Nos llueve sobre mojado

  • Marcelino León Ochoa
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“La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter”.

Albert Einstein 

Algo está pasando en México que nos genera malestar, pesar, inconformidad, insatisfacción y preocupación. Son varios los sentimientos personales y colectivos que se manifiestan en nuestro actuar cotidiano, y son atribuibles no sólo a los fenómenos naturales que han azotado al país y ante los cuales poco podemos hacer, salvo prevenir y ayudar.

Pensé que después del terrible año 2009 en que el país sufrió una durísima crisis económica, producto de la crisis financiera en Estados Unidos y los efectos de la influenza AH1N1, México no volvería a vivir una situación similar, pero me equivoqué. A pesar de la recuperación económica del 2010 al 2012, gracias al esfuerzo de millones de mexicanos que aceptamos un incremento al IVA al 16%, vemos con preocupación que este 2013 ha sido malo y el futuro inmediato no es nada alentador.

No sólo hemos entrado en recesión, -esta vez no atribuible a un factor externo sino a la incapacidad de las autoridades económicas del país para conducir correctamente las finanzas nacionales- sino que nuevamente fenómenos naturales afectan a la mayor parte del país, minando la economía de los más necesitados, afectando el comercio, el turismo y los servicios en vastas zonas de la República y retardando las reformas que ya se daban por hechas.

Como yo, somos muchos los que no estamos de acuerdo con lo que le está pasando a México y menos creo que esta mala racha se deba o sea atribuible a una sola persona, aunque esa persona –el Presidente Peña Nieto- sea el blanco perfecto para el desahogo de todos esos sentimientos y expresiones de malestar que he mencionado en el primer párrafo.

Es cierto que ante los fracasos o errores siempre buscamos culpables y hoy el culpable número 1 –hasta de las lluvias y huracanes- es Peña Nieto. Sin pretender abonar a la lista interminable de descalificaciones al Presidente, debo decir que sí tiene una gran carga de responsabilidad, tanto él como su equipo de trabajo que no han sabido mover a México hacia mejores niveles de bienestar y desarrollo.

No sé qué tanto influyan en el ánimo colectivo las malas decisiones del gobierno pero en 1985, ante la ineficacia del entonces presidente De la Madrid para atender la crisis producto del terremoto, la sociedad organizada emergió e hizo a un lado a la autoridad. Aunque hoy las circunstancias son distintas, la falta de concreción de acuerdos y la impopularidad de las reformas fiscal y energética, en estos momentos de dolor humano en el país, pueden hacer que el Presidente dé marcha atrás.

Los mexicanos demandamos un liderazgo fuerte y confiable, que sea eficaz pero también sensible, que resuelva los problemas, que tenga talla de estadista pero que sea cercano a la gente y con el paso de los días y lo complejo de las circunstancias, veo que a Peña Nieto le quedó grande el puesto.

Y aunque no quisiera darle la razón a sus miles de detractores, sí creo que su liderazgo afecta emocionalmente al país, pues tanto su actitud como la de su gabinete no es la de ponerse al lado de la gente, pensar y sentir como piensa y siente el pueblo mexicano, sino operar acuerdos cupulares que ante los desastres naturales, también parecen derrumbarse.

El primer grito de independencia del Presidente Peña es un buen ejemplo de su falta de entusiasmo, que repito, contagia al resto del país. Se ve desconcentrado, preocupado, apesadumbrado, como lo están millones de mexicanos que todos los días se levantan con una actitud positiva, para mantener a su familia y seguir construyendo esta Patria grande que es México.

Espero que el gobierno de la República reaccione pronto y bien y que sus decisiones y acuerdos no afecten a quienes sí mueven al país todos los días, desde su casa, su pequeño negocio o su empleo, en el campo o la ciudad.

Ojalá entendamos el Presidente y su equipo y quienes tomamos decisiones públicas, las palabras de Gómez Morin, de que es la lucha contra el dolor y el sufrimiento el campo común de trabajo y discusión. Es urgente evitar el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia, para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas.

Urge, pues, adoptar una nueva actitud.

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Marcelino León Ochoa

Politólogo. Maestro en Gestión Pública. Coordinador de asesores del grupo de regidores PAN.

Catedrático en UPAEP. Ex regidor del Ayuntamiento de Puebla 2011-2014