Aunque el decreto estatal prohibió la realización de fiestas patronales y sin importar la tercera ola de contagios de Covid-19, en San Pedro Cholula siguen celebrándose con ferias, bailes sonideros y ceremonias religiosas, lo que genera espacios donde reinan las aglomeraciones y se ignoran por completo las medidas sanitarias, en especial mantener la sana distancia y el uso de cubrebocas.

En las últimas semanas se hicieron habituales las peregrinaciones en cada uno de los 13 barrios del municipio. Sobre todo, en Santa María Xixitla y San Cristóbal Tepontla, donde incluso en días pasados se originó un accidente en un juego mecánico donde hubo tres jóvenes lesionados y hospitalizados.

Por su parte el Gobierno del Estado que encabeza Luis Miguel Barbosa Huerta, a través de la dirección Protección Civil prohibió realizar dichas fiestas patronales y estableció que las ceremonias religiosas se pueden llevar a cabo solo con el 30 por ciento de asistencia.

En los barrios de San Pedro se hizo caso omiso a las indicaciones y se permiten celebrar a los santos de su devoción como se hacía antes de que iniciara la pandemia, con juegos mecánicos, puestos de antojitos mexicanos, y todo tipo de artículos.

En la mayoría de los casos, los fieles afirmaron que la realización de dichas fiestas patronales obedece a que los mayordomos, y otras autoridades eclesiásticas ven la oportunidad de poder hacerse de recursos económicos, con los cuales, se puedan ayudar para afrontar los gastos que tienen.

Lo anterior, debido a que al tener una mayordomía se adquieren los gastos por todos los servicios y el mantenimiento de cada iglesia del pueblo, además se realiza una fiesta y se ofrece comida a los integrantes de la comunidad, en el día del festejo de su santo patrono.

Estas tradiciones forman parte de la cultura poblana desde la época colonial, por lo que cuentan con un gran significado para los habitantes de las comunidades, que ven en este tipo de celebraciones una oportunidad para reafirmar sus costumbres y creencias.

Las fiestas patronales además se han hecho parte de la identidad de los barrios y un gran negocio para aquellos que las administran, por lo que, a pesar de la pandemia, se siguen llevando a cabo, sin importar que el semáforo de contagios pueda sufrir un cambio de color.