Si alguien sabe en nuestro país la importancia del crecimiento de la industria automotriz y su impacto en la economía regional, somos precisamente los poblanos. El auge económico que ha significado el que hace ya 47 años se estableciera en suelo poblano la planta Volkswagen es definitivo. No podríamos entender a la Puebla actual sin el impulso que ha significado la derrama económica y los clústeres generados a partir del establecimiento de la armadora. El logro del actual gobierno estatal para recibir en Puebla ahora a la planta de Audi significa un hito igual de trascendente que deberá impactar a largo plazo en el desarrollo económico del Estado. Ambos hechos –Volkswagen y Audi- impactan en el crecimiento del PIB estatal, generación de empleos especializados y mano de obra cualificada, consolidación de capital humano y social, en fin, se crea un proceso virtuoso que bien aprovechado se interpreta como un envió de señales claras que generan confianza para invertir capitales cuantiosos en estas tierras.

Al igual que en Puebla, diversos estados le han apostado a la industria automotriz como punta de lanza para el impulso del crecimiento de su entidad, dadas las condiciones favorables de las trasnacionales de aprovechar los beneficios de la cercanía con el territorio norteamericano y una mano de obra accesible a sus propuestas económicas. De esta manera, nuestro país se ha ido consolidando como un receptor natural de las inversiones de este importantísimo sector económico, despuntando entre los mayores exportadores del mundo, y en donde el clima de negocios es muy favorable para los mexicanos.

Esto quedo de manifiesto el pasado martes cuando el Presidente de la República inauguró en Aguascalientes la nueva planta de Nissan, todo un complejo industrial que dará por sí mismo tres mil empleos directos y más de diez mil indirectos. Se prevé que tan solo la marca originaria del país del sol naciente llegue a producir un millón de unidades. En estos momentos son alrededor de 600,000 empleos en nuestro país en el sector y que hacen que estemos en el lugar cuarto de exportaciones y octavo mundial en producción. Todo esto ha contribuido, a que a lo largo del año México haya captado cerca de los 24, 000 millones de dólares en inversión extranjera directa, una cifra record para el país. Por lo tanto, la propuesta del Presidente es seguir consolidando a la industria automotriz, marcando una meta muy clara consistente en  que México se convierta, en 2018, en el séptimo productor mundial de vehículos, con una producción estimada de 4 millones de automóviles, el Gobierno de la República implementa una política industrial diseñada específicamente para este sector, basada en 4 estrategias: PRIMERA. Fortalecer el mercado interno con mayores créditos, para la compra de vehículos nuevos, y la regulación de la importación de autos usados. SEGUNDA. Construir un entorno de negocios que aliente aún más la productividad automotora. Con el Programa Pro Auto Integral, formaremos una red nacional de proveedores de clase mundial. TERCERA. Impulsar el desarrollo tecnológico y la innovación, a partir de una mayor vinculación entre la academia, la industria automotriz y el gobierno. CUARTA. Acceder a nuevos mercados de exportación, como lo hemos hecho con la Alianza del Pacífico y el Acuerdo de Asociación Transpacífico. Con estas 4 estrategias, el Gobierno de la República seguirá trabajando de manera corresponsable con la industria automotriz.

De esta forma, el gobierno de la República trabaja en diferentes trincheras para armonizar los grandes cambios estructurales que se están operando junto con estrategias básicas que garanticen el incentivar la creación de empleos, además de crear un clima favorable para ser un mercado atractivo para los inversionistas. Es urgente la recuperación económica de nuestro país, es indispensable la creación de más y mejores empleos. Sobre esos objetivos  se trabajan y se busca la coordinación gubernamental de políticas públicas. Ya que la única forma de verdaderamente desterrar la pobreza de este país, es logrando un crecimiento económico sostenido.