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Ver porno es la principal razón de sufrir dismorfia corporal
Engañoso, mentiroso y perjudicial son algunos de los calificativos que el cine pornográfico se ha ganado a lo largo de su historia; justo a partir de la primera cinta porno producida en 1896. Razones para opinar así sobre las películas eróticas sobran: desde orgasmos fingidos y exagerados, historias y clichés ridículos, hasta las proporciones de los cuerpos de los protagonistas de las cintas. Este último punto es el que, principalmente, ha generado confusiones entre el público consumidor de estos filmes. El tamaño del pene de algunos de actores crea una especie de idealización en los hombres, pues para ellos un falo como los que protagonizan cada escena de la pornografía, son un sinónimo de virilidad y masculinidad.
Lo que ignoran es que las luces, el maquillaje, el trabajo de postproducción y los ángulos de las cámaras juegan un papel vital para que el miembro de los actores luzca más grande de lo que en realidad es. Por supuesto que es posible que varios de ellos posean, por naturaleza, un aparato reproductor de grandes dimensiones; sin embargo, no es así en todos los casos.
¿Qué pasa cuando alguien de mente vulnerable consume pornografía?
Así como muchos hombres desean y se frustran al no tener un pene más grande y voluminoso, las mujeres también se ven afectadas por estas imágenes protagonizadas por figuras “perfectas”. Una peligrosa tendencia que ha ido en aumento en los últimos años revela que las mujeres estadounidenses menores de 18 años se someten a una cirugía plástica conocida como labioplastia. Ésta consiste en un procedimiento quirúrgico para hacer lucir los labios vaginales con las “proporciones adecuadas”, según los cánones de belleza. Cuando el criterio se deja de lado, muchas mujeres toman la decisión de querer tener una vagina tan “bella y perfecta” como las de las actrices que lucen sus habilidades eróticas en una película.
Este tipo de cirugía para nada es recomendable en mujeres jóvenes. De hecho, la labioplastia originalmente surgió como un proceso de reversión para aquellas mujeres que después de tener hijos o debido a su edad, pierden la elasticidad, fuerza y las proporciones originales de su vagina. A este procedimiento se le conoce como “rejuvenecimiento vaginal”, por lo que no es apto para jóvenes que ni siquiera han madurado física y mentalmente. Aquí es cuando los médicos juegan un papel vital para guiar a las pacientes antes de tomar una decisión. Ellos son quienes deben explicarles a todas las mujeres inconformes con su cuerpo que las múltiples formas de los labios vaginales son normales y, a menos que exista una malformación real, la cirugía estética de los labios no está justificada sólo por el deseo de querer tener la vagina “perfecta”.
La forma y el tamaño de los labios vaginales puede variar de una mujer a otra. Lo que la labioplastia corrige es el tamaño o la forma anormal, lo cual que puede causar molestias en las mujeres al orinar o al tener relaciones sexuales. Puede ser que los labios menores superen en tamaño a los mayores o que estos sean demasiado grandes; sin embargo, ambas condiciones son más usuales de lo que muchas mujeres creen y no tienen que ser motivo de incomodidad.
Una cirugía estética tan compleja es una decisión respetable, pero arriesgada. Culpar a la pornografía por llevar a las mujeres a querer lucir una vagina mucho más hermosa no es válido en su totalidad. Por lo que los profesionales de la salud tienen que valorar si este deseo es a causa de un mal mucho más delicado: la dismorfia corporal. Ésta se refiere a una preocupación excesiva por la apariencia física, o bien, por un detalle específico del cuerpo. En el caso que nos ocupa, la obsesión por lucir una vagina más estética, un pene más grande o incluso un cuerpo más delgado, podría ser la causa principal de sufrir este mal, el cual está catalogado como un trastorno emocional severo.
La dismorfia corporal repercute en la vida social de quien la padece. En algunos casos el problema llega a ser tan grave que las personas se aíslan por completo para evitar que el mundo note su “defecto”. El psiquiatra italiano Enrico Morselli fue quien acuñó el término dismorfia corporal en 1886 después de observar a un grupo de pacientes que presentaban cuadros de insatisfacción corporal y una obsesión creciente por mejorar sus supuestas “imperfecciones”.
Lucir perfectos frente a las cámaras es parte del trabajo de los actores del cine pornográfico; evidentemente ellos viven de la estética de sus cuerpos. Al igual que en el caso de los hombres, el hecho de que las mujeres luzcan vaginas aparentemente perfectas se logra gracias al maquillaje, el juego de luces, la depilación y múltiples trucos. Todo ello forma parte de la fantasía que el cine es capaz de crear y corresponde únicamente al espectador tener el criterio suficiente para distinguir entre lo real y lo artificial. La pornografía es un medio de erotización por medio del espectáculo y justo así es como debe ser visto, como un montaje alejado de la realidad que no debe influir en la forma en la que respetamos y apreciamos nuestro cuerpo.
Información y foto tomadas de Cultura Colectiva
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