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Olfato de negocios y ligas políticas erigieron fortuna de Jenkins: Paxman

  • María Pineda
El académico Andrew Paxman destacó la relación del empresario con Maximino Ávila Camacho, gobernador de Puebla de 1937 a 1941
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Ligado a Maximino Ávila Camacho, el estadounidense William O. Jenkins impulsó su carrera como empresario en la industria azucarera, desde la cual acrecentó la fortuna que inició en la rama textil a principios del siglo XX en Puebla, señaló Andrew Paxman.

Autor del libro “En busca del Señor Jenkins. Una biografía de William Jenkins, precursor de la actual plutrocracia mexicana”, Paxman define a Jenkins como un hombre hábil para los negocios y con talento para reconocer la importancia de las relaciones políticas, y que al igual que su socio Manuel Espinosa Yglesias, contaba con institutos monopólicos y en contra de los sindicatos.

En entrevista con e-consulta, el investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) relató el crecimiento económico que Jenkins tuvo en el estado, el cual en gran medida se debió a la relación institucional que tejió con Maximino Ávila Camacho, gobernador de Puebla de 1937 a 1941.

Esa relación, precisó el escritor de origen inglés, fue esencial para que el estadounidense se adueñara del ingenio de Atencingo, el cual vendió en 1946 debido a la participación del Sindicato Nacional de Azucareros.

No obstante, el biógrafo apuntó que se exageró el poder político que Jenkins tuvo en Puebla, ya que más que imponer a los gobernadoresél los sostenía a través sus contribuciones económicas para obras, en especial para la construcción de espacios educativos.

 

De los textiles al Valle de Matamoros

A través de documentos y revisiones en archivos, Paxman relata el crecimiento económico de Jenkins en Puebla, el cual arrancó en la industria textilera y concluyó al convertirse en dueño del Banco de Comercio, institución que posteriormente se convirtió en Bancomer y que en la actualidad es BBVA.

Durante la entrevista, el investigador del CIDE apuntó que William Jenkins llegó a Puebla en 1905 para trabajar en la industria textil, y para 1908 fundó la empresa La Corona, la cual fue la primera en contar con máquinas para la producción de medias y calcetines.

Jenkins se dio cuenta que el sector de bonetería en Puebla era un sector muy atrasado en términos tecnológicos, los calcetines y medias se hacían a mano. Fue a Estados Unidos y compró varias máquinas de segunda mano, las trajo a Puebla y estableció su fábrica La Corona en 1908, y como podía producir medias a un ritmo mayor, las demás fábricas quebraron. Logró dominar el mercado y estableció otras fábricas en Querétaro y en el Distrito Federal. Ya para inicios de la Revolución (Mexicana) tenía un cuasi monopolio de la bonetería”.

El estallido de la Revolución Mexicana no frenó el desarrollo de Jenkins como empresario, expresó Paxman.

La visión capitalista de Jenkins le permitió comprar bienes raíces y convertirse en prestamista, con lo cual su fortuna pasó de un millón a 5 millones de dólares en 1916.

Jenkins iba cambiando sus dólares en pesos para comprar bienes raíces, compró en Puebla, la Ciudad de México y en el campo, hizo compras o préstamos hipotecarios, muchos hacendados, hombres de abolengo, gente de la elite textilera a los que les había comprado sus haciendas, esas haciendas fueron destruidas por los zapatistas, necesitaban dinero para resucitarlas y la banca ya no funcionaba durante la Revolución, surgió un mercado de préstamos privados, Jenkins se convirtió en prestamista”.

Al concluir la Revolución –expuso Paxman- el empresario comenzó a vender los predios que adquirió como una “ganga”, pero mantuvo las haciendas del Valle de Matamoros y que se encontraban cerca del ingenio de Atencingo.

La relación con el gobernador Maximino Ávila Camacho fue clave para que no le expropiaran el ingenio, medida que impulsó el presidente Lázaro Cárdenas.

Del manejo del ingenio, Paxman detalló que entre la población existían dos visiones de Jenkins. La primera es que era un hombre violento que mantuvo el control de sus trabajadores gracias al grupo de vigilancia. La segunda fue su faceta como filántropo al contribuir con la construcción de escuelas y caminos,  y el patrocinio para fiestas religiosas.

Enemigo de los sindicatos, Jenkins se mantuvo como dueño del ingenio de Atencingo hasta 1946, año en el que el Sindicato Nacional de Azucareros logró instalarse para agremiar a los trabajadores del estadounidense.

Del cine a la banca

Otro de los factores que influyó para que Jenkins vendiera el ingenio de Atencingo, fue la inversión realizada en dos cadenas de cines. Sus socios en ese proyecto fueron Gabriel Alarcón y Emilio Azcárraga.

A la par que se convertía en un empresario en el rubro del entretenimiento, el oriundo de Tennessee emprendió junto con Manuel Espinosa Yglesias su incursión en la banca mexicana a través del Banco de Comercio.

De este proceso, Paxman explicó a e-consulta que la personalidad reservada del estadounidense logró que no se diera a conocer que se convirtió en el dueño del Banco de Comercio, institución de la que tuvo el control del 51 por ciento de las acciones.

“Por un proceso cauteloso y medio escondido de cada vez más incrementar su posición accionaria en el Banco de Comercio, lo que hoy en día es BBVA Bancomer, por 1954, logra tener una mayoría de acciones, se convierte en el dueño de Bancomer lo cual es completamente ilegal porque es norteamericano, nunca se convierte en ciudadano mexicano, pero tiene a Espinosa Yglesias que es su mano derecha en el cine y como su prestanombres en el banco”.

A partir de esta etapa, comentó Paxman, Jenkins explotó su fase como filántropo, la cual se dio tras la muerte de su esposa Mary Street Jenkins, de quien utilizó el nombre para la fundación.

Al consolidarse como banquero, el estadounidense dedicó los últimos nueve años de su vida a la fundación, que creó en 1954, y tras su muerte en 1963 fue manejada por Espinosa Yglesias.

Uno de los pilares de la fundación Mary Street Jenkins –manifestó el investigador del CIDE- fue la donación para la construcción de espacios educativos que beneficiaran a la población de bajos recursos.

Ejemplo de esto fue la inversión que Jenkins hizo para la construcción del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENCH) y del campus de Ciudad Universitaria de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

Sin embargo, el historiador apuntó que tras la muerte de Jenkins, Espinosa Yglesias dio un giro a las donaciones hechas por la fundación, con lo cual se favoreció a la educación privada y citó como ejemplo de esto a la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).

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