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Despedida y con dos hijas, Perla optó por el sexoservicio

  • Nancy Camacho
Relata que en el callejón del ex cine Variedades puede llegar a obtener hasta 700 pesos al día
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"Esta vida no es fácil, te tienes que arriesgar todos los días, pero la necesidad te trae a trabajar como sexoservidora", dice una mujer que en el callejón del ex cine Variedades, en el centro de la ciudad de Puebla desarrolla su actividad.

Perla- llamada así por seguridad- accedió a contar su historia en su lugar de trabajo, en un establecimiento al lado de un supuesto hotel.

Tiene 30 años y es originaria del estado Veracruz y tras el abandono de su esposo optó por ser trabajadora sexual para sacar adelante a sus dos pequeñas de diez y ocho años.

Llegó a Puebla a los 28 años, precisamente en junio del 2020, cuando la primera ola del covid-19, luego de ser despedida de su trabajo como asistente de cocina.

Con la ayuda de una amiga fue como empezó a trabajar en las calles del Centro Histórico de la capital poblana para ofrecer sus servicios sexuales, pues le comentó que “era bien pagado” y ella necesitaba solventar sus gastos.

El día de Perla comienza a las 6 de la mañana, la hora en la que tiene que levantar a sus hijas para prepararlas, darles de desayunar y llevarlas a la escuela. Luego tiene que regresar a su casa para alistarse y dirigirse a su jornada laboral, de 10:00 a 18:00 horas, para después estar con sus pequeñas.

No trabaja de noche por dos razones. En primer lugar, prefiere pasar el mayor tiempo posible con sus hijas y, en segundo, le da miedo trabajar a oscuras. A pesar de que se sabe cuidar, prefiere no exponerse.

Ante sus hijas, Perla ha tenido que fingir que tiene un empleo formal y antes de regresar a casa tiene que dejar a un lado la ropa de lycra, la falda entallada, las zapatillas de tacón alto, la blusa escotada y quitarse el maquillaje, para que no le pregunten “a dónde va tan arreglada”.

En un día puede sacar hasta 700 pesos

De lunes a sábado, Perla se sienta en una silla a esperar a sus clientes. Dice que no piensa enamorarse y tampoco está en busca de un hombre que la quiera sacar de trabajar.

Para Perla las horas en la calle pueden llegar hacerse muy largas, dolorosas y hasta tristes, sobre todo cuando regresa a casa sin ningún peso pues así como hay “días buenos” hay “días malos”. Todo depende del día, la hora y de la temporada, pues cuando son vacaciones o días festivos la clientela disminuye.

En su trabajo ha tenido que compartir la soledad y el peso de su tragedia personal con varias mujeres, pero pocas son sus amigas, ya que la mayoría son compañeras anónimas de un trabajo que, al menos para ella, fue su elección.

Cobra el servicio en 150 pesos, por una sola posición, por 15 minutos, más el cuarto de hotel. Si los clientes quieren más tiempo u otra acción, aumentará el costo.

“Ya estando en el cuarto una les pregunta “¿quieres esto?”, “¿quieres esto otro?” Y ya le vas diciendo “pues son 50 o 100 pesos más”, pero todo depende de lo que pidan. A veces hay días de suerte en donde los hombres únicamente quieren platicar y no requieren de sexo y por eso hasta te dan 200 pesos”, dijo.

También hay días en los que Perla puede llegar a sacar de 700 a 800 pesos y otros en los que solamente gana 300 pesos, pero tampoco se queja, pues le sirven para comer algo.

De sus clientes dice que la mayoría la tratan bien, pues nunca ha sido víctima de violencia o de algún acto que pueda vulnerar su integridad. Incluso algunos la han llegado a apoyar económicamente, pues les dan más de lo que regularmente llega a cobrar: "con unos 15 minutos bien trabajados, se van contentos y rápido".

Sin embargo, también se ha topado con algunos que llegan a ser muy toscos y bruscos, pues no están acostumbrados a estar con una mujer y tratarla con delicadeza. A pesar de que se trata de un servicio sexual, tampoco te pueden tratar como un simple objeto, “han de pensar que por dedicarnos a ser sexoservidoras tienen el derecho de tratarnos como quieran y tampoco se trata de eso”, señaló.

La gente te ve como si viera a un fantasma

Estar en las calles ofreciendo sus servicios sexuales no ha sido nada fácil para Perla, pues se ha enfrentado a que la gente la mire feo y le haga críticas.

“Somos discriminadas, esa es la realidad. Cuando llega alguien y nos empiezan a ofender tenemos que sacar la cara, pero hasta ahí. Tampoco nos podemos exponer, pues podría resultar contraproducente. La gente nos mira como si hubiera visto a un fantasma, pero no saben la realidad del porqué estamos trabajando como sexoservidoras”, expresó.

Perla al principio no usaba minifaldas ni ropa entallada, pues “le daba pena”, sin embargo, tuvo que aplicar el dicho de “la que no enseña no vende” y así poder atraer a clientes y sacar al menos un servicio.

Comentó que ahora se siente más segura estando en un local del callejón del Variedades para ofrecer sus servicios, pues evita que sea acosada por parte de algunas personas, además de que ya no le da una mala imagen a los niños que pasaban por la zona.

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