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“Seguiré así, buscando chamba hasta la muerte”

  • José Ramos
Cada día Pablo llega al cruce de la 18 Sur y avenida San Francisco para convencer a transeúntes y conductores de contratarlo
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Pablo no sabe que la foto en la que aparece junto con su bicicleta y el letrero con el que se anuncia ha estado por algún tiempo en las redes sociales entre mensajes que piden solidaridad para echarle la mano.

Difícilmente leerá esta nota. No tiene teléfono inteligente con el que pueda acceder a los portales web.

De lo poco que se entera lo hace leyendo los titulares de los periódicos impresos. Él está adaptado a ese formato todavía y no porque sea muy grande de edad.

De manera retórica, pero también un tanto literal, bien podría considerarse una persona invisible. Su situación de informalidad hace que sea una estadística nula: Pablo cree que en el 2020 llegó a tener Covid-19; sin seguro social o servicio médico, es imposible saberlo. El médico de una consulta económica le sugirió que solamente se trataba de una meningitis. Pero tampoco tiene la certeza de ello.

“PLOMERO-Cocinas-Boilers-Tinacos-Baños 2221930209”. Como mexicanas y mexicanos no necesitamos más que leer eso en una cartulina verde o rosa fosforescente para saber que quienes buscan ingresos, anuncian así su oficio.

Cada día, desde las 10:00 de la mañana, Pablo llega al cruce de la 18 Sur y la avenida San Francisco para instalarse bajo la sombra de un árbol y tratar de convencer a transeúntes y conductores de contratarlo para algún trabajo.

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Ser persona de oficio lo adquirió desde que tenía 22 años, cuando su tío lo enseñó a cortar vidrio para su negocio. El ramo lo llevó a conocer la plomería, actividad que ha desempeñado desde 1990.

Originario de Texcoco, Estado de México, Pablo no es jefe de familia. Vive solo. Cree que el único hijo suyo y que, calcula tiene unos 35 años, probablemente radique en el estado de Michoacán.

No está seguro y ni siquiera quiere saber de él. Respeta su decisión de haberse alejado del seno familiar. “Uno como hijo también tuvo su momento de haber emigrado de la familia”, agrega con una risa de resignación.

Pablo no se imagina una vida a la de solitario. Asegura que, si tuviera una familia completa qué mantener, esta actividad de plomería y la forma en que tiene que buscar clientes no le alcanzaría.

El oficio da para comer solo. De él no depende nadie. Incluso a su mamá la apoya con lo poco que le sale. De ella se encarga su otra hermana. Ya tampoco quiere trabajar en las obras en construcción, ya que los encargados no facilitan seguridad ni garantías de protección.

Pablo utiliza roto el zapato del pie izquierdo. En la última obra para la que trabajó los arquitectos y encargados no lo apoyaron con la lesión que hoy aqueja a sus uñas casi desprendidas.

 

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Para Pablo hubo un parteaguas en la década de los años noventa del siglo pasado, desde la caída del peso. Asegura que antes de esa fecha las familias no tenían reticencia alguna, pues les alcanzaba para pagar un servicio de reparación o compostura.

“Actualmente la gente hasta regatea mucho. Ahora ya la piensan 2 veces para pagar un servicio. Y como en todo, hay gente buena que hasta me da propina o me invita a comer, pero también hay gente mala que, a pesar de haberles hecho el trabajo, no paga y hasta queda a deber”. La sonrisa no desaparece del rostro de Pablo mientras expresa su forma de ver la vida.

A pesar de que no todo el tiempo de su vida lo dedicó al oficio independiente, no alcanzó a pensionarse. En algún momento de su vida trabajó para la entonces Comisión del Agua del Distrito Federal como técnico especializado en tuberías y medidores de flujo de agua.

“Ahora me siento a la deriva, navegando en el mar. Si el barco se hunde me hundo yo”, agrega al advertir que, sin prestaciones como seguridad social o servicio médico, si él llegase a caer enfermo, se acabaría todo.

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Durante los meses más crudos de la pandemia por Covid-19, tampoco vio la manera de acatar el confinamiento como sugerían autoridades mundiales y federales para contrarrestar los contagios. Debía seguir saliendo a buscar la forma de ganarse la vida.

Sin embargo, no era escéptico. En una ocasión llegó como ayudante a una funeraria. “Mira, Pablito. Esos 10 ataúdes que ves ahí amontonados son de fallecidos por Covid”, le aseguró su patrón.

Pablo busca tener más clientes para tener más ingresos. Le gustaría saber si existe algún apoyo gubernamental para personas como él que no forman parte casi de ninguna estadística, de ningún padrón de beneficiarios, de ninguna pensión.

Sí, Pablo busca ayuda. Pero tampoco está sujeto ni esperanzado a que ésta llegue: “Seguiré así, buscando chamba hasta la muerte”.

2221930209 es el número al que se le puede buscar en caso de requerir algún servicio de plomería. La principal zona por la que se desenvuelve es en CU.

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