Moreno Valle y sus antecesores

  • Alejandro C. Manjarrez

Hago este ejercicio de imaginación valiéndome de dos preguntas dirigidas a algunos de los mandatarios de Puebla, los que viven en otra dimensión. No sobra aclarar que las respuestas están basadas en su vida y obra; en lo dicho y hecho por ellos, incluidos desde luego sus errores históricos.

¿Qué opina de Rafael Moreno Valle Rosas? ¿Qué le recomendaría?

Mucio P. Martínez (1910):

Lo veo blandengue. Si no se pone listo se le alebrestará el pueblo y los campesinos invadirán los “elefantes blancos” que, según me cuentan sus enemigos, ha construido sin pedir un peso prestado. Que se cuide porque en una de esas los ambulantes de la 28 de Octubre y el tal Simitrio se trepan a la rueda de la fortuna y a ver quién jijos de la chingada los baja. Perdone la expresión pero se me quedó de los tiempos en que la Revolución me produjo problemas existenciales, entre ellos el crimen de Miguel Cabrera, mi eficiente y temido jefe de la Policía.

Alfonso Cabrera Lobato (1917-1919):

Me cae bien porque piensa igual que yo respecto al ejercicio del poder. Aunque para mi gusto le falta reprender a quienes lo critican, tal y como yo lo hice cuando los estudiantes protestaron contra las decisiones de mi gobierno. “Amparitos a mí”, ¡por favor! Como es nieto de un médico y gobernador, como yo lo fui, le recomiendo que tenga cuidado con los estudiantes, no vaya a ser que le agarren la medida y lo hagan tropezar.

Maximino Ávila Camacho (1937-1941)

Lleva en la sangre la genética castrense. El tipo me cae muy bien a pesar de ser civil. Comparado conmigo, Rafael tiene mano tersa para controlar a los poderes. Es un estratega nato. Dracón ya le hubiese dado el summa cum laude legislativo. Por eso a quien nombre sucesor llegará con el aval de la ley aunque sea uno de sus mozos de estribo. Entiendo que la siguiente recomendación es algo complicada debido a las redes sociales que son imposibles de controlar, pero si yo fuera él ya me habría asociado con los emprendedores tanto de casa como extranjeros. A mí me dio buenos resultados porque, además de dinero, tuve muchas satisfacciones amorosas.

Rafael Ávila Camacho (1952):

Me agrada  sorprende el impulso que ha dado a Puebla, al modernizarla sin tener que derogar la ley de monumentos para hacer otra como fue mi caso: legislé, mejor dicho, mis diputados legislaron el nuevo estatuto dándole al gobierno las facultades para decidir qué era valioso y qué no. Por eso le recomiendo que se cuide de los conservadores que todo quieren conservar intacto, hasta un pinche  adobe del siglo XVI. No le vaya a pasar lo que me sucedió y concurra a la historia como el promotor de la destrucción de lo que pomposamente hoy llaman Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Aarón Merino Fernández (1964- 1969):

Qué bueno que me toma en cuenta a pesar de que fui gobernador sustituto: una vez de Quintana Roo y la otra de mi estado, Puebla. Me identifico mucho con Rafa por dos razones. La primera: yo traje la Volkswagen al estado y él la Audi. Y la segunda: me tocó entregar el gobierno a su abuelo. Esto último me obliga a recomendarle que tenga mucho cuidado con los gobernados, sobre todo los taimados que por un lado le sonríen y por el otro lo critican. Y que por favor no se le ocurra hacer alguna obra tan ostentosa y absurda como la que se me ocurrió cuando entubé el río San Francisco. Que no escuche a los fuereños cuyo interés es ganar dinero; a ellos no les importa el futuro de Puebla.

Gonzalo Bautista O’Farrill (1972-1973):

Qué te puedo decir: sólo que Rafita tiene la oportunidad de concluir el sueño de su abuelo a quien yo sucedí en condiciones por demás tristes. Que no escuche el canto de las sirenas, voces que salen por la boca de los colaboradores lisonjeros, incapaces y temerosos de decirle la verdad. Que no menosprecie a la comunidad universitaria que en un santiamén pueden alterar la tranquilidad social y la estabilidad de su gobierno. Además le recomiendo que evite meter su cuchara en la universidad pública porque al hacerlo corre el peligro de que renazcan viejos agravios. Es la herencia genética que nadie puede alterar o cambiar. Aprovecho la oportunidad para pedirle que una de sus magnificas obras lleve mi nombre.

Alfredo Toxqui Fernández de Lara (1975-1981):

Me parece un joven político talentoso y preparado. Por ahora lanza los cohetes, circunstancia que le obliga a estar consciente de que un día le tocará recoger las varas. Para ello debe prepararse; adoptar la actitud que le permita prevalecer en la memoria de los bien intencionados, así como desechar el talante que pudiera ofender a nuestros paisanos; me refiero a los poblanos de Puebla, no a los fuereños ciudadanizados por intereses políticos. Me complace que le dé oportunidad a los jóvenes; sin embargo, ya que me pregunta, debo ser franco: tiene que considerar que, como lo dijo George Bernard Shaw, la juventud es una enfermedad que se cura con los años, lo cual lo obliga a cuidarse de las infidencias cometidas al calor de la inexperiencia. Y ya que es bilingüe o trilingüe, si no lo ha hecho, que lea a Shakespeare, Dante, Rousseau, Maquiavelo, Sartori, Montesquieu, Hobbes, Bobbio y otros más que enriquecerían su cultura. Son lecturas obligadas para no depender de quienes las han leído, lo cual es altamente peligroso debido a la manipulación intelectual.

Hasta aquí dejo la imaginaria. No incluí la opinión de los gobernantes vivos porque seguramente dirían lo que nadie quiere escuchar. La razón: cuidan sus privilegios.

acmanjarrez@hotmail.com

@replicaalex

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Alejandro C. Manjarrez

Escritor y periodista. Autor de la columna Réplica y contrarréplica. Colaboró en la revista Impacto y en el periódico Excélsior. Fue articulista de Notimex. Fundador de la Revista Réplica.