Egoteca vs Sororidad

  • Alejandra Gutiérrez Jaramillo
Injerencia del ego para no reconocer la realidad. Género como superación histórica. En la democracia

El ego, que es el exceso de autoestima,  es uno de las sensaciones más satisfactorias para algunos seres humanos, el ego obnubila la mente y hace que las personas realicen acciones unilaterales, que no dialoguen, que no construyan, que no compartan.

 

Cuando el ego se apodera de nosotros, miramos de reojo, por encima del hombro, creemos que no existen argumentos que puedan confrontar nuestras ideas, el otro, la otra, los otros, las otras, no tienen cabida. No existen.

 

El ego se alimenta en ocasiones de falsas creencias, de adulaciones personales, de mitos, y de un disfraz de oropel invisible, que al primer soplido se cae, se desmorona, y de un sobresalto acompañado de taquicardias, desaparece.

 

El ego no permite ser solidario, ser tolerante, ser comprensible, escuchar, entender aprender, empatizar… el ego no permite que nada ni nadie avance, todo retrocede, o para satisfacción del egoísta… se paraliza.

 

Si el ego va acompañado de misoginia ya sea de un hombre o de una mujer, tenemos una mezcla espeluznante, y de manera obvia quienes cargamos con esas frustraciones convertidas en afirmaciones, acciones, leyes etc., somos las mujeres. La historia nos debe a las mujeres un espacio por derecho, que está en camino de emparejarse, pero hay voces que creen que las mujeres estamos exagerando, a pesar de que existen tratados internacionales que replantean nuestro papel y la exigencia del cumplimiento de nuestros derechos. La ley nos ampara y en algunos Estados del país nos protege.

 

En el camino de la igualdad sustantiva, respecto a la perspectiva de género siguen existiendo voces tanto de féminas como de varones, que piensan que difícilmente las mujeres podremos ponernos de acuerdo, por un problema de ego. Que está en nuestra naturaleza envidiar lo que la otra, o las otras tienen, “entre mujeres, te veas”. Basta. Dejémonos de tragar esos estereotipos y pasemos a lo siguiente.

 

 

Para cambiar nuestra realidad y avanzar, las mujeres debemos percibirnos como iguales, ver por una misma causa, confiar en nosotras mismas y hacer una alianza, que permita la confianza entre nosotras, que nos obligue a reconocernos y apoyarnos, es decir…Sororidad.

 

La sororidad, es esa hermandad que se construye en torno a mujeres empoderando mujeres, con el objetivo de evidenciar, señalar lo que sucede respecto a lo que históricamente hemos vivido, pero sobre todo es actuar de manera firme y tajante, sin importar poder colgar nuestra foto en el muro de nuestra egoteca.

 

¿Se puede? Sí. ¿Es fácil? No. Pero con convicción, determinación y voluntad estamos abriendo brecha, desde lo que será el Observatorio de Participación Política de la Mujeres en Puebla, el Instituto Poblano de las Mujeres, el Tribunal Electoral del Estado y el Instituto Electoral del Estado.

 

La Asociación Mexicana de Consejeras Estatales Electorales (AMCEE), de la cual me honro en formar parte, es un ejemplo de sororidad, es un espacio donde decidimos trabajar con ética y responsabilidad a favor de las mujeres en la democracia.

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Alejandra Gutiérrez Jaramillo

Comunicóloga por la Ibero Puebla. Experta en elecciones, género y comunicación política. Ex Consejera del Instituto Electoral del Estado de Puebla. Precursora del Observatorio de Participación Política de las Mujeres. Durante 18 años ha sido Consejera Electoral Local y Federal. Dirige la Consultoría Emphatheia.