El liderazgo, según Felipe González

  • Xavier Gutiérrez
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Felipe González, abogado, 72 años, 23 años líder de su partido (PSOE), 14 años presidente de España. Algo sabe de política este hombre.

Como todo líder, no salió impoluto de este largo periodo en el poder. Sin embargo, da la cara y dice su verdad a quien lo busca.

Acaba de publicar un libro con reflexiones sobre su prolongado ejercicio en la vida pública. Es un trabajo interesante, sin duda. Apreciable por cuanto son pocos los hombres públicos que escriben. La mayor parte son ágrafos por naturaleza. Donde dios no puso no hay quien ponga. Otros lo son por cobardía, no tiene cara para hacerlo. Y las manos están ocupadas con alforjas de oro.

Felipe González relata en su libro, entre otras cosas, las características que, a su juicio debe tener un líder.  Quienes discutan su calidad moral para hacerlo, no le podrán negar su calidad profesional. En cualquier caso, ahí están sus ideas, sus palabras y su firma para debatirlo.

Los siguientes son conceptos, ideas o expresiones textuales de su concepto de liderazgo, tomados de su libro “Felipe González. En busca de Respuestas”:

El dice que a un líder no lo define su voluntad de serlo, sino los resultados de lo que hace.

“La  rebeldía es una actitud esencial para cambiar las cosas. No conformarse con uno mismo ni con lo que va mal.(Hay que )mantenerse abierto a todas las posibilidades y dispuesto a aprovechar todas las oportunidades que permitan un cambio positivo; sin embargo, hay que distanciarse del optimismo ciego…”

Califica  a la democracia actual como consumista, dominada por lo inmediato.

Define los tipos de políticos:

“Algunos tiene principios pero no tienen ideas. Otros poseen ideas pero carecen de principios. Y no escasean los que no tienen ni ideas ni principios. Y están aquellos que tienen ideas y principios.”

“Los políticos se han de bajar del púlpito, ponerse manos a la obra y cambiar lo que va mal, lo cual, claro está , es mucho más arriesgado y criticable. Y es que el gran riesgo de la política no radica en la prédica, sino en la práctica de las ideas.”

Habla de los políticos que tienen ideas pero no  tienen principios y cita como ejemplo a Nixon, “de altura intelectual pero de poca hondura ética. Son personas que anteponen  sus intereses o su pasión de poder a cualquier límite ético en su acción política.”

“Veamos también a los que no tienen ideas ni principios. Oportunistas de la política, que sólo quieren aprovechar personalmente lo que se les ofrece, suelen ser ambiciosos y no les preocupa tomar prestadas las ideas de los demás para obtener lo que les resulta útil  en función de sus intereses.”

“Hay políticos capaces de acompañar los principios con las ideas. Estos son los que encarnan el mejor liderazgo político, el que mezcla unas convicciones profundas  con un proyecto y con la capacidad de tomar decisiones, fijar objetivos y asumir riesgos ante  situaciones difíciles, incluso a contracorriente, cuando los demás dudan o están confusos.”

Traza su líder hipotético ideal: “Si se me pidiera elaborar un retrato robot del buen líder, conjuntaría la tenacidad de Helmut Kohl, la visión del mundo y la capacidad de empatía personal de Clinton, la capacidad comunicacional del papa Wojtyla, la serenidad de Mitterrand, la habilidad en la formación de equipos de  Reagan, y la capacidad de análisis y la buena gestión grupal  de Olof Palme.”

Subraya  lo esencial que resulta para el liderazgo político el tener un proyecto y conectar con un sentimiento y una aspiración colectivos.

“Las democracias mediáticas e irreflexivas que tanto abundan son enemigas naturales de los liderazgos sólidos. En ellas priman los sondeos de opinión sobre las convicciones, y los líderes políticos se dejan arrastrar por las tendencias diarias de esos sondeos.

Impera la simplificación de los mensajes para ajustarse al minuto de que se dispone en los informativos, aunque ello vaya en detrimento del  razonamiento y la pedagogía necesarios  para convencer y movilizar a la ciudadanía.

Hoy,  el político, lejos de ejercer su liderazgo, parece ofrecer sólo lo que le pide el público cada día. No defiende ni mucho menos aplica un proyecto (…) y eso es justamente lo contrario del liderazgo. Eso implica el sometimiento a ese tirano llamado opinión pública, al que Napoleón ya calificaba de “poder al que nada se resiste”.

El político, entendido como líder, debe liberarse de la dictadura de lo inmediato y hacer siempre las cosas que debe hacer; ese imperativo de actuación que a menudo se suele llamar “ética de la responsabilidad”, siguiendo la terminología acuñada por Max Weber, es su carta de naturaleza.”

El libro es rico en la narración de las experiencias de Felipe González, con un sentido autocrítico, ilustrado con anécdotas y con lecciones fehacientes para cualquier político de hoy en día, lástima que no sepan leer.

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.