La realidad del constructivismo pedagógico

  • Omar Pineda Luna
El contexto de su éxito. El conductismo previo. Los supuestos epistemológicos.

El pensamiento constructivista atrajo, durante las últimas décadas, a gran parte de la comunidad de educadores en México. Mientras que la Unión Europa ha estado en crisis los últimos 20 años. De 2009 a la fecha, sólo se analiza como un supuesto que formó parte de la historia de las teorías pedagógicas. No obstante, en nuestro país hay un exaltado matiz de considerar que el constructivismo ha superado cualquier otro planteamiento, lo enseñamos (o pretendemos) como la panacea de las corrientes educativas[1], es decir, como una de las últimas tendencias metodológicas de aprendizaje.

Piaget y Vygotsky se interesaron por investigar el ¿cómo? del conocimiento, el primero en el aspecto del desarrollo cognitivo y el segundo como constructo social. Ambos coadyuvaron a responder, en cierta medida, la tendencia conductivista de la época, la cual, de acuerdo con la Enciclopedia Internacional de la Educación, “estaba designado a explicar por qué las personas (…) actúan como lo hacen. Básicamente, todos los conductistas consideraban que el aprendizaje es el acto de establecer una conexión entre un estímulo (E) y una respuesta (R) (…) El fin de la educación o de la enseñanza era asegurarse de que cuando el niño encontrara un determinado estímulo presentara determinada respuesta” (2000 p. 897). 

Las primeras críticas que se levantaron sobre esta hipótesis fueron que no se explicaba qué pasaba entre el estímulo y la respuesta. En ese sentido, hubo quienes negaron la idea de que pasara “algo en la mente” (Watson, 1919; Kantor, 1959). Por otra parte, B.F. Skinner (1974) no rechazó la idea de que las personas tienen pensamientos, pero considera que la mente y su contenido no son observables y que, por lo tanto, “resulta inútil y una pérdida de tiempo detenerse a reflexionar sobre lo que sucede entre E y R” (p. 178).

Posteriormente, agregaron al estudio, el condicionamiento clásico del psicólogo Ruso Pávlov, consistente en sustituir “el estímulo antiguo por otro nuevo, presentando los dos simultáneamente, o casi al mismo tiempo, hasta que el estímulo nuevo llega a provocar por sí solo la respuesta que el antiguo generaba (p.897). También, se concibió el condicionamiento operante en este, no se trata de sustituir un estímulo por otro, sino de asegurarse de obtener determinada respuesta ante una situación específica. Por ello, se crean los castigos y recompensas o como los psicólogos prefieren llamar “refuerzos”.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, el conductismo, en el ámbito educativo, se convirtió en el método más utilizado, no obstante, las críticas no se hicieron esperar, pues afirmaban que no era posible que se efectuara un aprendizaje donde no se pretendía que el estudiante tuviera la capacidad de realizar un análisis crítico ni reflexivo sino, más bien, fuera pasivo del aprendizaje y sobre todo que se basara en el adoctrinamiento, donde el profesor se presentaba como el centro del proceso de E-A.

Por lo anterior, los investigadores educativos y psicológicos decidieron proponer una alternativa, la respuesta fue una nueva escuela de aprendizaje, que se alzó como la más novedosa y anteponía otro método que el simple modelo conductual. La corriente pedagógica fue el constructivismo, tuvo sus bases en la psicología y epistemología, de ahí que también, que se estudie como teoría del conocimiento. El término es polisémico, complejo y actualmente polémico, la presente crisis está más vinculada cuando se concibe como una teoría educativa del aprendizaje.

La propuesta educativa para Latinoamérica llegó como una especie de “Patchwork”, es decir, de acuerdo con Castorina (2009) “un recorte multicolor de conceptos, concepciones psicológicas, educativas, epistemológicas y didáctica. Por ello, el término constructivismo perdió consistencia intrínseca y se trasformó en una concepción vaga que podía interpretarse de múltiples maneras” (p.8). Precisamente, esto es lo primero que debemos tomar en cuenta, al no concebirse desde Latinoamérica y ser exportada bajo otras circunstancias culturales, educativas, socioeconómicas y políticas, terminamos por no saber lo que estamos tratando de formar.

El mismo autor afirmaba que tanto la psicología como la epistemología no están preparadas para ir a la escuela, pues no fueron creadas y pensadas para ello. No hay posibilidad de bajarlas al aula sin pasar por una didáctica y cada ciencia tiene la suya.

Asimismo, sabemos que el constructivismo parte del siguiente planteamiento: “¿el objeto permanente es una realidad o yo lo construyo? No hay sujeto en sí mismo, ni objeto; es una realidad construida por él. Si bien el mundo está dado, el objeto de conocimiento en sí mismo no lo está, pues en el mundo no hay un orden, sino que se construye para ordenar los actos y el conocimiento de ese mundo”. (Castorina, 2009).

