Adiós Atlacomulco

  • Héctor Hernández Álvarez
El hegemónico grupo en la agonía

¡Semejante título para mi artículo de esta semana! ¿No les parece? No es para menos, pues el legendario grupo Atlacomulco vive sus últimos momentos de relevancia en el escenario político nacional. Mucho se ha reflexionado acerca de la cúpula priista y sus grandes logros por ocupar puestos públicos de alta jerarquía y fomentar el institucionalismo en nuestro país. Lamentablemente para algunos; afortunadamente para otros, el liderazgo del PRI a nivel federal dio su último aliento el pasado sábado primero de diciembre. Tan importante tema para la vida pública de México no podía pasar inadvertido en mi columna, es por ello, que, en esta oportunidad, doy mis reflexiones acerca de este enorme cambio que estamos presenciando, y que sin lugar a duda abrirá paso a nuevas formas de pensamiento y de cómo se hará política en todos los niveles para las siguientes elecciones.

A pesar de que muchos políticos, incluido el expresidente Enrique Peña Nieto, han negado la existencia de tal agrupación (Atlacomulco), este nombre ha dado mucho en que pensar. Muchos líderes priistas han salido de este municipio perteneciente al Estado de México. Por supuesto, personajes tan ilustres y llamativos como Maximino Montiel, Carlos Hank González, Salvador Sánchez Colín, Isidro Fabela, Arturo Montiel, Alfredo del Mazo y el propio Enrique Peña. Los supuestos lazos de amistad y de familia que unen a esta agrupación son de llamar la atención. Inclusive, dio lugar a leyendas y “profecías”.  En cuanto a una de estas, enunciaba que un miembro del grupo Atlacomulco, llegaría a ocupar la Presidencia de la República; premonición que de hecho terminó ocurriendo con el último presidente priista en nuestro país.

Para quienes les interese este tema, el periodista Francisco Cruz y Jorge Toribio, escribieron un libro que recomiendo ampliamente: “Negocios de familia: biografía no autorizada de Enrique Peña Nieto y el grupo Atlacomulco”. Escrito que detalla los lazos familiares que hubo con priistas de antaño y que siguen hasta nuestros días. Ciertamente, queda al escrutinio de cada lector tener su propia opinión y hacer juicios al respecto.

Por otra parte, es necesario mencionar que no es mi intención ser partícipe de teorías conspirativas. No obstante, si es verdad, que la dirigencia nacional de un partido político no necesariamente es capaz de evitar liderazgos del propio partido en determinadas áreas geográficas a nivel municipal y estatal. Es un hecho, que existen agrupaciones muy poderosas que se han formado por el interés de la población y por la ayuda de los hombres en el poder. Para no salir del propio PRI, pondré un ejemplo para que se clarifique mejor este punto. Miguel Ángel Osorio Chong, fue el primer secretario de gobernación de la pasada administración priista; originario del estado de Hidalgo, tenía hombres cercanos, de confianza, en puestos clave de la SEGOB. Sin embargo, es probable, que cuando se dio el anuncio de que José Antonio Meade, sería el candidato a la presidencia, hubo inconformidades por parte del secretario de gobernación, quien tenía interés por ser él, el candidato. Una muestra muy clara de esta inconformidad fue que el propio presidente Enrique Peña Nieto, nombró a un nuevo secretario de gobernación, Alfonso Navarrete Prida, y a un nuevo director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) destituyendo a Eugenio Ímaz Gispert, y poniendo en su lugar a Alberto Bazbaz Sacal. Es decir, estos cambios significaron la salida del llamado “grupo Hidalgo” y en su lugar se optó por opciones cercanas y de confianza del presidente Peña.

Aunado a lo anterior y con el resultado de las elecciones presidenciales de este año, el cambio de gobierno significó un duro golpe al priismo nacional. Fue incluso más lamentable que cuando ocurrió el periodo de la mal llamada “transición a la democracia” con el triunfo del presidente Vicente Fox del Partido Acción Nacional (PAN) ¿Por qué es peor ahora? El PAN, al menos es más cercano a las prácticas del PRI. MORENA vino a dar un cambio drástico en cuanto a las políticas que impulsó el expresidente Peña. Para verificar este punto, tan sólo hay que volver a ver la toma de protesta de Andrés Manuel, y la humillación que representó para el expresidente y el priismo en general.

Ciertamente, la anunciada cancelación de la reforma educativa, el desprestigio de la reforma energética y de manera más general, el anuncio del supuesto fracaso del modelo neoliberalista, fueron argumentos en contra de todo lo que se defendió por el priismo. Ahora, los llamados partidos de derecha como el PAN o el PRI deberán replantearse, si desean ser una oposición fuerte y efectiva ante la ola morenista de izquierda. Seguramente, muchas viejas prácticas habrán que modificarse, además de ser más cuidadosos y responsables con la retórica y el manejo responsable de los recursos públicos.

Hay quienes piensan que MORENA será el nuevo PRI. No obstante, tienen diferencias importantes. En cuanto a sus similitudes, tienen más que ver con aspectos de la clase política en general. Recomiendo consultar mi artículo titulado: “¿Es o será MORENA el nuevo PRI?” para más detalles.

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Héctor Hernández Álvarez

Licenciado en Relaciones Internacionales UDLAP. Participa en investigación en ciencias sociales: Índice Global de Impunidad y el Índice de Impunidad México del Centro de Estudios Sobre Impunidad y Justicia (CESIJ)