Confidencia docente

  • Eduardo Libreros
Experiencias personales en clase. Trascender más allá del aula. Tocar la vida humana en su intimidad

Para el maestro, las habilidades adquiridas a través de su experiencia en el salón de clases son vitales para su crecimiento como educador. Sin embargo, la forma en que maneje algunas de ellas, especialmente si son parte de las vivencias personales del alumno, pueden ser la diferencia entre generar un vínculo que favorecerá el clima en el aula o convertir la relación docente-alumno en una situación tensa y muy compleja de remediar.

En su participación en la mesa de trabajo sobre Educación Media Superior del Foro Del Campo Estratégico de Acción, Modelos y Políticas Educativas, la Dra. Ana Razo, investigadora en política educativa del CIDE, relata una experiencia que involucra el registro en video de la práctica docente para evaluar las actividades que se llevan a cabo en el aula. En una de estas grabaciones, se aprecia el momento en que un estudiante comparte con el grupo una experiencia personal que involucra aspectos sumamente emocionales y privados. El docente, en lugar de aprovechar el momento para fortalecer la empatía y el vínculo afectivo con sus estudiantes, lo único que alcanza a decir cuando finaliza el alumno es: “Bien. ¿alguien más quiere participar?”

No hay una forma “correcta” en la que un profesor pueda reaccionar ante situaciones como estas. Su actuar dependerá de distintos factores: su personalidad, la confianza en sí mismo, su nivel de compromiso, su experiencia, formación, capacitación, etc. En el caso expuesto, tal vez el maestro haya elegido no comentar nada por temor a decir algo inapropiado, en cuyo caso podría argumentar que la decisión tomada fue la correcta. Aun así, queda la sensación de que podía hacer algo más. El docente podía lograr que su labor trascendiera más allá de las aulas, pero eligió no hacerlo.

Mi experiencia con jóvenes de bachillerato no ha estado exenta de errores. Hay situaciones que me sobrepasan. Hoy en día, nuestros estudiantes viven circunstancias tan complejas que a veces resultan difíciles de asimilar. Problemas familiares, adicciones, depresión, violencia, abuso… la lista es interminable. Puedo decir que ante escenarios como estos he actuado siguiendo diversos enfoques pedagógicos y psicológicos que han probado ser efectivos en otros contextos, pero de la misma forma que el caso del profesor de la grabación en video, me he quedado con la sensación de que pude haber hecho más. El sentimiento de impotencia en ocasiones es tan grande que la reacción que tenemos cuando un alumno nos comparte un pedazo de ese dolor puede ser frustrante, tanto para él como para nosotros. ¿Quién dijo que esta tarea era fácil?

No hay un esquema que indique claramente hasta qué punto llega la labor del docente. Es imposible predecir la forma en que nuestras acciones impactarán en el ánimo de cada uno de nuestros estudiantes. Sin embargo, recomiendo no negarse a vivir la experiencia de ser un confidente para ellos, por duro que sea. Cuando alguno te elige en su búsqueda personal de consuelo y guía, piensa que fue porque vio en ti un conjunto de características especiales que pueden ayudarlo a encarar esa situación que lo aqueja. Lo único que se espera de tu actuar como docente es precisamente una de las cosas por las que tu estudiante te buscó en primera instancia: tu madurez.

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Eduardo Libreros

Docente que aprende de sus estudiantes. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Administración de Instituciones. Imparte materias relacionadas con la literatura, comunicación e investigación y es colaborador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede México en la autoría de libros de texto para el Telebachillerato Comunitario