Ante ello, expongo el siguiente cuestionamiento, ¿qué filósofo ha dicho lo contrario a esta aseveración? Se sabe desde los antiguos griegos que efectivamente ese es el procedimiento para acceder el conocimiento y aprender. Por ejemplo; En su Órganon, la principal obra sobre lógica de la antigüedad, Aristóteles expone conjuntamente dos tesis “1) la tesis fundamentalista, según la cual, toda rama del conocimiento tiene un fundamento o punto de partida último y final” (Libro 1, cap. II) , es decir, independientemente del modo en que el tema en cuestión es abordado y expuesto ya hay un inicio y un objetivo, 2) “la tesis infalibilista, según la cual todo conocimiento que merezca ser considerado científico debe ser seguro e incorregible, para eso, debe basarse en premisas que sean indudablemente verdaderas y evidentes.” (Bunge, 1990) . Lo que lleva al sujeto a un aprendizaje significativo.

Para el constructivismo, el conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción del ser humano; de esta manera, la realidad material y simbólica es interpretada según los esquemas que hayamos construido previamente en nuestra interacción con ella; así, el conocimiento es una construcción del ser humano y los esquemas son representaciones de situaciones concretas que construimos. Empero, como la afirma Gutiérrez et. al. (2006): “En consecuencia , tanto a nivel epistemológico como pedagógico se identifican algunas de las principales objeciones, como marcada tendencia a afirmar que no hay realidades que el conocimiento no haya constituido por su propia actividad, y que el sujeto interpreta el estímulo, catalogándose esto como una construcción subjetiva del conocimiento, lo cual dejaría de serlo, pues la primera condición del conocer no está en el sujeto, sino en el acto del ser del objeto y en el énfasis que se da al hacer que tenga sentido, más que el encontrar la verdad” (p.12)

Además, muchas de las explicaciones y propuestas constructivistas, son de predominio individualista del aprendizaje. Las imágenes con las que se divulga esta teoría realzan que cada persona construye sus propios conceptos. Sin embargo, no se pone atención a que cada estudiante tiene su propia cultura y conocimientos antepuestos, conceptos erróneos, sus propias expectativas, su propio ritmo de aprendizaje y por ende su propio estilo. “El lenguaje en singular no nos deja ver con facilidad qué comparten, qué tienen en común los alumnos y alumnas de un mismo centro, de una misma sociedad, de un mismo país” (Torres, 2001 p.182). Así el proceso de construcción es presentado como algo neutro, alejado de los intereses sociales de carácter más plural.

También, “el constructivismo aparece como un modelo teórico coherente con otros marcos políticos y económicos, que optan por centrar la atención en la autonomía individual, antes que buscar responsabilidades más colectivas” (p.182). El constructivismo es una corriente psicológica y epistemológica pero no debe tomarse como una didáctica que sea general. Además, se entiende para la interpretación de esos saberes previos, pero muchos de ellos no son académicos, es decir, no se dan en el aula y si así fuera, sólo sería recuperar los conocimientos que se enseñaron en los años previos cursados en la escuela.

Por todo ello, debemos tener cuidado a la hora de afirmar, como pedagogos o en su caso los psicólogos, que el constructivismo es la escuela de aprendizaje más novedosa y eficiente en la actualidad. Con ello, no quiero decir que los debamos eliminar, sino, más bien, buscar otras perspectivas de cooperación que permitan al estudiante interrelacionarse con los otros, al final son personas que viven en sociedad y que los enunciados constructivistas carecen de estos contendidos.

 

Notas

 

Aristóteles. (1982). Órganon (Tratados de lógica). Madrid: Gredos.

Barreto, C., Gutiérrez, L., Pinilla, B., & Parra, C. (2006). Límites del constructivismo pedagógico . Educación y educadores, 12-30.

Bunge, M. (1990). Intuición y razón. Madrid: Tecnos .

Castorina, J. A. (2009). De conceptos, concepciones y confusiones respecto al constructivismo y la teoría psicogenética piagetiana. Buenos Aires: Cid .

Husen, T., & Postlethwaite, N. (2000). Enciclopedía Internacional de la Educación. Inglaterra: Vinvens-Vives.

Skinner, B. (1974). Sobre el conductismo . Nueva York: Fontanella.

Torres, J. (2001). Educación en tiempos de neoliberalismo. Madrid: Morata

 

[1] Si bien su origen está situado en las teorías del desarrollo cognitivo, es decir, más apegado a la psicología que a la pedagogía, de un tiempo a la fecha, se ha llevado a la educación como teoría del aprendizaje.

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Omar Pineda Luna

Pedagogo y Politólogo, Posgrado en Ciencias Políticas BUAP. Profesor universitario. Colabora en el CENEVAL A.C. Escribe de Política, educación y pedagogía crítica.