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Procesión en Acatlán: “fue tan real que las señoras apedrearon a los soldados"
Acatlán de Osorio tuvo su primera representación de la Pasión y muerte de Cristo en el año de 1994, en la zona urbana del municipio. Esta representación cobró tanta viveza que sirvió para reportajes publicados en medios de comunicación extranjeros, procedentes de países como Estados Unidos y Japón, considerando esta actividad como única en la zona de la Mixteca poblana.
Jorge Campuzano Rodríguez, historiador e investigador avecindado en Acatlán de Osorio, expuso que fue en el año de 1994 con la llegada del sacerdote Florentino Medina Rodríguez a la parroquia de Acatlán cuando se impulsó la visita y procesión de la Virgen de Juquila.
Esto se debe a que el párroco era procedente de Tamazulapan, Oaxaca, y luego tomó la iniciativa para dar vida a la Representación de la Pasión y Muerte de Cristo de una manera real, donde entre 300 a 350 actores que participaron al menos durante una década le dieron vida a cada personaje que interpretaban y donde los asistentes también se sentían partícipes.
Antes del año 1994, los viacrucis se realizaban limitadamente y únicamente en las iglesias, donde las imágenes eran llevadas en procesión durante un recorrido que en realidad era muy breve.
Después de ese año, mediante convocatoria, se hizo el viacrucis “más real, incluido el vestuario, el látigo, la cruz de madera, todos los utensilios y el objetivo era evangelizar, pero también crear reflexión en los participantes, así como en los presentes que acudían a ver este evento”.
El recorrido más largo tuvo una duración de tres horas y media, tiempo en que los actores preparados con tres meses de antelación a la representación, junto con los asistentes, tuvieron que soportar las altas temperaturas de la temporada.
La preparación en Acatlán: tres meses para lo físico, espiritual y mental
Campuzano Rodríguez recordó que junto con su hermano Julio se sumaron a este proyecto, al igual que los demás actores que actualmente son de edad avanzada, según relata:
“Fue una etapa muy bonita, logramos conmover a la gente a tal grado que era tal el realismo, que hubo señoras que apedrearon a los soldados y hombres robustos que decían ‘a ver pégame a mí’”.
Antes de escenificar la representación eran tres meses de preparación que consistía en lo físico, en lo espiritual y en lo mental, eran diferentes etapas en las que había que prepararse a conciencia, principalmente a sabiendas de los pecados cometidos por cada uno de los actores, viéndose que el objetivo se había cumplido.
En lo físico, explicó que su papá cargaba leños a los dos hermanos para que subieran y bajaran los cerros, mientras que en lo espiritual había retiros espirituales con pláticas por parte del párroco, donde les enseñaba aspectos bíblicos que eran combinados con el papel que representaba cada uno. Por otro lado, lo mental era fundamental debido a la concentración de la responsabilidad que implicaba su participación.
Jorge Campuzano Rodríguez explicó que el papel que interpretó durante tres años fue de ladrón. Los latigazos recibidos eran reales, por lo que después de su participación tocaba acudir por la noche a disfrutar de la feria de Acatlán de Osorio con todo y espalda reventada por los golpes”: pero fue una experiencia muy bonita, finalmente cumples con tu objetivo y ante Dios”.
“Hubo chavos banda que se involucraron en el proyecto, que gracias a Dios les cambió la vida, se retiraron del vicio que tenían, hicieron su familia, se integraron a la vida social pero también laboral, puede considerarse como un milagro, pero desde esa fecha, su situación cambió gracias a que se entregaron en esta representación.
Desde lo social hasta lo político han cambiado los viacrucis
Durante 13 años los ensayos y la representación fueron totalmente originales. El recorrido que se inicia desde el cerro de San Miguel para pasar por el barrio de San Gabriel hasta el cerro de San Juan, ubicado al poniente de Acatlán de Osorio, en una ocasión llegó a durar hasta cuatro horas y a contar con 10 mil asistentes provenientes de Acatlán de Osorio, municipios vecinos y de diferentes estados del país.
Jorge Campuzano Rodríguez agregó que el entorno social ha cambiado la manera de hacer el viacrucis, donde han influido aspectos como la modernidad, la tecnología y hasta las instituciones públicas.
“Es lamentable que en la actualidad los valores y principios en los jóvenes han cambiado gracias a las benditas redes sociales que nos permiten ver las cosas con un enfoque diferente, con ello se van perdiendo los valores morales, pero lo principal que siempre promovimos cuando participamos, predicar el amor hacia el prójimo y enseñarles el mensaje de reflexión de nuestro Señor Jesucristo, donde va englobada la espiritualidad”, agregó.
El también periodista señaló que un problema que se suma a esto son los vicios que no son propios de Acatlán de Osorio, pero envuelven a los jóvenes y es una causal para que terminen por perder el interés en participar de estos actos llenos de fe.
Sin embargo, para el cambio o modificación en los viacrucis han influido los derechos humanos, donde las dependencias han expresado que esas prácticas de los golpes significan violencia o agresión física, “a lo cual nos hemos adaptado observándose que ya no hay tanto realismo como en su momento lo hubo”.
Cabe decir que en este 2024 el viacrucis de Acatlán de Osorio cumpliría 30 años, pues a excepción de los años 2020 y 2021 cuando se suspendió por la pandemia del Covid-19, el acto se representa cada viernes previo al Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección, según relató Campuzano Rodríguez, quien en su momento representó a Jesucristo y ahora es coordinador general de los ensayos. (EG).