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Muere compañero de celda del escritor José Revueltas

Martín Dozal Jottar fue encarcelado durante la ofensiva que realizó el gobierno en contra del Movimiento Estudiantil de 1968
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Víctima de un infarto, murió en su casa de Iztapalapa Martín Dozal Jottar, compañero de celda en la cárcel de Lecumberri del escritor José Revueltas.

Martín Dozal Jottar fue encarcelado durante la ofensiva que realizó el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz en contra del Movimiento Estudiantil de 1968.

Le tocó ser compañero de celda de José Revueltas y años después publicó un texto en el que plasmó la admiración que sentía por el escritor.

Por José Revueltas sentí el amor que siente el discípulo por el maestro. Me pedía que lo tratara como a una persona normal, como a un compañero. Me daba a entender: no me mires como maestro, no soy maestro, no soy nada. Todo eso me conmovía. Yo lo atendía, lavaba la celda, la arreglaba. El Excélsior era su lectura diaria”, escribió Martín Dozal Jottar en un texto que publicó la  revista Letras Libres en el número de octubre de 2014.

Al principio me sorprendieron sus pesadillas. De pronto, en la noche oía que en la cama de junto un hombre estaba bailoteando y aullando. Le agarré los pies, se flexionó y me dijo: ‘No te preocupes, Martín, eso me sucede siempre’. Eran las pesadillas de un hombre que cargaba un mundo encima”.

“Todo lo hizo a conciencia. Me llamaba la atención que dijera que la cárcel era su universidad, que el gobierno lo habían becado para poder estudiar. Escribió en Lecumberri una obra copiosísima: “El reojo del yo”, El apando, “Ezequiel o la matanza de los inocentes”, ‘Hegel y yo’, su texto sobre la autogestión académica y todo lo relacionado con la “universidad crítica”. Tenía una gran capacidad de trabajo. Sin embargo, estaba débil y más débil quedó con la huelga de hambre”.

Me enseñó a escuchar, a pensar, sin decírmelo. Era un hombre muy generoso, en el sentido sartriano. La libertad y el hombre por encima de todo, era su principio básico. Revueltas todo lo hizo bajo el principio de ‘todos somos iguales’. Con la misma ternura veía a un maldito que a un criminal, a una puta que a un compañero comunista”.

Revueltas era un poeta de fuerza increíble, hay que leerlo con ojos de poeta, con ojos de filósofo, de militante comunista. Siempre fue un militante. El Partido Comunista era su madre, su mujer, su amante, su hija, por el partido dejaba todo e iba a cualquier región, hacía cualquier tarea, olvidándose de sí mismo, incluso de la escritura. Desde chico se inclinó por el mundo de los pobres y por ahí fue siempre. Con lo que vio pudo reunir un material humano que le permitió hacerse de una filosofía mexicana extraordinaria. Conocía al pueblo y conocía sus voces, tenía un oído increíble”.

Crédito de la foto joserevueltas.wordpress.com

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