La quiebra societal

  • Marcela Cabezas
El homo sapiens desnudo y dominado por las pasiones continúa extraviado en la jungla societal

De unos años atrás, el advenimiento de una sociedad altamente reaccionaria, contestataria y fragmentada evidencia que la búsqueda incesante del “desarrollo por el desarrollo” nos pone de cara a un eterno retorno - involutivo seguramente-, como si se tratase de una vuelta a la caverna. El “estado de naturaleza” se precisa a la vuelta de la esquina, en la medida en que el trámite y relacionamiento en sociedad se supedita ahora a la negación constante de la dicotomía social en tanto redunda el adagio: “Yo contra el mundo, y, contra mi ¿quién?”.

La creciente crisis social que en diversos países europeos – algo impensable en términos de la escala desarrollista del sistema-mundo - es evidencia de lo anterior. Esta cala profunda cada día y rompe el tejido social del que se jacta el viejo mundo, la cuna de las grandes mentes y el iluminismo de la Modernidad, el paladín de los países colonizados, el modelo a seguir y a perpetuar en el Tercer Mundo, ¡ja! Actualmente, países como Suecia, Italia y Holanda se hallan sumidos y rendidos ante la tragedia de las bandas criminales cuyo eje es el narcotráfico, y a lo sumo, el caos social a la sombra del Estado de Derecho.

Así, el valor de la seguridad, del orden y del progreso, esfinges del Estado Moderno sucumben ante el crimen organizado de las mafias y otros demonios envalentonados cada día más al aprovechar la “panacea benéfica” de la globalización y de la interdependencia.

Si en efecto, no existen fronteras para el capital como si para las personas, las bondades de la globalización  -tan vilipendiadas por los secuaces del Capitalismo- están en entredicho en tanto que, por un lado, no puede seguirse perpetuando el mercado y el capital como eje central del Contrato Social; cuando, por el otro, los hechos de delincuencia, inseguridad, miedo, intolerancia, entre muchos otros presentes en las calles europeas, son muestra de que, hasta en las sociedades mayormente ilustradas y refinadas “el salvajismo”, ¡quién lo diría!  es una fase no superada tras miles de años de evolución de la especie humana.

A lo sumo, miles de años de evolución y de transformación del espécimen Hombre, no son suficientes para que la renuncia al Estado de Naturaleza surta efecto. De hecho, tan concentrados están los países potencia en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), que el homo sapiens desnudo, voluble y dominado por las pasiones continúa extraviado en la jungla societal.

Entonces, ¿dónde el Gran Leviatán? ¿Dónde el Estado Moderno, el Tercero imparcial?  En tanto, se le ve impotente ante sí mismo, al tiempo que se mutilan sus fauces para sustanciar y consustanciar autoridad hacia su masa popular, su rebaño, sus hacedores. La crisis social de la sociedad europea, que no es ajena a la realidad latinoamericana, es evidencia tajante y tonante del Hombre fragmentado y fragmentario en una sociedad fragmentada, del hombre desnudo que hoy cabalga un horizonte desértico e insulso, que hoy convulsiona y doblega ante el estallido del interés y del capital, y, por supuesto, se rinde ante este como su amo, su señor, en la búsqueda de su redención, y, por si acaso su perdición.

Mientras el homo sapiens cabalga enarbolando el “Yo por el yo” arrasa todo a su paso: la educación, la familia, la colectividad, en últimas, las instituciones políticas, puntos de lanza de la Democracia exportada de ¡occidente para el mundo! Ahora, ¿del mundo para quién?

En últimas, una sociedad en la cual el miedo es presente y futuro, es una sociedad condenada a sucumbir; el desmantelamiento del Estado es también la pérdida de los valores y de la ética – de la que poco se habla hoy día- en la praxis constante del Hombre en su vida en sociedad. El panorama europeo hoy es reflejo de lo que en carne propia se padece en los países “otros”, en los “colonizados”, en los “in-iluminados”, en los “salvajes”. Puesto que, a la larga, los valores mínimos del Ser se difuminan y diluyen cada día más en el Hacer.

Hay que agregar brevemente que, el escenario educativo – que no se salva- es también uno de los tantos en que la cosa no anda nada bien.  Mientras el Profesor es objeto de presiones múltiples por la institucionalidad educativa, así como del público al que pretende “iluminar” propiciando un escenario que habla mucho de derechos, pero poco de deberes; por tanto, la autoridad del Profesor, del Educador se recaba irremediablemente, volviéndose imposible de legitimar en el aula, en la calle, en la esfera pública, en el ágora.  ¿Qué dirían los griegos frente a tal desavenencia? Situación ésta de la que no se salva ni el Primer Mundo.

Por tal, y para no alargarnos más, el advenimiento de una sociedad cada vez más contestataria, reaccionara y fragmentada, además, de ignorante e inconsciente, es el espacio preciso para que el crimen organizado y las mafias del narcotráfico se posesionen cada día más, de lo poco que queda del Pacto Social; ¡el Gran Leviatán se muestra impotente, retardatario, y, en las más de las veces desahuciado por sus hacedores mismos!

Entonces, la otra cara, la cara oculta, la que no se debía ver del proyecto de la Modernidad - sin Modernización- se muestra hoy: desafiante, impasible, inalienable e imparable. ¡No se puede negar más lo innegable, hasta las sociedades refinadas sucumben! El acuartelamiento de las instituciones (jurídicas, educativas, de seguridad, etc., etc.) y sus actores, es una realidad palpable y rampante; el mundo social hoy no está bien, nada bien, de hecho. Por tal, a los unos y los otros nos atañe- bien sea por acción o inacción- la eminente e inmanente quiebra societal (…)

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.