La función social de la iglesia en el mundo contemporáneo

  • Héctor Hernández Álvarez
Respuestas a la crítica social: debate conservador/liberal

hector.hernandezaz@udlap.mx

@hectorhernandezalv

 

Toca el turno de abordar un tema relacionado a una de las instituciones por excelencia que materializan el pensamiento conservadurista social. Que, como muchos de mis lectores habituales ya saben, promulgo abiertamente. Personalmente, he seguido de cerca la crítica social que se ha mantenido respecto de la iglesia católica y las acciones cuestionables de algunos de sus miembros. En la actualidad, es común encontrarse con un abanico inmenso de puntos de vista en este y otros temas. Aunque ¿Por qué debería ser todo oscuridad?

Los constantes ataques por los escándalos dados a conocer por los medios han dejado la imagen de la iglesia como una institución perversa sin dirección moral clara. Esto ha derivado en una pérdida de credibilidad y desconfianza generalizada.

A todo esto ¿Cuál sería la justificación para escribir acerca de la función social de la iglesia en la actualidad? La respuesta, no va a ser clara para todos. Ciertamente, los creyentes en Dios van a la baja. La inmundicia ha subyugado la visión de los seres humanos a lo terrenal y los ha llevado a despojarse de los designios de la única y verdadera divinidad.

En efecto, la función de la iglesia no solamente radica en los que ya todos conocemos: predicar el Evangelio y ordenar sacerdotes. En realidad, es materializar una institución y dotar de esperanza a la humanidad. Ciertamente, una institución como cualquier otra, que se encuentra conformada por seres humanos imperfectos, con aciertos y desaciertos; pero que representa un bálsamo espiritual para todos nosotros.

En mi opinión, a la iglesia se le ha juzgado demasiado: acaso ¿ser presbítero exime de poseer naturaleza humana? Así pues, ¿quién no ha faltado a la moral? (¿quién no ha pecado?). Tal como nos enseñó nuestro Señor Jesucristo y según los versículos 7:53-8:11 del Evangelio de Juan, cuando le fue presentado un caso de adulterio cometido por una mujer, al que Jesús respondió: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”.

De este modo, no hay en persona en la tierra que esté libre de pecado o de faltas a la moral. Al respecto, el papa Francisco lo ha declarado en más de una ocasión con las siguientes palabras: “¿Quién soy yo para juzgar?”

Acaso, ¿la Palabra promueve cosas malas o insanas? En este sentido, Dios nos da libre albedrío y sólo Él juzgará en el final de los tiempos bajo su propio criterio que escaba del entendimiento humano.

Pero, a todo esto, ¿qué ha pasado con la función social de la iglesia? Ciertamente, la ideología defendida por los católicos parece estar desencajada con los tiempos actuales, donde el materialismo occidental liberal domina las esferas sociales no sólo de México, sino de la mayoría de los países en el mundo.

Benedicto XVI, ya lo establece recientemente en su libro dado a conocer en Alemania. Mencionando al matrimonio homosexual como un acto derivado de <<la ideología del anticristo>>. Al respecto, señala que, anteriormente, era difícil que se aceptaran este tipo de prácticas; no obstante, ahora, quién se oponga a esto, equivale a recibir una <<excomunión de la sociedad>>.

Por supuesto, el matrimonio homosexual es sólo una acción; tan sólo un ejemplo de lo que representa el materialismo liberal occidental.

Los valores dominantes de las sociedades contemporáneas han cambiado enormemente. Ahora, es normal y de hecho considerado como bueno, un sinfín de actitudes y acciones que anteriormente eran catalogadas como pecados, faltas a la moral o hasta delitos.

Pensemos en estos valores actuales. Nos encontramos con el feminismo, la ideología de género, los grupos proabortos, la promoción de las <<nuevas masculinidades>> la <<igualdad>> entre hombres y mujeres y la libre promoción de la crítica principalmente a todo aquello que no se acople a las nuevas formas de pensamiento.

