Cambio Sin Sustento

  • Humberto Fernández de Lara Cajica
Gobernar es servir de manera objetiva sin motivaciones impulsivas.

En un régimen democrático siempre se privilegia renovar y mejorar las condiciones de vida ajustando algunos modelos. Sin embargo, uno de los problemas que aqueja a la población son los cambios bruscos y simulados en el sistema de las instituciones.

Gobernar es servir de manera objetiva sin motivaciones impulsivas ni caprichosas, en el sentido de analizar lo que se ha estado haciendo y construyendo a bien de los mexicanos. No podemos negar los errores de las administraciones públicas federales anteriores, pero también habrá que ser conscientes de sus aciertos, no es un tema de colores sino de congruencia y valoración. Esto último lo deben tener claro y practicar cabalmente quienes promueven la división entre “fifís” y “chairos”.

Hoy lo que podemos observar es un remplazo generalizado, cual decir “muerto el perro se acabó la rabia”, en temas de instituciones, políticas públicas, programas, legislaciones, obras públicas entre un largo etcétera. Ocupa que se aniquilen las instituciones que han estado funcionando con eficiencia; a propósito, el sistema electoral se ha ido transformando a lo largo de los años y a su vez ha permitido diversas alternancias políticas y electorales, el arribo del partido mayoritario lo sabe a bien pues no fue la excepción de las virtudes electorales, sin demeritar el avance sociedad civil organizada.

Gobiernos llegan y se van, de pronto los cambios superfluos se hacen notar, pero la realidad nos lleva a visualizar que las condiciones siguen igual. Lo que siempre se quiso evitar fue la consecuencia del famoso término “gatorpardismo”, emanado de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Ciertamente han existido cambios de simbolismos, pero no de sustancia.

¿Podemos hablar de un proyecto de nación simulado?, hasta hoy se ha trabajado con personajes de otras administraciones, de partidos diversos y sobretodo priistas, entonces es complejo afirmar que al “cambiar” de camiseta modificaran su estilo de praxis. 

El plan debe ser un cambio equilibrado, porque cualquier radicalización conlleva a la convulsión social, y no me refiero a lo que puede distraernos como cambiar de residencia, de Los Pinos a Palacio Nacional, sino a cambios estructurales, paulatinos, pero sin salirnos del margen de progreso.

Lo principal que no podemos permitir es que haya retroceso o que se promueva sutilmente la idea del presidencialismo feroz, en donde la invasión de esferas de competencia era notoria y el brazo de hierro se hacía notar sin contrapesos y a obediencias ciegas.  

Es paradójico pero muchas prácticas del gobierno federal se parecen a las de aquellos gobiernos pasados, autoritarios e ingenieros de maquinarias electorales. El único distingo moderno es el discurso retórico de cambio profundo y agitador.

Es una confusión mayúscula creer que todos los servidores públicos del pasado estaban en el mismo cajón ideológico como lo ha mencionado el presidente, porque este ha sido uno de los principales argumentos para desterrar el conservadurismo de ayer, es su justificación contradictoria porque son casi las mismas personas y prácticas caducas, seguimos en el circulo vicioso.

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Humberto Fernández de Lara Cajica

Licenciado en Derecho Ibero Puebla. Maestro en Gobierno y Administración BUAP. Es Notario Público Auxiliar. Presidente de la Fundación Colosio en el Estado de Puebla