Las sombras que empujan a los migrantes

  • Omar Pineda Luna
Son más miedos y amenazas los que los mueven, que verdaderas esperanzas.

Desde su origen, la globalización, antes conocida como mundialización, no terminó por cristalizarse más que en el terreno económico, pero hoy parece más un concepto dicotómico que consolidado. Su presente se refleja en la crisis económica, pero sobre todo humanitaria. Actualmente, aparece en la escena mundial gracias a dos muros; el de Donald Trump, en la frontera con México, y el de los Alpes en los límites entre Francia e Italia.

La semana pasada fue estremecedora, después de la imagen de niños separados de sus padres. La crisis puede vislumbrarse en McAllen, en el sur de Texas, lugar donde ingresan cientos de migrantes al día, el juez federal enjuició a padres que preguntaban por sus hijos, de los 56 inmigrantes detenidos, ninguno sabía dónde estaban los menores. En ese sentido, otras 17 personas se encontraban separadas esperando a ser juzgadas y enviadas a prisión sin ellos.

Este primer muro es representado por la tolerancia cero, la ofensiva contra las familias migrantes que ingresan de manera indocumentada a los E.E.U.U. Exige a la policía fronteriza a llevar por la vía penal a todo inmigrante que sea detenido, lo que obliga a separar a los niños de las familias que cruzan juntos la frontera. Sin embargo, la ley se encuentra en el aire por decisión del propio gobierno, pues no existe definido un protocolo para procesar a los inmigrantes, además, se considera ilegal mantener a los menores detenidos con los adultos. Ante esto, Trump decidió, el pasado miércoles, que las familias deben seguir juntas mientras esperan el juicio.

La enmienda sólo detuvo el proceso de la vía rápida para juzgar a los migrantes, no obstante, la tolerancia cero no ha cambiado.

Por otra parte, en Europa, el ministro interior de Italia Matteo Salvini, propuso crear un censo de gitanos. En Alemania, el ministro conservador Seehofer, amenazó a Ángela Merkel con cerrar la frontera. No hace mucho la Unión Europea, se enorgullecía de los valores que conformaban su identidad, esos que solo tiene sentido cuando se aplica a la humanidad en su conjunto. Ahora, tanto Trump, como algunos ministros europeos, optan por la defensa de lo propio desde la afirmación de identidades culturales o nacionales.

Este segundo muro yace en Los Alpes, la pared que divide Francia e Italia, pero también un motivo de fractura por los inmigrantes que cruzan cada día. Roma considera que tiene en casa demasiados inmigrantes, por eso su rechazo al barco Aquarius, a quien denegó el acceso a su puerto. París exhibe a Italia por la acción tomada, pero, al mismo tiempo, refuerza la vigilancia en sus fronteras. Hay que recordar que Francia devolvió en 2017 a cerca de 50 mil migrantes indocumentados. Las fronteras que parecían superadas han regresado a la UE.  Esto se puede observar en los recorridos por el Muro de los Alpes.  Las ONG denunciaron controles sistemáticos a las personas con piel oscura en los trenes y en las estaciones. Los puestos en los límites con los Alpes, en la parte francesa, aparecen ocupados por agentes. La frontera no está sellada, pero son cada vez más los agentes que miran si los automóviles trasportan migrantes.

Los argumentos de norteamericanos y europeos son justificados en la cultura y seguridad, ya que afirman las medidas migratorias son creadas por la “trasformación de la cultura y la perdida de las viejas esencias”

La globalización devenida en una crisis nos asume a recordar lo que hemos perdido, Máriam Martínez-Bascuñán agrega “Aprendimos entonces que banalizar lo que ocurre en un país concreto estuvo a punto de derrumbar el sentido y la supervivencia de aquello que nos pertenece a todos: nuestra perenne permeabilidad, la habilidad para vivir con los otros”. Lo que me lleva a recordar la nota introductoria de Antonio Machado en El Laberinto De La Soledad “Lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad = realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro no se deja eliminar; subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes. Abel Martín, con fe poética, no menos humana que la fe racional, creía en lo otro, en "La esencial Heterogeneidad del ser", como si dijéramos en la incurable otredad que padece lo uno”.

Por lo anterior, la UE y los E.E.U.U. deben asumir la pérdida de su posición hegemónica no se aproxima a un esfuerzo fútil: reforzar el sentimiento que pensaban disuelto desde un “nosotros” ahora más reaccionario.

Concluyo con el pensamiento sentenciador de Fernando Savater “debemos recordar que el primer derecho de los emigrantes es a no tener que abandonar por falta de oportunidades o amenazas de su país de origen. No es la luz lo que les atrae, sino sus sombras las que los empujan”

 

 

Martínez-Bascuñán, M. (23 de Junio de 2018). Los otros. El país, pág. 2.

Paz, O. (1989). El laberinto de la soledad. México: FCE.

Savater, F. (23 de Junio de 2018). Dilema. EL país, pág. 56.

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Omar Pineda Luna

Pedagogo y Politólogo, Posgrado en Ciencias Políticas BUAP. Profesor universitario. Colabora en el CENEVAL A.C. Escribe de Política, educación y pedagogía crítica.