Dicho en palabras figurativas: es el mundo al revés.

¿Los nuevos adversarios? La iglesia católica y todo aquel individuo o colectividad con ideología conservadora, señalándonos como los <<bichos raros>> de la sociedad actual.

 ¿Cómo reacciona la iglesia ante todo esto?

Por supuesto, no hay unanimidad. Incluso al interior de la iglesia, no existe un consenso ideológico. Para la izquierda, y en vocabulario más técnico, la teología de la liberación, por supuesto, acoge a las formas de pensamiento más suaves. Vela por los desprotegidos y ha dado cabida a la promoción de los cristianos homosexuales no practicantes; a las prostitutas; los presos; y demás personas olvidadas y rechazadas.

Por la otra parte, el sector más conservador, fiel a las ideologías e interpretación de las escrituras y de la doctrina católica menos flexible. Es un debate intelectual que no cesará hasta que alguna de las dos se imponga.

En este punto, vale la pena hacerse la pregunta: ¿Quién está ganando la batalla?

Mientras que los adeptos a la teología de la liberación están más cómodos con la realidad contemporánea; los conservadores sufren por ser constantemente señalados como hipócritas y autoritarios.

Después de todo ¿quién tiene la razón? En efecto, poco importa eso. Lo que sí importa, es combatir al verdadero enemigo: el materialismo occidental liberal, creador de múltiples disputas y generador de la fragmentación social tan presente en nuestros días.

La ideología del anticristo que se ha normalizado y que está dejando como resultado la desviación de los planes de Dios en la Tierra.

-La función de la iglesia y los desafíos a vencer actualmente

Después de todo lo mencionado, vale la pena preguntarse acerca de los desafíos actuales de la iglesia.

Por supuesto, primeramente, es combatir este tipo de ideologías anticlericales y anticristianas que promueven el desarrollo del materialismo occidental liberal para frenar su expansión por el mundo.

En segundo lugar, hacer frente a los valores dominantes que están siendo instaurados con éxito relacionados al liberalismo social y que han dado como resultado la evolución de los movimientos feministas, de enemistad entre hombres y mujeres (núcleo de cualquier sociedad); así como hacer frente al desprecio a la vida y la alabanza a la inmundicia.

En tercer lugar, combatir la falta de creencia en Dios, independientemente de la rama cristiana que se profese. Ya que, no hay nada más peligroso para el clero y para los creyentes en general, que ver que la gente parece estar siendo feliz sin Dios. Esto provocaría que la ideología del materialismo occidental liberal se apoderara de sus vidas y se siguiera desarrollando con el cambio generacional. Violando el principio más importante de los cristianos: amar y temer a Dios sobre todas las cosas.

Un pueblo que no ama ni teme a Dios está destinado a la perdición ética, moral y espiritual; con lo cual, el propósito de la iglesia en el mundo contemporáneo fracasaría. Haciendo memoria: Francia, Italia y España eran los países más practicantes del mundo. Sin embargo, esto ha dado un giro de 360 grados. Muchos países europeos se han liberalizado, dejándose llevar por ideologías ajenas a su historia y convirtiéndose en países muy poco practicantes. Muchos de ellos con matrimonio igualitario aprobado, y con derecho de adopción bastante desarrollado.

Como pueden darse cuenta, el tema da para mucho más. Es fascinante para todos aquellos que gustamos del análisis metafísico, espiritual e intelectual y de qué manera estos tres elementos se materializan en la realidad actual.

Sin duda, mucho por reflexionar.

  El Realismo en el análisis. HHA.

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Héctor Hernández Álvarez

Licenciado en Relaciones Internacionales UDLAP. Participa en investigación en ciencias sociales: Índice Global de Impunidad y el Índice de Impunidad México del Centro de Estudios Sobre Impunidad y Justicia (CESIJ)