El país de un solo hombre
- José Juan Espinosa Torres
Al actual sexenio le quedan poco más de ocho meses. El gobierno federal encamina una herencia sin precedentes: el avance del crimen organizado en todo el territorio nacional, la caída en la inversión extranjera, la persecución política a reporteros y dueños de medios de comunicación, así como a las voces críticas del gobierno; el golpeteo constante a la autonomía del INAI, al Poder Judicial y a cuanto órgano constitucional autónomo no se supedita a la voluntad presidencial. Todo esto en el contexto de una sociedad dolida, agraviada, confrontada y dividida.
Como si se tratara de Nerón tocando el arpa mientras Roma está en llamas, el actual presidente de la República disfruta la idea de liderar un país en ruinas. Rodearse de un corifeo de aplaudidores que lo ven más como un líder religioso que como el temporal titular del Poder Ejecutivo. Una devoción construida con asistencialismo y la sumisión de otros. El actual régimen no conoce otra forma de gobernar que no sea el país de un solo hombre.
Para muestra un botón: la bancada mayoritaria en el Senado expresó en una carta pública en febrero del 2022 lo siguiente: “El presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la nación, a la patria y al pueblo”.
Como si se tratara de repetir la historia, el exgobernador de Tabasco Enrique González Pedrero, describe: “en el país de un solo hombre, el México de Santa Anna”, el apetito de poder, de un poder fáustico, los guiaba. Así se autoproclamó en 1822 el primer imperio mexicano.
Como acertadamente lo dice el Dr. Diego Valadez, fue hasta el Constituyente de 1824 que pareció inclinarse por designar un “Supremo Director de la República Mexicana”. El debate al que dio lugar esta propuesta desembocó en una transacción política, situada entre el Ejecutivo colegiado y el dictador, de la que surgió la institución del Presidente. Al mismo tiempo, López de Santa Anna se consolidaba como figura dominante. En el curso de los siguientes treinta años su posición personal oscilaría según conviniera.
Santa Anna, Franco, Stalin, Perón y López Obrador son figuras que en el momento de máximo poder soñaron con ser dueños del tiempo y el espacio; son figuras que se contraponen en la geometría política, pero en lo esencial significan lo mismo: la enorme necesidad de ser uno con el poder para siempre.
Postdata
Contestarle a Herrera Charolet es perder el tiempo. Hay que normalizar la salud mental. Como dirían los romanos “aquila non capit muscas”, águila no caza moscas.
Opinion para Interiores:
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Administrador de empresas por la Ibero Puebla. Se ha desempeñado como diputado local por el XX Distrito, donde fue presidente de la Mesa directiva de la LX Legislatura del Congreso del Estado de Puebla. Ha sido presidente municipal de San Pedro Cholula.