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Mexicano Sergio Freidberg gana el Premio Maestro de Arquitectura
Algunos arquitectos olvidan, o hacen a un lado, que viene siendo lo mismo, lo básico de la arquitectura: el entorno, la naturaleza incluida la humanidad, la historia, la sencillez y la poesía espacial.
Sergio Freidberg no es arquitecto, pero formó su sensibilidad arquitectónica en la observación, el análisis y la reflexión de espacios históricos en diferentes lugares del mundo, labor que le ha llevado a ser invitado a participar en algunos proyectos arquitectónicos, como es el caso de Venecia, Italia y otros en nuestro país, además de diseñar dos casas, una en Coyoacán, Ciudad de México, y otra en Mérida, Yucatán, la Casa iik, misma que éste año le ha hecho merecedor del Premio Maestro de Arquitectura, o Architecture Masterprize, que es su nombre original.
A lo largo de ocho años, el Architecture Masterprize ha premiado diseños innovadores propuestos por destacados arquitectos que trabajan incansablemente para dar forma a espacios y edificios que guiarán al mundo hacia un futuro definido por la sostenibilidad, abordarán los retos del entorno construido y forjarán conexiones entre la naturaleza y la comunidad.
Éste año el premio lo recibieron espacios y edificios de todo el mundo en diferentes rublos, hospitales, escuelas, edificios, casas, parques y jardines, así como restauración y renovación, éste último en el que la Casa iik, diseñada por Sergio Freidberg fue uno de los ganadores.
Para el jurado calificador, la Casa iik es un espacio de paz y misterio desplegado en una jornada a través de tres patios en donde las luces y las sombras cambian de dirección a lo largo del día, gracias a los ángulos que el movimiento del sol que constantemente modifica de tonos.
Usó materiales y elementos locales que evocan el ambiente de haciendas abandonadas, conventos franciscanos y cenotes de Yucatán. Mientras se recorre la casa, encontramos quietud, espacios privados que cultivan un profundo sentido de paz y serenidad.
El diseño del espacio habitacional es, prácticamente inherente, pero realmente evoca una poderosa responsabilidad emocional en todo lo que se experimenta en ella. (PSR)