su primer y mayor esfuerzo para venir a este mundo.

Anoche platicábamos del momento que nació: con el cordón umbilical todavía uniéndonos, lo pusieron sobre mi vientre y, con mis manos entumidas y acalambradas, acariciaba todo su cuerpecito desnudo y lo llamaba por su nombre. Él volteaba su rostro, muy atento, con sus ojos negros de capulín, hacia la dirección de donde salía mi voz y se lamía su labio superior constantemente.

Desde que supe que estaba embarazada, en marzo de ese año, le hablaba, le cantaba y lo acariciaba en mi panza. Él estaba acostumbrado a mi voz y a mi canto. Lo hacía todo el tiempo, sobre todo cuando salía a caminar para . Y el 27 de noviembre, a las 6 de la mañana, ¡por fin él escuchaba mi voz fuera de mi vientre yo lo veía por primera vez! Su expresión tan llena de vida, de sorpresa y atención. ¡Momento más maravilloso de mi vida!

Un día después de que nació, le di de comer y se durmió. También me quedé dormida con él a mi lado. De repente empecé a escuchar un sonidito que me despertó. Atenta busqué la dirección de donde venía y me llevó a mi hijo: reía. Reía y reía. Fue la primera vez que lo escuché reír. Tomé una pequeña grabadora que había llevado al hospital y grabé su primera que escuché para perpetuar el momento. Eran tiempos de los casetes y ése, particularmente lo guardaba como mi mayor tesoro. Ese día, cuando llegó el pediatra a revisarlo, le pregunté en referencia a su risita y me dijo que lo más seguro era que reía desde mi vientre.

Ya de niño, le puse el caset y se maravilló de escuchar su primera risa. Pero como pasa cuando sucede, un día que jugaba a hacer radio con sus primos, encontró el caset y lo usó para grabar su programa. ¡Grabó sobre sus risitas de recién nacido!  

Cada año en su cumpleaños, lo despierto a la misma hora que nació: las 6 de la mañana. Es un ritual que hemos establecido. Aun cuando estudió en el extranjero, no fallé. Ni en ser la primera en felicitarlo. En esa época, contrataba mariachis para que, vía telefónica, le cantaran las mañanitas y las canciones que le gustan, y él ponía en altavoz el teléfono para cantar y bailar con sus amigos del momento.

Qué puedo decir de mi hijo, si tiene ya su propia dinámica y luz. Sería banal llamar ©orgullo© a lo que siento por mi hijo. Por quién es y el camino que lleva andado. No es orgullo. Es inspiración. Él me inspira a seguir adelante, entrándole a los nuevos tiempos y al cambio total de paradigmas y sentir que es fácil.

De hecho, sigo persiguiendo sus risitas… ¡lo vale!

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes