Bolivia: ¿Quiebre de la democracia?

  • Marcela Cabezas
Las instituciones representativas (senado y congreso) deberán elegir a un mandatario.

Mandatarios de diversos países se han pronunciado a favor y en contra de la dimisión de Evo Morales a la presidencia de Bolivia. Mientras que Maduro y Obrador denuncian un golpe de Estado, Bolsonaro y Trump resaltan el hecho como referente para que países como Venezuela y Honduras encarrilen el sistema democrático. En Colombia y Perú por su parte,  resaltan la necesidad de no perder el ejercicio representativo en democracia, conviniendo en la convocatoria a elecciones urgentes. 

Bajo este panorama diplomático y ad portas de realizarse una asamblea extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA) una cosa es cierta, existe un vacío de poder en territorio boliviano, mismo que no sería asumido por fuerzas policiales ni por figuras simpatizantes de Morales -dado que renunciaron al unísono a sus cargos políticos- , por tal se prevé una sucesión del poder que en orden constitucional lo asumiría la oposición. El panorama en las tierras altas y bajas bolivianas no deja de presentarse confuso.

“(...)Ha habido un golpe cívico, político y policial expresó Morales durante alocución en la que renunció a continuar en la cabeza del ejecutivo, mismo que ejerció durante tres períodos presidenciales tras conocer el informe verificatorio de la OEA sobre los comicios. Acto seguido, los movimientos cívicos y la oposición que denunciaban semanas atrás un posible fraude, y acompañado por la fuerza pública se mostraron victoriosos; aún así las manifestaciones en la calle no han cesado.

Frente a los acontecimientos existen varios hechos que explican tal desenlace. Morales, primer mandatario indígena en América Latina tuvo la oportunidad de retirarse como uno de los presidentes con mayor popularidad -no olvidemos que no es la primera vez que actores sociales y políticos deponen gobiernos en turno como el de Sánchez de Lozada y Carlos Mesa Gisbert- por lo que la renuncia de Evo no representa un parteaguas en sí mismo.

Retomando el hilo, un cuarto mandato de Evo en Bolivia se reviste por lo menos de un alo de ilegalidad, en el 2006 tras citar plebiscito para que el pueblo se manifieste a  favor o en contra de su reelección el mandatario desconoció el triunfo del No, optando por modificar la Carta Magna alegando la afectación a derechos humanos de participación política; esto por un lado.

De otra manera, las hordas de inconformidad de grupos cívicos, detractores del gobierno -oposición política acompañada de empresarios- y la presencia de gremios indígenas frente a políticas gubernamentales como el proyecto TIPNIS anteceden el siniestro pero predecible desenlace en el país.

Estos hechos evidencian por lo menos, fisuras y quiebres en el ejercicio lacónico de la ambición del poder por el poder.

Vale la pena preguntarse ¿cúal es el sentido de los mecanismos de participación directa en un sistema democrático si estos no son acatados por el cuerpo representativo?; a lo sumo ¿qué entendemos por democracia?, ¿basta con que allá elecciones periódicas?, o más bien las democracias actuales son democracias inconclusas que adolecen de condiciones mínimas para que ésta funcione.

En la expresión del politólogo norteamericano Robert Dahl(1997) mucho falta para hablar de democracia en términos estrictos, lo que alcanzamos en términos de sistemas de gobiernos actuales no es más que el remedo. De hecho se trata de poliarquías donde se elige una elite dirigente y la masa tiene derecho a elegirles. (1)

En este sentido mencionar un posible quiebre de la democracia alude a un hecho mínimo respecto a las condiciones que deberían existir en Bolivia - y América Latina en general- para hablar de ésta. Condiciones como la igualdad en el ejercicio de competencia política, instituciones transparentes, derecho a la información, etc son a claras luces inexistentes. Entonces ¿cómo pedirle peras al olmo?

Así las cosas, y ante un vacío de poder real las instituciones representativas (senado y congreso) deberán elegir a un mandatario a  cargo con la única intención de convocar pronto a elecciones libres y urgentes en el país, a su vez, la presencia  ciudadana en la calle garantizará que el ejercicio electoral se envista de legitimidad.

Mientras Morales en el “exilio” continue aduciendo a un golpe de Estado al interior del país se deberá hacer gala del reducto del sistema representativo poliárquico; a lo mejor, más adelante se aproveche el contexto para promover un quiebre democrático in situ al uso de Linz y otros(2).

 

Notas

Linz, J. (1987) La quiebra de las democracias, Alianza editorial.

Dahl, R.  (1997) La poliarquía.  Alianza editorial.

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.