La Reforma Social y Hacendaria de Peña Nieto

  • José Doger Corte
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Hace casi un año, Enrique Peña Nieto asumió la presidencia del país con un ejercicio inédito: Durante el período de transición, operadores de los 3 principales políticos nacionales trabajaron para lograr acuerdos, plasmados en el Pacto por México.

Este Pacto, producto de la negociación, contiene las reformas estructurales que el presidente Peña ha planteado como un salto audaz en materia política y económica en México y para lograrlas, requiere de la participación y consenso de todas las fuerzas políticas del país.

De ahí que el Pacto tenga un papel relevante en este proceso.

Lanzar 5 grandes reformas –llamadas de “gran calado”- al mismo tiempo, ha sido una propuesta ambiciosa tanto del Presidente como de los partidos participantes en la mesa del Pacto.

Con esta participación y en medio de un gran movimiento social, generado principalmente por las adecuaciones a la legislación en materia educativa, ya se han aprobado las reformas en Telecomunicaciones, Educativa y Hacendaria.

En fase de negociación se encuentran: la referente en materia política y la considerada la madre de todas la reformas: la energética. 

En un contexto de acuerdos en la mesa y protestas en la calle, se presentó la propuesta de Reforma Hacendaria, que incluye  una serie de medidas como la pensión universal, la incorporación al sistema de salud de todos los mexicanos, la posibilidad de cotizar para vivienda para quienes se incorporen como contribuyentes desde la informalidad, -entre otras-, se ha considerado como una Reforma de profundo contenido social.

En estas reformas va su apuesta para transformar a México como se comprometió al pedir el voto de los mexicanos.

La propuesta enviada por el ejecutivo recoge propuestas de distintos sectores, incluyendo algunas de los partidos de izquierda, y en la presentación de los “Criterios Generales de Política Económica 2014” enumera  elementos como una Hacienda pública responsable, fortalecer la capacidad financiera del Estado, eliminar privilegios, simplificar el pago de impuestos, combatir la informalidad y fortalecer el federalismo hacendario, entre otros.

A mi parecer, el punto central radica en mejorar la calidad del gasto,  cumpliendo con los principios de eficiencia, eficacia, rendición de cuentas y transparencia.

Esta propuesta, hay que señalarlo, se hace en el marco de una economía en desaceleración, recesiva y de poco crecimiento, la brecha entre los  mexicanos pobres y ricos es enorme y será mayor si no se ponen en marcha políticas públicas para reducirla. La reducción de la pobreza, del analfabetismo, de la insalubridad no solo es una exigencia social sino moral.

México necesita una política hacendaria que haga efectivos los derechos sociales y se guíe por principios de equidad, proporcionalidad y progresividad que se señalan en la constitución y que oriente el gasto a la atención de las demandas sociales, educación, infraestructura. Pero ante todo, se requiere una política hacendaria que combata la impunidad y la corrupción y fomente la transparencia y rendición de cuentas.

A pesar de estar en permanente negociación por el Pacto por México, cada partido expone a la sociedad sus puntos de vista de lo que consideran que le puede dar rédito electoral con respecto a las reformas aprobadas.  

Cuando nadie ha querido asumir los costos de las reformas, Enrique Peña Nieto ha salido a dar la cara para asumir el costo político, confía en que los recursos que se vayan a generar por la Reforma Hacendaria van a generar beneficio para los mexicanos que le consiga números positivos en la percepción ciudadana.

Queda en el tintero ampliar la base gravable, combatir la evasión de los trabajadores informales, que son mayoría en la población económicamente activa. Es parte de nuestra cultura como mexicanos evitar el pago de impuestos, probablemente porque la corrupción se ha enquistado en la nuestra formación desde niños. No queremos contribuir con una clase política que sólo vive de nosotros.

Bien aplicado, dando respuesta  las necesidades de los mexicanos, el gasto social puede generar, además de simpatías políticas, un cambio en la percepción acerca de las reformas estructurales.

Vivimos en una democracia joven, en la cual los partidos anteponen sus intereses políticos y particulares sobre el interés de la nación. Proponen con la mano estirada, aprueban a cambio de dádivas o privilegios.

Esta propuesta de Reforma Hacendaria sienta, aún con sus limitaciones, las bases de un nuevo país.

Apuesta  a otorgar recursos a un país con muchas carencias, con pendientes en materia de alimentación, vivienda, seguridad, empleo, educación. Sin embargo, considero que es necesario avanzar en un tema sin el cual, los recursos millonarios que se puedan lograr con esta Reforma serán insuficientes para todas las necesidades.

Se requiere combatir impunidad y corrupción. Se necesita honestidad en el ejercicio público, transparentar ante la sociedad los acuerdos de los partidos, abatir privilegios y poner por encima de todo el desarrollo del país.  Es necesario que la sociedad recobre la confianza en las instituciones y en los partidos, en el quehacer político.

En mi opinión, falta la aprobación de dos grandes iniciativas: la reforma en materia de transparencia gubernamental y la reforma en materia de combate a la corrupción. Esas dos reformas nos permitirán saber que aquello que hace el gobierno con nuestro dinero es lo correcto y que no se desvía para propósitos personales de los funcionarios.

Deseo que esta reforma hacendaria con profundo sentido social, sirva para establecer las bases para sacar de la pobreza a los millones de mexicanos que se encuentran hundidos en ella.

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