¿Nueva “voz cantante”?

  • Patricio Eufracio Solano
Lo vivido el pasado jueves 17 de octubre fue escandaloso

Lo vivido el pasado jueves 17 de octubre fue escandaloso. Detonaciones, gritos, explosiones, amenazas y, sobre todo, declaraciones. En aquellas brilló el temor, la furia, la rabia; en estas campeó –aún ahora- la condena (con visos de arenga) y la explicación (con visos de justificación). Para desgracia de la 4ª T, las primeras van ganando la discusión, pues se basan en la inoperancia, la confusión y la claudicación manifiestas; las segundas, no logran explicar y menos justificar. ¿No sé si todos los morenos han caído en cuenta –Andrés Manuel incluido-, que, desde el pasado jueves, la retórica, la comunicación, el mensaje amloista perdió fuerza, peso, sustancia y debe modificarlo? La jiribilla verbal, el sarcasmo pertinaz y la sutil ironía empleada por López Obrador con éxito y tino, se han devaluado en Culiacán y debe recomponer su discurso. Lo sucedido fue demasiado serio como para seguir apelando a los retruécanos idiomáticos con intenciones explicativas de su quehacer y formas de conducción política. El “ruidero” de Culiacán no puede atenuarse con dichos y dicharachos. Es hora de hablar, en asuntos de esta envergadura, como adultos y no como “plebes” quinceañeros.

Durante la batalla electoral y el primer año de su gobierno, la “voz cantante” –no hay duda-, fue Andrés Manuel López Obrador. Las frases sustanciosas: “El pueblo pone y el pueblo quita”; los puyazos: “No se cofundan; no somos iguales (a la “mafia del poder”), y, las interjecciones: “¡Huácala! ¡Fúchila!”, cobraron buenos dividendos políticos. Dos eran las razones de ello: 1. El “pueblo bueno” las consideraba suyas y, por lo tanto, se identificaba con ellas de inmediato; y, 2. Los interlocutores del discurso amloista (periodistas, adversarios políticos, empresarios) no acertaban a responder sobre “un argumento” que en realidad no lo es; o, al menos, no es todo lo nítido y asertivo que parece.

El escenario donde esa “voz cantante” suena (o sonaba) recia y timbrada es “la mañanera”. Es su espacio natural; su ágora; su Monte Olimpo. Entre su acústica sentenciosa y justiciera se sentaron las bases del “decir” de la 4ª T, fincado en el “hacer” de los hombres y mujeres elegidos para ejecutar sus designios; pero, como señalé líneas arriba, todo eso cambió en Culiacán. Hoy las aseveraciones tajantes como “El Ejército es pueblo uniformado”, “¿El narco es pueblo? ¡Todos somos pueblo!”, demandan matizarse.

Y ese matiz, (si Andrés Manuel quiere que volvamos a escucharlo con atingencia), debe dejar atrás las frases incontestables y los argumentos “pirotécnicos”; por lo que debe reelaborar su discurso, depurándolo de “clichés” y aseveraciones lapidarias. Debe avanzar, discursivamente, a la misma cadencia que sus logros, sin permitir que sus dislates lingüísticos lo lastren –por tozudez político argumentativa- en un momento ya superado, como lo es la verborrea del mitin.

Si, como aseguró hace un tiempo, su anhelo mayor es “ser recordado como un buen Presidente”, tiene la obligación –pues aceptó el compromiso- de rectificar cuantas veces sea necesario y en todos los campos políticos en los cuales sea demandado; incluido, por supuesto, en el comunicativo, discursivo y retórico (en la mejor acepción de este término). Debe comprender que, en este año, todos hemos crecido políticamente y, por ello, demandamos trato de adultos y no ya de imberbes. Decirle a las cosas por su primera acepción –¡sin darle vueltas, pues!- es una prerrogativa que obtuvimos al confiar en usted Presidente; no comience a desvirtuarla.

Aún le (nos) quedan 5 años y creceremos más si no desconfiamos: usted de nosotros y nosotros de usted, y la única forma como se ahuyenta la duda es: hablando y escuchándonos entre sí como iguales… por doloroso que sea. De tal suerte, debe admitir que hay deficiencias en el proyecto contra la violencia y deben rectificarse; así como nosotros debemos reconocer que el reto es más grande de lo imaginado hasta el jueves pasado en Culiacán.

Ser la “voz cantante” en la 4ª T ha dejado de ser una zona de confort desde el “jueves más negro de nuestra Historia reciente”, derivando en un reto cotidiano que demanda ajustes y composturas: en lo político, en lo estratégico y, desde luego, en lo comunicativo.

Como paráfrasis de la metáfora bíblica del inicio de los tiempos –ya que la 4ª T se asume como una refundación democrática-, la enunciación política debe crear, en el instante mismo de su emisión, una imagen verdadera y creíble de una acción o conjunto de acciones, y, esto es lo que se ha descarapelado en el 17 de octubre: el poder de la enunciación amloista.

Por ello, Presidente, debe renovar su discurso. Claro, sí aún desea continuar siendo “la voz cantante” del cambio de régimen, y, no, como el pasado 17 de octubre: “la voz titubeante” del desconcierto y el asombro ante los escandalosos errores y las no menos vociferantes respuestas de las otras voces del México siniestro.

El Lago de los Chismes

1. A dos de tres caídas. Dijera el “pueblo bueno”: “no hay fecha que no se cumpla, ni deuda que no se pague”, de ahí que el próximo sábado 26 “de los corrientes”, se escenificará en los –aún hoy- incólumes terrenos del MIB la “Madre de todas las Luchas”, aquella que enfrentará a los “rudos de la crítica a todo lo que pretenda acabar con los privilegios”, versus los “técnicos de la intención purificadora de todo aquello de turbio pasado”. Máscaras y cabelleras están en juego. ¡Hagan sus apuestas!

2. “Tehuacanazo”. En páginas interiores de su edición del 17 de octubre –oscurecido quizá por el terrible episodio de Culiacán-, el diario Cambio reveló un asunto que involucra no solo a Felipe Patjane y Aldo Burelo, sino a otros, algunos aún vigentes (y cobrando) en sendas dependencias de la Cultura. El asunto es rastreable hasta las elecciones del 2018, donde varios de esos “sobrevivientes” fueron “agentes” del morenovallismo. Cerca del Paseo Bravo y en el seno del MIB, perviven sus escondrijos… por si alguien quiere hacer algo al respecto.

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.