Casa de la Memoria Democrática

  • Patricio Eufracio Solano
Sugiero su restauración, rehabilitación y devolución al pueblo de Puebla.

A la LX Legislatura

Apreciados Diputados y Diputadas

Hace unos días se hizo público el dictamen técnico que señala la fragilidad estructural y, por ende, operativa, del inmueble que aloja al Congreso del Estado. La histórica y bella casa –que cumple 136 años de erigida-, está herida y necesita mimos y cuidados extraordinarios para su rehabilitación. No hay duda que los detalles “neo árabes” de su patio inicial y los decorados “neoclasicistas franceses” del Salón de Sesiones, la singularizan entre las edificaciones del centro histórico poblano. Sin embargo, fuera de estos espacios, los demás que conforman las áreas asignadas al cuerpo legislativo, son de una ecléctica funcionalidad laberíntica y falta de gusto y estilo; feo, en una palabra.

Cualquiera que haya entrado en esta parte del conjunto legislativo, coincidirá en su claustrofóbica distribución, perenne penumbra (que demanda cientos de focos encendidos) y enrarecido éter pletórico de humanidad enfebrecida. Asimismo, los espacios destinados al trabajo administrativo y, más aún, a sus archivos, son inadecuados, cuando no francamente improvisados. Completa el conjunto un auditorio, vivo ejemplo de gustos y necesidades asambleístas ya superadas. Por ello, ahora que la precariedad del inmueble apunta a la catástrofe, creo que es tiempo, señoras y señores diputados, que lo desalojen y cambien su sede, permanentemente, a otro sitio.

Esta acción tendría dos benéficas consecuencias; por un lado, la existencia de un recinto legislativo moderno y funcional en el cual desarrollen su labor parlamentaria sin sobresaltos, ni zozobra a cada nuevo temblor de tierra; y, por el otro –más significativo, desde luego- la restitución a los poblanos de un espacio rebosante de historia y belleza antigua, sito en el condecorado centro histórico de la ciudad capital del Estado.

Para asiento de la nueva sede legislativa puede explorarse la adaptación de alguno de los edificios, o parte de ellos, que forman el conjunto administrativo gubernamental de la vía Atlixcáyotl, conocido como Centro Integral de Servicios. La llegada a ese sitio del recinto parlamentario poblano, difuminaría un tanto el aversivo furor que nos provocan estas construcciones megalómanas del pasado reciente.

De tal suerte, los invito a sopesar la petición que, en vez de utilizar los pertinentes dineros que, de seguro, se destinarían para una insatisfactoria remodelación de su actual inmueble sede, los canalicen en la adaptación de un nuevo recinto legislativo, en el CIS Atlixcáyotl o cualesquiera edificación de este tipo.

En cuanto a la antigua casa de la Sociedad Filarmónica literaria de la Purísima Concepción, sugiero su restauración, rehabilitación y devolución al pueblo de Puebla, en forma de un recinto que acerque a los niños, jóvenes y adultos a la educación democrática, legislativa y parlamentaria moderna.

Para ello, propongo que se funde la Casa de la Memoria Democrática, misma que ocuparía el patio “Ignacio Zaragoza” y el Salón de Sesiones, como el corazón de dicha institución. En cuanto a lo demás del edificio, hoy asignado al trabajo legislativo, sería conveniente destinarlo, previa remodelación, a un “recinto dinámico de remembranza histórica”, en cuyos espacios interactivos se exhiban documentos fundamentales, testimonios gráficos y fotográficos, y, en fin, todo lo relacionado con la historia democrática poblana.

Asimismo, es deseable la instauración e impulso de un grupo multidisciplinario de investigación histórica legislativa; un taller de restauración y conservación documental; así como un sello editorial que dé cuenta de los hallazgos históricos, jurídicos y vitales que –estoy cierto- se encuentran entre sus acervos.

Todo ello debe arropar la actividad que considero primordial de la Casa Memoria: el desarrollo de un programa permanente de iniciación de los niños y jóvenes a la cultura democrática y legislativa, buscando implantar las bases para un mejor conocimiento y ejercicio de nuestros derechos constitucionales, nuestras obligaciones democráticas y el respeto ciudadano que nos debemos unos a otros por igual.

Resultaría sano que la operación de dicha Casa de la Memoria, se condujera a través de un Consejo –honorario y honorífico-, formado por legisladores, académicos y ciudadanos.

¿Luce complicado o imposible?; bueno, la pervivencia de la Cultura siempre lo es.

Hagamos un esfuerzo común, legisladores y ciudadanos, en pos de una satisfacción cultural conjunta.

Atentamente

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.