Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana: una decisión atinada

  • Héctor Hernández Álvarez
Existen buenas expectativas

La creación de la próxima Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana abre un panorama esperanzador en cuanto a términos de despolitización y eficiencia en materia de seguridad. Es necesario mencionar que, actualmente, es la Secretaría de Gobernación (SEGOB), la dependencia que se hace cargo de la seguridad pública mediante la Comisión Nacional de Seguridad, que, a su vez, integra a la Policía Federal. De la misma manera, la SEGOB, cuenta con el aparato civil de inteligencia para la seguridad nacional del Estado Mexicano, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN).

El problema de que SEGOB cuente con facultades de seguridad pública, es que aumenta el poder político que de por sí ya tiene. Hay que recordar que es la dependencia que funge como ministerio del interior, haciéndose cargo de infinidad de ordenamientos importantes plasmados en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. Debido a esto, durante el presente sexenio, la SEGOB se transformó en una “súper secretaría”. Miguel Ángel Osorio Chong, personaje muy cercano al presidente, Enrique Peña Nieto, fue quien dirigió la SEGOB durante la mayor parte de su administración. Con el advenimiento de las elecciones del pasado primero de julio, fue obligado designar a nuevos titulares tanto para la Secretaría de Gobernación, como para el CISEN, debido a la información tan privilegiada con la que cuentan esos organismos y la desconfianza que existió con el anuncio de los candidatos a la Presidencia de la República; particularmente, con el polémico nombramiento de José Antonio Meade, quien no era miembro del PRI y que provocó divisiones importantes al interior del partido.

Por otra parte, la securitización o politización de la agenda de seguridad fue y es una realidad hasta nuestros días. Desafortunadamente, una parte del CISEN seguramente fue utilizada para llevar a cabo acciones de espionaje contra opositores políticos, periodistas, académicos y medios de comunicación. El hecho de desprenderlo de la SEGOB y cambiarle el nombre a Centro Nacional De Inteligencia (CNI), puede ayudar de manera importante a evitar el uso faccioso del organismo para fines particulares; siempre y cuando vaya acompañado de un marco legal normativo completamente nuevo que abunde en detallar cuáles serán sus facultades específicas y sobre lo que no puede ni debe hacer. Además, de establecer ciertas sanciones en caso de su incumplimiento.

En cuanto a la Policía Federal, se espera que en los próximos meses se incorporen más elementos a la organización para aumentar su estado de fuerza; ya que hace poco tiempo, el presidente electo anunció la contratación de alrededor de 50 mil nuevos elementos para el ejército, la marina y la Policía Federal. Es de considerarse que un aumento en el número de oficiales de las fuerzas armadas y de policías bien preparados, es sumamente necesario para procurar la protección de la ciudadanía.

Hasta el momento, pinta bien la prospectiva de la nueva política de seguridad. MORENA, cuenta con los mecanismos necesarios para llevar a buen término sus ideales en este sector. Atender las causas y los efectos de la inseguridad abre paso al desarrollo y fortalecimiento democrático. Habrá que esperar a que el ejecutivo federal tome posesión del cargo para poder analizar cuáles efectos positivos estarán resultando de esta reestructuración.

@Hector_HHA1

hector.hernandezaz@udlap.mx

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Héctor Hernández Álvarez

Licenciado en Relaciones Internacionales UDLAP. Participa en investigación en ciencias sociales: Índice Global de Impunidad y el Índice de Impunidad México del Centro de Estudios Sobre Impunidad y Justicia (CESIJ)