La muerte está tan segura de su victoria...

  • Rocío Barragán
...que nosda una vida de ventaja

Al iniciar este periodo escolar el Maestro Ernesto Alonso, profesor de la Universidad Centroamericana del Salvador, utilizó la siguiente frase anónima: La muerte está tan segura de su victoria, que nos da una vida de ventaja”,  con ello expresaba a los universitarios de nuevo ingreso de la Universidad Iberoamericana Puebla, que cada uno decide la forma en la que invierte su vida, cómo lo hace y para qué lo hace.

Esta misma frase ayer volvió  a mi cabeza cuando mi querida amiga Coco Pena me daba la noticia de que su pequeña sobrina Melissa, de apenas cinco años de edad había sido diagnosticada con un cáncer terminal, entonces ella me decía: La muerte debería respetar las generaciones”; hoy por la mañana nos llegó la confirmación de que eso no es posible cuando nos sacudió la noticia del no sorpresivo pero si repentino deceso de la pequeña Melissa, conocida cariñosamente en la familia como “la tucita”.

La muerte suele ser un tema polémico, y si bien lo único seguro que tenemos al nacer es justo el boleto de salida, o de regreso, (según queramos entender e interpretar nuestro paso por la vida). También es cierto que difícilmente estamos preparados para ese paso y mucho más si somos padres de familia y lo que está en juego es la vida de nuestros hijos. Ningún padre está preparado para ver sufrir, y mucho menos morir a un hijo, ésa es una situación antinatural, solemos pensar que ellos nos enterrarán y que si les dimos vida, permanecerán en ella hasta que nosotros partamos. Debe ser muy complicado dejar ir la vida que engendraste, ese ser maravilloso que ves nacer, crecer y desarrollarse y que exponencia todas nuestras capacidades, anhelos y voluntades. Un hijo significa la concreción del sentimiento y la decisión más profunda: Un hijo significa  amor.

Sin embargo no siempre somos conscientes de que la muerte puede presentarse en cualquier momento; desde el mismo instante de ser concebidos o después de una larga y prolongada vida; ése es precisamente el elemento sorpresivo e incontrolable que le da valor a la vida; en cada uno de nosotros radica la oportunidad de aprovecharla, compartirla y disfrutarla.

De manera personal considero que el gran reto es vivir en y con plenitud, es decir en un estado consciente de nuestros talentos y de nuestras limitaciones para después disponerlos al servicio de los demás. ¿Cómo? A través de nuestros diferentes roles: como hijos, hermanos, amigos, pareja, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, ciudadanos, como prójimos y, aunque puede sonar complicado sólo se trata de estar comprometidos cada día con nuestro crecimiento personal y contribuir honesta y solidariamente con el de quienes nos rodean pues ahí radica la clave del (con) vivir y del trascender, si muero, ¿por qué dejar morir lo que soy?

Encontramos un gran grupo de personas que viven mucho tiempo, pero viven muriendo o mal viviendo, invierten su energía lamentándose por su destino y pareciera que añoran morir y lo manifiestan con frases recurrentes como “ahora sí seguro que me muero”, “sólo le pido a Dios que me recoja”, “para que quiero vivir en estas condiciones”, o cualquier otra frase que emule la situación victimizante en la que se ven y quieren condoler a los demás.

La historia de Melissa no es en vano, lo valioso es lo que hacemos con cada minuto de vida que tenemos, “la tucita” le dio alegrías a su familia, fue la compañera inseparable de juegos de su pequeño hermano Lalito, de su prima Amanda, en su fragilidad e inocencia adoptó como mascota una víbora de agua solidarizando a su papi y a su abuela para que se la cuidasen; supo aprovechar cada uno de sus días e iluminar la vida de quienes le rodeaban.

En el hermoso pueblo mágico de Cuetzalan del Progreso, enclavado en la Sierra Norte de Puebla, se encuentra el panteón de Guadalupe que abre espacio al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocida también como la Iglesia de los Jarritos, en su atrio cementerio reza uno de mis pensamientos favoritos sobre la muerte: “Breves son los días del hombre, en ti está el número de sus meses, haz establecido sus términos más allá de los cuales no se podrá pasar”. Antes de que eso suceda pregúntate al final de cada día: ¿En qué inviertes tu tiempo?, ¿cómo y qué compartes con quienes te rodean?, ¿qué aprendes y cómo te dispones cada día?, ¿a quién le sirven tus palabras y acciones?, ¿de qué manera contribuyes en tu hogar, tu trabajo y tu entorno?, ¿cómo le sacas jugo a la vida? La frase que el Maestro Alonso compartía con mis alumnos es cierta, sin embargo, ante la seguridad de la victoria de la muerte no nos queda más que sacarle ventaja a nuestra vida.

 

 

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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Rocío Barragán

Maestra en Mercadotecnia, Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Académica certificada por ANFECA. Diplomados en Innovación para el aprendizaje, Desarrollo integral. Coordina la Maestría en Mercadotecnia en la Ibero Puebla