Las trampas

  • Fernando Santiesteban
Falta cultura de honradez y de esfuerzo. Buscar lo fácil, lo cómodo, lo pragmático. Educación.

Al terminar mis estudios de Doctorado en Ciencias, fui contratado por una empresa farmacéutica en Cuernavaca, Morelos. Entusiasmado por entrar al “mundo real” tomé esa oportunidad magnífica para el desarrollo de un joven científico. (En realidad entré a trabajar en esa empresa debido a la cancelación de mi beca de posdoc por las tres brutales devaluaciones del peso en esos tiempos.) En el laboratorio de desarrollo, mi trabajo era formular preguntas y proponer experimentos para resolver los problemas científicos con implicaciones industriales. Era el “mundo real” porque, entre otras diferencias, durante toda mi vida de estudiante había aprendido a responder preguntas; nunca a plantearlas.

Me gustó la experiencia, el cambio de paradigma, y decidí dedicarme a enseñar Química a jóvenes estudiantes. A eso dediqué muchos años de mi vida. Planteaba un método de evaluación, según yo, más realista: Problemas para resolver en casa (en cuatro o cinco días). Libros y bibliotecas abiertas para consulta (eran tiempos sin la Internet). Trabajo en equipo (nunca trabajamos solos). Consultas a compañeros (avanzados). Examen (discusión de la respuesta).

En la práctica, siempre ocurrió que pocos, muy pocos estudiantes entendían y resolvían el problema; la mayoría esperaba el día del examen para copiar la respuesta y, porque no lo entendían, no tenían la menor idea de por qué la respuesta era correcta o no era. Por supuesto, reprobaban. Por supuesto, reprochaban: Si ya di la respuesta, ¿Qué –y por qué- tengo que explicar?

Ese es, tristemente, el resultado de nuestro sistema educativo: lo importante es pasar, aprobar; no aprender y mucho menos, comprender. Obtener una calificación aprobatoria es más importante que desarrollar una formación útil y necesaria. Lo importante no es demostrar lo que se sabe, sino mostrar las credenciales que dicen lo que se supone se sabe. ¡Vaya! Por ejemplo, parecería que lo importante es tener, con fotografía y marco, un diploma que diga que la persona de la foto habla inglés y no que lo hable.

Parecería que la estafa y falta de honradez es parte de nuestra formación. En nuestro país se ve mal que una persona no se deje copiar: Mal amigo, mala onda, poca m…… ¡Ándale –le dicen– no seas gacho, a ti ni te afecta!

Copiar es vergonzoso, indigno, muestra de deshonra y deshonestidad… en otros lares, no aquí. Muchas personas son mal vistas –y llegan a sentirse mal– si pudiendo robar algo, no lo hacen. Personas que alcanzan metas o buenos puestos por el camino corto, la chapuza o la trampa llegan a causar admiración. A los que no, nos da risa. ¿Ejemplos? Ahí está un excandidato a la presidencia que alcanzó la meta en una maratón… por un camino más corto. Ahí está el souvenir que un directivo de prensa robó en el Superbowl.

Haiga sido como haiga sido, la famosa frase de un presidente de México para justificar el triunfo a pesar de las trampas. En el Estado de México vimos de todo por parte de todos, no hay partidos inmaculados, todos trampean, con verdades a medias, con mentiras y con lo que sea. Todos lo sabemos pero… así es el asunto en esta villa del señor.

Otro ejemplo de este sistema que promueve la trampa, está justo enfrente de las oficinas principales de la Secretaría de Educación Pública Federal, donde se imprimen toda clase de títulos falsos, credenciales, Ud. pida. No es necesario ir más lejos, ahí están, con historial académico, firmas y sellos… falsos. Ahí están con su letrero de prohibido prohibir.

El nuevo empleado en la empresa o en la oficina, que llega con ganas de responder a la confianza de sus superiores, de inmediato es presionado por sus colegas: ¡Bájale!

¿De qué manera podemos estimular y recompensar las actitudes apegadas a la honradez? ¿Cómo desinhibir la deshonestidad? Creo que la clave es la educación. Empecemos por nuestros niños.

Aspiremos a vivir en un país en el que la frase “El que no tranza no avanza” deje de ser vigente y real; en que valga más ser, que tener.

Fernando Santiesteban Llaguno

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Fernando Santiesteban

Licenciado, maestro y doctor en química, directivo en la buap desde 1994. Especialista en planeación y administración académica.