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Atlixco celebra fiesta en honor a San Miguel arcángel
Todo atlixquense que se sienta orgulloso de serlo ha subido por lo menos una vez en su vida a la ermita dedicada a San Miguel Arcángel, algunos por devoción y otros por curiosidad, pero todos llegan al mismo lugar, el punto más alto en la ciudad de Atlixco, la cima del cerro que en la época prehispánica era un templo al dios de las cinco flores “Macuilxochil”.
Este 2020 y pese al covid no fue la excepción desde ocho días antes comenzaron las actividades religiosas para conmemorar a este santo, las mañanitas se escucharon desde lo alto del lugar, los rosarios y misas se realizaron religiosamente y los devotos no faltaron a la cita.
Desde la noche de este 28 de septiembre el cerro cobró vida, los peregrinos llegaron, los tamales y el atole corrió de mano en mano para calmar el frío que producía el viento que se siente a tantos metros de altura, en donde el único lugar cerrado es dentro de la capilla que tiene capacidad para 50 personas.
La misa de gallo tuvo la afluencia necesaria para celebrarla, a muy temprana hora la mañanitas sonaron de nuevo, se realizó otra misa y los feligreses que no acudieron durante la noche comenzaron a caminar con paso seguro hacia la representación física de su fe.
Las escalinatas y andadores construidos en el 2010 durante los gobiernos de Felipe Calderón, Mario Marín y Eleazar Pérez Sánchez, presidente de la nación, gobernador y alcalde respectivamente alivian el ascenso y recortan el tiempo de llegada al mini templo.
De ida y regreso familias completas, niños, ancianos con bastón, mujeres con sombrillas y jóvenes con audífonos, así como deportistas se encuentran en este camino que solo acerca a los humanos un poco más al cielo.
Los senderos construidos hace una década en su mayor parte conservan su estructura, pero el vandalismo no perdona y los delincuentes se han empeñado en desprender el barandal metálico que protege el acceso hacia el mirador número 4 uno de los pocos visitados por encontrarse en la parte trasera del cerro.
Hay zonas que se encuentran ya sin el metal o lo tienen derrumbado pese al riesgo que representa por la existencia de una pendiente a la que no se le ve el fin por la cantidad de vegetación que hay en la zona. El llamado de los vecinos, de los deportistas y hoy de los católicos a las autoridades es rescatar esa infraestructura ya que están interviniendo la plazuela de la danza.
Al llegar a la punta se escuchan las mañanitas, la música no deja de sonar, la pequeña iglesia que fue restaurada hace un año después de estar cerrada dos tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, graves fueron las grietas que fragmentaron su fachada, daños en su cúpula obligaron a cerrarla, obligaron a que las misas en esos dos años en honor a San Miguel se realizarán en el atrio, un atrio de 360 grados que nos muestra los cuatro puntos cardinales de la ciudad.
Este 29 de septiembre del 2020, huele a flores, huele a veladoras, en el centro una imagen tallada en madera del arcángel empuñando su espada para contener al demonio, acompañada la escultura de otras tres dedicada al mismo santo.
La gente al pie del portón se persigna, se descubre la cabeza, entra algunos cargan enormes cuadros con la imagen de San Miguel para que escuchen misa o reciban agua bendita, otros llevan veladoras con las que los mayordomos les hacen una especie de limpia, ahí frente al altar.
Después de eso permanecen un momento sentados en las pocas bancas que hay en el interior del templo.
En tanto afuera, los que ya cumplieron con visitar a San Miguelito, aprovechan para tomarse fotos, comerse unos churros con azúcar, otros un poco más valientes hacen fila para subirse al columpio suspendido sobre la cara sur de la ciudad, el cual da la sensación de estar volando sobre los edificios.
Bajando de la iglesia, por si hace hambre, o por las energías gastadas, los visitantes pueden degustar un tamal de cominos, de frijoles o un atole traído desde la magdalena Axocopan, conforme se va descendiendo aparecen las memelas, las aguas, los recuerditos con la imagen del santo.
En medio de todo esto los trabajos en la plazuela de la danza no se detienen, el más reciente hallazgo, cubierto hoy con plásticos negros muestra parte de lo que fuera el perímetro del área ceremonial ancestral, una hilera perfectamente definida de piedras blancuzcas, pulidas hacia el exterior, el cual se encontraba cubierto por las lizas diagonales que cubrirán el borde de la plazuela que se está modificando.
La lucha eterna entre el bien y el mal
La devoción de los atlixquenses hacia San Miguel arcángel nace entre los siglos XVI al XVIII, cuenta la leyenda religiosa que hubo una época en la que se desencadenaron enfermedades entre los habitantes de este lugar y plagas en sus cultivos, el culpable fue entonces el diablo porque andaba suelto.
Entonces Dios mandó a San Miguel a atraparlo. La persecución la intentaron detener los huizos, demonios que se vestían de hombres y mujeres quienes bailando y cantando se interponían en el camino de San Miguel. La lucha se vivió, cuenta la historia, por las faldas y senderos de Macuixochiltepetl.
Finalmente el bien triunfó sobre el mal, el santo logró atrapar al diablo, encadenarlo y encerrarlo por toda la eternidad en la iglesia de la punta del cerro. Esta leyenda es representada en la actualidad por los habitantes de la colonia Ricardo Treviño durante el Atlicayotontli, la fiesta chica de Atlixco.
Desde entonces y pese a que San Miguel no es el patrono de esta ciudad, pues lo es San Feliz Papa, los habitantes desde la época de la Villa de Carrión le profesan fe y devoción. “Mi abuelo cada año no faltaba a esta cita, nos traía, no hacía caminar desde la AltaVista, hasta el cerro atravesamos los solares llenos de huertas, y subíamos sin escalinatas sin senderos hasta la iglesia. Mi abuelo Miguel era un hombre de fe y subir al cerro cada 29 de septiembre es una tradición que logró dejar entre todas sus nietas. Mi abuelo murió en enero de este año, por eso hoy subí en parte para recordarlo”, comentó María Caballero una de las visitantes este día.